Claude Moniquet: “El Mossad tendrá que eliminar a los dirigentes de Hamas que no viven en Gaza”

Soldados israelíes en la Franja de Gaza. Foto: Reuters

A más de un mes desde el inicio de la guerra entre Hamas e Israel, el experto francés en seguridad comenta a La Tercera las características del terreno y las complicaciones que puede tener la campaña del Tzahal. “La guerra en Gaza probablemente durará meses”, dice.


Primero fueron los bombardeos, y ahora una operación terrestre: después del ataque de Hamas del 7 de octubre, el Ejército israelí ha empezado una campaña que no solo pretende responder al grupo que gobierna la Franja de Gaza, sino asegurarse de que “ya no represente un peligro” para Israel. Para conseguir eso, sin embargo, el costo en vidas ha sido particularmente alto: la última cifra entregada por las autoridades de Gaza da cuenta de más de 12 mil muertos en el enclave.

En entrevista con La Tercera, Claude Moniquet, exagente de inteligencia de la Dirección General de Seguridad Exterior de Francia y actual director ejecutivo del Centro Europeo de Seguridad e Inteligencia Estratégica, describe la situación de Israel en su guerra contra Hamas.

¿Cuál podría ser una “victoria definitiva” para Israel en esta guerra contra Hamas?

Mis fuentes militares aseguran que la victoria definitiva no será lograda sino que cuando ciertas condiciones se consigan. Primero, el haber eliminado a la máxima cantidad posible de milicianos de Hamas, y la mayor cantidad de jefes de mediano y alto rango de la organización, junto con el tomar o destruir la máxima cantidad de armamentos, además de haber destruido el máximo de infraestructuras, dígase centros de comandos, túneles, etcétera. Es claro que el objetivo de la ofensiva israelí es el de destruir o debilitar muy fuertemente a Hamas, con el fin de que no represente más una amenaza para Israel, y que no pueda gobernar Gaza. Ese último punto implica que para que la victoria sea real, una condición política debe conseguirse también: remplazar el poder de Hamas en Gaza.

En ese cuadro, la afirmación de Mahmoud Abbas, que declaró hace unos días a Reuters que la Autoridad Palestina estaba “lista para asumir sus responsabilidades en Gaza” es una cosa positiva. Otro elemento para esa victoria sería obtener, de una manera o la otra, la liberación de la mayor cantidad de rehenes posible. Pero aún no estamos ahí. De momento, estamos aún en la fase militar, que durará todavía semanas y probablemente incluso meses. Hamas no se eliminará (o debilitará fuertemente) en unos días: es una organización que cuenta con decenas de miles de soldados, entre 20 mil y 40 mil probablemente, grandes reservas de armas a infraestructura defensiva, como los túneles, que son muy importantes. Todo eso tomará tiempo.

Paralelamente, habrá que eliminar a los dirigentes de Hamas que no viven en Gaza, sino que en Turquía, en Qatar, en Líbano o en Irán. Esa tarea será trabajo del Mossad, que tendrá que hacer operaciones de eliminación con objetivos claros en las semanas y meses que vengan.

Carpas y refugios usados por palestinos desplazados a la salida del hospital Al Shifa. Foto: Reuters

¿Existe la posibilidad de que Israel haga una campaña con ataques más sutiles, menos dañinos, en comparación con los que está realizando ahora mismo?

Es difícil que Israel actúe de una forma diferente a la que actúa hoy. No se trata del todo de una “operación antiterrorista” clásica con objetivos precisos y delimitados (eliminar a terroristas, destruir infraestructuras), ni de la duración generalmente corta de una guerra de alta intensidad clásica, en la que dos ejércitos se enfrentan por el control de un territorio. En este caso, ese control será limitado en el tiempo: Israel no tiene ninguna intención de ocupar la Franja de Gaza en el largo plazo. Lo repito, los objetivos son claros: destruir a Hamas y remplazar el poder por la Autoridad Palestina, y liberar a los rehenes.

Considerando la cantidad de muertes civiles que hay en este conflicto, ¿qué se puede decir sobre la acción del Ejército israelí?

Es una cuestión complicada y sensible, porque ella toca a civiles, a mujeres y niños. Intentaré abordarla de la forma más fría posible, sin pasión. Las cifras, primero. Hamas anunció al menos 12 mil muertos desde el inicio de las operaciones en Gaza. Eso, evidentemente, es enorme. Pero debo subrayar que esas cifras son las de Hamas, y que no existe ninguna verificación independiente de esas cifras. Que haya realmente “12 mil muertos”, sí, es posible, pero no lo sabemos.

