La Legua en los ojos de Gerard Ouisse

Gerard ouisse
Foto: Mario Téllez

Tras dejar su cargo como párroco de La Legua, el sacerdote realiza un balance de lo que fueron sus dos décadas como sacerdote en la parroquia San Cayetano, en San Joaquín. “Yo he vivido aquí, a pesar de todos los problemas y dificultades, un sacerdocio feliz. Yo tengo otra familia en Francia, pero aquí es mi segunda familia”, señala.


El sábado 25 de septiembre en la parroquia San Cayetano, en San Joaquín, el sacerdote francés Gerard Ouisse dio sus últimas palabras como párroco de La Legua. En ese lugar, pasó los últimos 20 años de su vida trabajando, conociendo y ayudando a los vecinos de la población a enfrentar las principales problemáticas del sector.

“Yo he vivido aquí, a pesar de todos los problemas y dificultades, un sacerdocio feliz. Yo tengo otra familia en Francia, pero aquí es mi segunda familia”, señala.

El 1 de marzo de 1986 Gerard Ouisse llegó a Chile para desempeñar su labor pastoral. A partir de ese momento, comenzó a ejercer sus funciones en la población José María Caro, en Lo Espejo, donde pasaría 16 años trabajando junto a la comunidad. No obstante, en 2002 y tras el retiro de Mariano Puga como párroco de La Legua, fue seleccionado para suceder al exsacerdote en el cargo.

“Cuando llegué aquí no conocía a nadie, ni de la población ni nada. Empecé a caminar cada día por los pasajes y conocer de a poco a la gente. Descubrir la realidad de la población”, menciona.

Así seguiría haciéndolo por los casi 20 años que duró su estadía en la parroquia San Cayetano. A través de sus recorridos no solo podía acercarse más a los vecinos, sino que lograba percatarse y comprender en profundidad la realidad que enfrentaba cotidianamente el sector.

“De a poco conocí, visité la población, pero al mismo tiempo había acontecimientos. Por ejemplo, había siempre balaceras. Tuvimos muertes”, dice. Lo anterior, sumado a la cantidad de jóvenes que regularmente observaba en las esquinas consumiendo drogas, tomando alcohol o peleando.

De acuerdo con un sondeo de la Fundación Paz Ciudadana en 2017, la situación que generaba mayor inseguridad entre los vecinos del sector eran las balaceras. Asimismo, entre las principales preocupaciones se encontraba el tráfico y consumo de drogas.

A 20 años de sus primeros pasos en la población, el sacerdote realiza un balance de lo que ha podido observar respecto a esta temática: “Nos preguntamos, ¿por qué llegó a La Legua la droga y las armas?, y reflexionando y observando hemos descubierto que en el origen había una situación social de cesantía, de difícil acceso a la educación, la salud mala, y la vivienda, aquí tenemos no sé cuántas casas que tienen 23 metros cuadrados, donde viven a veces 2 y 3 generaciones. Hemos pensado, si no atacamos el problema de raíz, nunca vamos a salir de la droga y la violencia”.

Por esta razón, en las últimas dos décadas tanto Gerard Ouisse como la comunidad de La Legua han impulsado diferentes iniciativas para mejorar las condiciones sociales del sector.

Así, por ejemplo, nació la Agrupación Folcklórica Raipillán, la cual tiene como objetivo incentivar los estudios en niños, jóvenes y adultos que hayan quedado al margen del sistema escolar a través de las artes y la cultura. En la actualidad, son más de 300 personas las que se han visto beneficiadas por este proyecto.

Asimismo, el sacerdote impulsó la creación del Centro Vida Nueva, el cual provee a los vecinos de la población servicios médicos básicos como el acceso a psicólogos, dentistas y medicina complementaria. Anualmente, son 800 las personas de La Legua que acceden a estos auxilios. “La gente no tenía acceso a psicólogos, a la medicina complementaria ni al dentista porque es carísimo y mucha gente aquí no tiene seguro social”, menciona.

“Cuando nos damos cuenta de que juntos hemos logrado resolver el problema y hemos encontrado una solución, viene de adentro una alegría, porque hemos aportado para que nuestra población, su ambiente, sea más humano. Es la obra de todos”, añade.

Tras 20 años como párroco, la comunidad de La Legua lo instó a quedarse a vivir en el sector. Hoy, y a dos décadas de su llegada, le es difícil no describir el sitio como su hogar. “La Legua es mi familia, y yo me siento bien en todo lugar. Podemos tener dificultades a veces, pero no hay ahora una persona con quién yo no pueda conversar”.

“Lo que yo siento profundamente es que soy feliz aquí, algunos no entienden, pero es su problema, no es el mío (ríe). Soy feliz, cuando me pidieron que yo me quedara aquí, fue una alegría de muy adentro”, agrega.

El rol del Estado y la estigmatización

La encuesta de la Fundación Paz Ciudadana del 2017 revelaba que, hasta ese entonces, existía una insatisfacción generalizada entre los vecinos de La Legua respecto al control policial y los programas de intervención del Gobierno.

¿Qué le falta al Estado para poder abordar las problemáticas que se pueden ver en La Legua?

Fuimos tantas veces a tocar la puerta del Gobierno. Yo creo que no hay ni un Gobierno sucesivo que no haya recibido información de aquí, de lo que pedimos. ¿Qué hacemos con la droga? hoy día es peor que nunca, no solamente acá, en todas las poblaciones. Hemos mandado cartas pidiendo que por favor saquen las armas de La Legua, más que nunca. Pero no solamente aquí, ahora están en todas partes, se ven en Valparaíso, Concepción, en todas partes. Están viviendo en su mundo. ¿Quién de los políticos sabe lo que es vivir en población? ¿Quién sabe? no es solo hacer una visita... es saber exactamente lo que vive la gente en una casa de 23 metros cuadrados, sin tener espacio para salir.

Asimismo, el ex párroco de La Legua es crítico al señalar que, de acuerdo con su perspectiva, los medios de comunicación han jugado un papel negativo en cuanto a la estigmatización del sector.

“Hay sectores de Santiago y de Chile peores que La Legua, con más violencia que La Legua, pero la estigmatización de la prensa es, “La Legua, La Legua y La Legua”. Tú miras en YouTube y hay no sé cuántos reportajes sobre actos de violencias, allanamientos masivos, hay un crimen y viene la televisión. Eso nos estigmatiza”, concluye.

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