Alejandro Toledo: La caída del expresidente peruano por corrupción
El exmandatario peruano se entregó ayer a las autoridades de Estados Unidos a la espera que comience su proceso de extradición a su país, por un caso de colusión y lavado de activos por más de US$ 30 millones.
“Le pido a la justicia peruana que no me mate en la cárcel, déjenme luchar con argumentos”. Con esas palabras el expresidente peruano, Alejandro Toledo (2001-2006) anunció el jueves en la noche que se iba a entregar ante las autoridades de Estados Unidos para dar inicio a la extradición a su país. Y en medio de una gran expectación así lo hizo ayer cuando se puso a disposición de la policía federal para ser detenido y encarcelado mientras espera ser enviado a su país.
“Mi salud es muy mala. Tomo 14 pastillas diarias, tengo hipertensión y sufro por los remanentes del cáncer (...) Solo respeten eso, no han probado nada y ya me quieren meter en la cárcel”, afirmó el exmandatario de 77 años.
Toledo está acusado en su país de recibir más de US$ 30 millones de la constructora brasileña Odebrecht a cambio de que la compañía fuera favorecida en la licitación de obras de la carretera Interoceánica I y II cuando era presidente. Los fiscales solicitan una condena de 20 años de prisión por los delitos de colusión y lavado de activos. El exmandatario ha negado haber solicitado o recibido sobornos. También enfrenta otro caso conocido como Ecoteva de supuesto blanqueo de dinero, por el que la fiscalía ha reclamado 16 años y ocho meses.
Detenido en 2019 en California, Toledo estuvo ocho meses en prisión, aunque pasó a arresto domiciliario en marzo de 2020, debido a la pandemia. En septiembre de 2022 la Justicia estadounidense aprobó su extradición, que el Departamento de Estado concedió el pasado 21 de febrero, pero logró retrasar este proceso mediante varios recursos legales.
Ahora Toledo ingresará al Centro Correccional de Maguire en el Condado de San Mateo, donde cumplió parte de su arresto cuando estuvo detenido en 2019. Mientras que en Perú sería internado en el penal de Barbadillo, en Lima.
En el centro penitenciario se encuentra el expresidente Alberto Fujimori y Pedro Castillo y es conocido como la “cárcel presidencial”. La instalaciones están dentro de la Dirección de Operaciones Especiales (Diroes) y ocupan alrededor de 800 metros cuadrados. Desde 2017 a 2018 también estuvo recluido allí el exmandatario Ollanta Humala.
Toledo se suma así a la lista de expresidentes peruanos que se encuentran detenidos o han pasado por la prisión, como es el caso de Fujimori, Humala, Pedro Pablo Kuczynski y Pedro Castillo.
Los inicios del “cholo”
Llamado el “cholo” por sus rasgos andinos, Toledo inició su carrera política en 1995 con una postulación a la Presidencia en la que sólo consiguió el 3,3% de los votos. Luego en 2000 volvió a presentarse en las elecciones, con el partido del que fue fundador y presidente, Perú Posible, y se retiró de la contienda en el balotaje, alegando fraude por parte del gobierno de Alberto Fujimori.
En los meses posteriores fue uno de los abanderados de la lucha en la calle que propició la caída del mandatario, encabezando la marcha de “los cuatro suyos”.
En el 2001 intentó por tercera vez y ganó la presidencia en una definición frente al expresidente Alan García. “Seré un presidente implacable a la hora de luchar contra la corrupción”, dijo ese 28 de julio de 2001 en su primer discurso como mandatario.
En su gobierno, Toledo dio inicio al boom económico del país, que lo sacó de la recesión, logrando que la economía creciera de forma sostenida, forjó los principales pactos comerciales. Aunque eso sí no consiguió apagar el descontento social que se expresó en frecuentes protestas.
En tanto, los escándalos en su vida personal y denuncias de corrupción en su entorno golpearon su popularidad hasta caer a menos del 10% en gran parte de su mandato. Uno de los episodios más cuestionados fue su renuencia a reconocer a una hija concebida fuera de su matrimonio, en un país cuya mayoría es católica.
Finalizado su mandato en julio de 2006, se enfrentó a una investigación del Congreso por presuntas irregularidades durante su gestión y, en diciembre de ese año, fue procesado por un delito de corrupción relativo a la falsificación de firmas para la inscripción de su partido en los comicios de 2000.
“Es un político trajinado que despertó entusiasmos en determinado momento (53% en la segunda vuelta de 2001), pero también decepción (1,3% en 2016). Esta ultima cifra es, en buena medida, lo que representa ahora para los peruanos: políticamente insignificante. Su apresamiento va a ser materia de show mediático, pero no de debate público. No tiene partido ni defensores. La ultima vez que Perú Posible tuvo una bancada fue en 2011 (11 parlamentarios) y desde entonces ese partido es un fantasma, sin inscripción vigente”, dijo a La Tercera Carlos Meléndez, analista peruano de la Universidad Diego Portales.
La periodista peruana, Paola Ugaz, señala a este medio que “en un principio el expresidente Toledo era el demócrata, el líder que se enfrenta a Alberto Fujimori. Durante su gobierno tuvo buenos gabinetes y enrumbó la economía, pero en términos de corrupción engañó a todos con el caso Lava Jato y pudo hacer grandes cambios que no hizo para quedar bien con todo el mundo. Es una decepción, porque él representaba algo supuestamente diferente y terminó convirtiéndose en un corrupto más”.
“Toda su imagen el año 2016 o 2017, cuando salta el tema de Odebrecht, era la de una persona muy mentirosa. Nada seria, una persona alcohólica, informal, que siempre llegaba tarde, una, dos, tres horas tarde, como si nada. Tenía una imagen muy negativa, pero nunca hubo un tema muy fuerte vinculado a corrupción, hasta que salta (lo de Odebrecht y) un monto bastante grande. Entonces ahí generó no solamente una imagen negativa, sino un rechazo, una rabia con un sentimiento muy fuerte y negativo, por dentro los peruanos se sintieron totalmente engañados por este señor seudodefensor de los intereses de los peruanos, de la transparencia que había actuado contra la dictadura y la corrupción de Fujimori y resulta que terminó siendo tan o más corrupto que Fujimori”, concluyó el analista Luis Benavente, director de la consultora Vox Populi.
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