La bendita (o maldita) rutina del confinamiento
La pandemia ha trastocado todos los niveles de la cotidianidad. También el bienestar emocional. Y para contrarrestar eso, en medio de una prolongada cuarentena, expertos proponen como aliada una organización “realista y flexible”, que permita canalizar las labores y necesidades de los distintos miembros del hogar. Aquí, dos psicólogas clínicas explican cómo hacerlo.
Romina Mandiola (40) es trabajadora social. Se dedica a atender a niños que han sido vulnerados, en sesiones que actualmente son a distancia. Sus hijos tienen 13, ocho y tres años de edad, y “hasta el más chico está con clases online, es una locura”. Si bien pudo comprar otro computador, igual los niños deben turnarse su celular cuando comienzan las actividades escolares en línea. Y en paralelo, ante la falta de ayuda externa, se distribuye con su marido las tareas domésticas. “A veces es todo muy difícil, pero estamos constantemente esforzándonos por ordenar mejor nuestra rutina”.
Los encierros obligatorios, la incertidumbre y la monotonía diaria son aspectos que están perjudicando la salud mental de las personas. Y en todos los niveles. Según un estudio de la Universidad de Chile, el 20,6% de los padres ha observado un deterioro en el bienestar emocional de los niños durante el encierro. Y en los estudiantes de educación superior, de acuerdo a una encuesta de la Universidad de Valparaíso, el 74% había manifestado síntomas de depresión en 2020.
En la población general el diagnóstico se repite: un 46,4% de las personas de entre 21 y 68 años admitió que sus preocupaciones le han hecho perder mucho sueño y el 45,8% del mismo segmento planteó que se ha sentido constantemente agobiado, según el último Termómetro de la Salud Mental de la U. Católica y la Asociación Chilena de Seguridad.
Ante estas cifras, los expertos enfatizan en la importancia de establecer una rutina que permita tener cierto control. La psicóloga clínica María José Vial enfatiza que lo más importante al momento de instaurar esta organización es que ésta “sea realista, flexible y no tan exigente. A comienzos de la pandemia estaba la falsa expectativa de que uno iba a tener más tiempo, pero eso no ha sido así”.
La especialista recalca que las rutinas pueden ser grandes aliadas para el bienestar emocional, si al aplicarlas se abarcan todas las áreas de la vida, como el trabajo, la alimentación, el horario de dormir, el aseo personal, el espacio de dispersión y el tiempo en la familia. “Es importante considerar la opinión de todos los miembros del hogar, porque la rutina tiene que ser algo propio de cada familia y no puede ser un mandato de los padres”, explica Vial.
Por otro lado, existen factores que no pueden predecirse y que alteran tanto a los adultos de la casa como a los más chicos.
La francesa Marion Cenci (43) vive hace un año y medio en Viña del Mar, junto a sus tres hijos -decuatro, siete y nueve años- y su esposo. Ambos son profesores y dictan clases en el colegio Alianza Francesa de manera telemática. Como en la casa tenían solo dos computadores y requerían de cinco aparatos electrónicos, el colegio les prestó tres tablets. Sin embargo, “los espacios en los que trabajamos son la cocina, la sala, a veces hasta en la cama. Hacemos lo posible por no escucharnos entre nosotros, pero no es tan fácil”.
Para estos casos, la psicóloga clínica infanto juvenil María José Camiruaga destaca que es fundamental “tener presente que estamos viviendo un tiempo fuera de lo normal y por lo mismo es importante tener cierta flexibilidad con las cosas que van ocurriendo en el día a día e ir ajustándose”.
No obstante, es primordial que “las excepciones no vengan a romper todos los esquemas ya establecidos, porque eso puede generar incluso más desesperanza”, considera Vial, dado que en el periodo actual las expectativas y las metas deben adecuarse a la realidad en la que se encuentra el país y el mundo.
“Hay que hacer el duelo de que no todo lo que se quiere hacer se podrá hacer (...). Además, entre menos recursos existan, más se exacerba el estrés y se deteriora la salud mental por esta frustración”.
Organización para los niños
Con respecto a los más pequeños, “la rutina en estos momentos es algo protector para ellos”, plantea Camiruaga.
Por ejemplo, Cenci dice que sus hijos “se están levantando igual que para ir al colegio, a las 7 de la mañana. Toman desayuno, se cepillan los dientes y después cada uno se conecta a sus clases”.
Si bien el encierro no favorece la fijación de un horario por la falta de cortes o recesos durante el día, la psicóloga infantil dice que “es buena idea dejar plasmado un horario en un lugar visible, como la puerta del refrigerador o en las piezas, para que los niños pueden ver qué tareas les tocan y cuándo”.
En esta línea, es conveniente que los padres en conjunto con sus hijos determinen una hora para levantarse e irse a dormir, para tomar desayuno, almorzar y cenar, para hacer las tareas y para jugar.
Y para romper con la monotonía, Mandiola explica que a sus hijos “les imprimo hartos dibujos, ellos también juegan entre sí o cocinan”. Y Vial destaca ese punto: la mejor alternativa para evitar caer en el aburrimiento “es ponerse creativos”, afirma. “La monotonía está dada por la rigidez, por eso la rutina debe ser flexible. Por ejemplo, los fines de semana no pueden ser iguales a los días de semana, se deben marcar ciertas diferencias”, añade. Y para eso, hacer actividades deportivas, familiares o comer algo distinto puede ser suficiente para generar una sensación de cambio y descanso.
Al respecto, Camiruaga advierte que “hay algunos estudios que dicen que mantener siempre las mismas conductas hace que no ejercitemos nuestro cerebro y que funcionemos automáticamente”. Por lo mismo, agrega, “es importante que nos pongamos durante el día a día pequeños motivadores o refuerzos que nos saquen de esa monotonía y también evaluar si la rutina es la adecuada para la familia. Esta se puede cambiar si vemos que no nos está funcionando la rutina que planeamos”.
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