Diego Ibáñez (CS): “Sería un error vincular un eventual triunfo del Rechazo como una reivindicación de los ‘30 años’”
El diputado descarta que una derrota de la opción Apruebo signifique un fracaso para su generación y afirma que el oficialismo debe actuar en unidad. Plantea que, por lo mismo, no puede existir una disputa entre las coaliciones por la hegemonía en el gobierno.
“Gana el Apruebo, de todas maneras. El acto de cierre, un acto unitario, centrado en las transformaciones históricas, me parece que colabora mucho en ese sentido”. El diputado y dirigente de Convergencia Social -la colectividad del Presidente Gabriel Boric- Diego Ibáñez, es uno de los convencidos dentro del oficialismo que la ciudadanía refrenderá, este domingo en el plebiscito, el nuevo texto. Sin embargo, y frente a un escenario que se plantea como estrecho, el parlamentario delinea el estado en el que queda el liderazgo del Mandatario y la hegemonía de las fuerzas oficialistas.
¿Se reordenan las fuerzas oficialistas en un eventual triunfo del Rechazo? Hay algunos que dicen que, si ese es el caso, implica un mayor aprecio hacia la exConcertación, representada en el Socialismo Democrático.
Lo primero es que, si gana el Rechazo, el ciclo político no se cierra: nos estiramos en una especie de laberinto que podría dilapidar ese delgado vínculo que hay aún entre las instituciones y la ciudadanía. Quienes piensen que con el Rechazo la derecha capitaliza, es una afirmación demasiado espuria porque al final los malestares van a seguir vibrando, sin capacidad de recepción institucional. Eso nos plantea como izquierda el desafío de que hay que considerar que es una derrota y reconocerla con toda su profundidad para poder comenzar esta nueva etapa dentro de un ciclo que se alarga. Y, en el oficialismo, todos los “apruebistas” perdemos si gana el Rechazo y no hay “apruebistas” que pierdan más que otros. Lo peor que podría pasar es que escuchemos a “apruebistas” creyéndose ganadores.
No hay “triunfadores” en el oficialismo si gana el Rechazo, entonces...
Sería un error vincular un eventual triunfo del Rechazo como una reivindicación de las dinámicas políticas y las vocerías de los últimos “30 años”. En ese sentido, para todos los efectos es fundamental la unidad de las fuerzas oficialistas, y desde allí levantar una hoja de ruta en un Congreso hiperfraccionado, donde hay bancadas independientes, pequeños núcleos de poder regional y local que se expresan en el Parlamento que se deben incorporar al debate sobre cómo se continúa.
Pero, en particular, ¿sería el fracaso de esta nueva generación que llega a La Moneda?
Si gana el Rechazo quienes ganan son quienes quieren que los cambios demoren y sean menos profundos. Ganan los que no ven como importante el abordaje estructural de los desafíos del siglo XXI. Si hay una derrota, todos los apruebistas la deben reconocer en profundidad.
Independiente del resultado, es más o menos evidente que existirá un ajuste de gabinete. ¿Ve espacio para un ingreso del Socialismo Democrático al comité político?
Es positivo que se incorporen figuras que representen liderazgos que puedan ordenar sus propias fuerzas de cara a las reformas estructurales, ampliando la base política. El Frente Amplio va a respaldar al Presidente en la definición que él tome. Pero ese detalle en particular corresponde que lo analice más en detalle el comité político.
¿Qué tan profundo tiene que ser ese cambio de gabinete?
De toda la profundidad necesaria que se requiere para llevar a cabo el programa del Presidente. Y no depende tanto el ajuste ministerial de si es que gana el Rechazo o el Apruebo, sino que tiene que ver con un nuevo proceso que se abre para implementar las reformas estructurales. Todas ellas requieren de transversalidad y renunciar a esa transversalidad es un error. Entonces, cualquier ajuste tiene que contemplar que el terreno legislativo en el cual nos movemos es hiperfraccionado, como ya mencioné. Cualquiera ajuste que se haga debe tener ese objetivo.
De ganar el Apruebo, ¿cuál es el siguiente paso? ¿Qué rol le compete al Presidente Boric?
En el caso de ganar el Apruebo uno podría abordarlo desde una “borrachera triunfalista”, pero una victoria electoral solo se convierte en victoria política cuando ese nuevo lenguaje que incorpora la nueva Constitución se naturaliza, a tal punto que lo defiendan quienes han optado por el Rechazo. Y ese va a ser el siguiente paso, si gana el Apruebo es abrochar las confianzas en este proceso constituyente, eso implica el diseño de una plataforma amplia, transversal, ciudadana, que incorpore al mundo político, académico. En el escenario del Apruebo, el Presidente va a tener una responsabilidad para implementar con gradualidad las disposiciones transitorias de la nueva Constitución y creo que él (Boric) es bueno para convocar a diversos mundos, incluso a quienes rechazaron, para cumplir con el objetivo de que la implementación sea transversal. Y, como firmante del documento de la oposición de reformas, me voy a esforzar al día siguiente por honrar esa firma e implementar todos estos perfeccionamientos lo antes posible.
¿Y de ganar el Rechazo? ¿Se debilita, se fortalece si lidera un acuerdo posplebiscito?
Las dos visiones son complementarias. Si sucede, es una derrota y hay que reconocerla, pero sería un error reconocer una derrota y responder con un exceso de pragmatismo. El Presidente ha sido claro en que se convocará a un nuevo proceso constituyente, a una nueva Convención. Un nuevo plebiscito es perder el tiempo, toda vez que ya se le consultó a la ciudadanía y quiere un órgano democrático que la redacte. En la fisionomía de esa nueva Convención debe haber un debate muy intenso. Creo que el rol de los partidos va a ser fundamental, más que del Presidente de ir definiendo esos detalles. Sin embargo, hoy la derecha demuestra una incertidumbre al no ponerse de acuerdo en el día después si gana el Rechazo. Convencerlos de aquello lo veo complejo y el Presidente va a tener un rol en ese diálogo.
¿Qué características debería tener una nueva Convención si el Apruebo no triunfa?
Sin plebiscito de entrada, con paridad, que es un mínimo cultural, la participación de los pueblos indígenas y que exista la posibilidad para que los independientes se constituyan como una fuerza política toda vez que la Convención y su fisionomía fue una gran fuente de legitimidad. Si dañamos esa fuente de legitimidad de la Convención, cualquier producto que salga de ella puede romper el delgado hilo entre la gente y las instituciones. Por eso hay que ser muy cuidadosos a la hora de dar este debate. Los detalles los veremos después del plebiscito. Todo es debatible en cuanto se mantengan esos principios.
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