Un soldado israelí mira desde un tanque al atardecer mientras una unidad de artillería se reúne cerca de la frontera de Israel con la Franja de Gaza, el 12 de octubre de 2023. Foto: Reuters

Pero volvamos a la guerra. Vi, en el terreno mismo, muchos conflictos desde hace 40 años, tanto en Medio Oriente como en Europa. Estuve en Líbano en 1982 en la ofensiva israelí, luego en los 90, pasé meses sobre diferentes teatros de operación en los Balcanes, Croacia, Bosnia y luego Kosovo. Puedo testificar, y estoy lejos de ser el único, que el Ejército israelí tiene estándares morales muy elevados. No solamente los israelíes han llamado globalmente a las poblaciones del norte de la Franja de Gaza para evacuar, y siguen haciéndolo todos los días, sino que encima, cada golpe con un objetivo viene precedido de una operación de comunicación dirigida a los habitantes de los lugares que serán bombardeados. Dos horas antes de la acción, se les previene, entre otras formas, por teléfono del bombardeo, y se les pide que evacuen. Tzahal llama a este tipo de operación “tocar el techo”.

Ahora bien, algunos no evacuan y, en otros casos, es Hamas quien les impide evacuar, porque esta organización desea que haya la mayor cantidad de víctimas civiles, para utilizarlas de propaganda. Eso lo declararon los mismos jefes de Hamas: “la sangre de civiles, la sangre de mártires”, es necesaria. A eso, agreguemos que Hamas se esconde en la población, pone sus túneles y sus centros de comando en escuelas, hospitales, en los lugares más poblados, y que sus soldados no pueden ser distinguidos de los civiles, y todas estas prácticas, desde luego, son crímenes de guerra. Según vemos, todo concurre a maximizar el número de víctimas colaterales. Y el Tzahal hace lo máximo para evitarlo.

Palestinos en una fila para comprar pan en Khan Younis. Foto: Reuters

En el caso de una “lucha contra el terrorismo”, ¿cuál es la mejor manera de enfrentar está “campaña”?

Es que esto, más que una operación anti-terrorista, es una guerra de alta intensidad. Pero es una guerra asimétrica, en el sentido de que se pelea entre un ejército regular (Tzahal), y un “ejército” fuerte pero que tiene todas las características de una organización terrorista: se esconde entre los civiles, sus soldados no portan uniforme, etc. Pero a pesar de todo es una guerra, y no se puede enfrentar sin usar medios combinados: operaciones terrestres, operaciones marítimas, operaciones aéreas y operaciones de fuerzas especiales, además de tres servicios de inteligencia, Shin Beth en la seguridad interior, Mossad en la inteligencia exterior y Aman en los servicios especiales del ejército. Todo esto, para lo que concierne la eliminación de los “objetivos privilegiados” y la liberación de rehenes.

En el terreno de Gaza, considerando los túneles, la densidad de la población y la guerra urbana, ¿cómo se complica la campaña israelí?

Una guerra urbana es siempre muy complicada. Esto, porque aumenta fuertemente el número de víctimas civiles, como vengo de decir, pero también porque el defensor es quien posee el terreno, y tiene una ventaja importante. Se acostumbra a decir que para una batalla clásica, la relación entre atacantes y defensores debe ser de al menos 1 a 3. En el caso de los combates urbanos, debe ser de al menos 1 a 5. Es una guerra que se libra calle por calle, a veces edificio por edificio, e incluso piso por piso. Es largo, es difícil y muy costoso en vidas humanas. Y aquí, desde luego, los túneles complican aún más las cosas. La única manera de limitar los muertos y conseguir los “objetivos” de la guerra que se fijaron es el de progresar lentamente.

Un soldado israelí toma posición durante la operación terrestre en curso contra el grupo islamista palestino Hamas, en Gaza. Foto: Reuters

Primero, por una preparación de artillería y de bombardeos que tenga por fin destruir las posiciones que puedan ser ocupadas por Hamas, entre estos, los “puntos altos”, dígase los inmuebles desde donde se puede tirar sobre los blindados. De ahí, hacer avanzar a los blindados, que suelen tener problemas para maniobrar en los escombros, y que deben ser acompañados de excavadoras reforzadas que permitan despejar el camino, y al final, la infantería, que va a saturar el terreno y limpiarlo de soldados.

Para limitar los daños a civiles y ser eficaz, todas estas operaciones deben estar siendo apoyadas por una inteligencia precisa y al día, que permita saber dónde está el enemigo, cuál es su fuerza y de qué puntos de apoyo dispone. Todo eso indica claramente que la guerra puede durar semanas, e incluso, sin duda, meses.

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