Magdalena Martin, especialista en felicidad: “El 50% de lo que determina nuestra felicidad viene por genética”

Magdalena Martin
Magdalena Martin, emprendedora y especialista en felicidad.

Un viaje que inspiró la idea de crear un negocio cuyo propósito era conectar a las personas a través de los regalos y que terminó en una quiebra, pero que llevó a Magdalena Martin -diseñadora y emprendedora- a descubrir una nueva pasión: la ciencia de la felicidad. Esto le abrió el camino para que se convirtiera en una de los 20 oradores del evento TEDxVitacura, este 6 de agosto.


¿Somos felices los chilenos? En el último World Happiness Report -estudio elaborado por la Universidad de Oxford y la encuesta Gallup, que mide el nivel de felicidad de 143 países- Chile ocupa el puesto 38° en el mundo, aunque destaca a nivel latinoamericano posicionándose en el cuarto lugar. La pregunta entonces es qué determina este sentimiento.

Eso es lo que estudia la ciencia de la felicidad, ámbito en el que justamente se especializa Magdalena Martin -diseñadora y emprendedora-, quien es una de los 20 oradores oficiales que participarán en el TEDxVitacura, una nueva edición de las internacionalmente reconocidas charlas. El evento -que cuenta a La Tercera como media partner- se realizará este próximo martes 6 de agosto en Santiago.

Martin relata cómo un viaje inspiró la idea de crear un negocio para conectar a las personas a través de los regalos, lo que la llevó a dejar su trabajo en el mundo corporativo; los altos y bajos en su camino como emprendedora y cómo la quiebra de su negocio -Regalos Clicker- dio paso a un encanto por la ciencia de la felicidad, una pasión que la llevó a iniciar nuevos emprendimientos en este ámbito enfocado en el bienestar humano; además de su intensiva preparación antes de exponer en el TEDxVitacura.

¿Cómo fue el paso por el mundo corporativo que, para muchos, podría ser monótono en comparación al emprendimiento y luego al estudio de la ciencia de la felicidad?

Yo durante mis años en el mundo corporativo, trabajé en Phillips y en Nestlé, nunca pensé que iba a emprender. Estaba súper bien evaluada, me encantaba, lo pasaba increíble. Y en un viaje se me ocurrió esta idea de resolver el tema del regalo y me lancé sin saber a lo que iba. Yo creo que muchos de los emprendedores en Chile no tienen ni idea en lo que se están metiendo, pero es parte de.

¿Qué pasó en este viaje que inspiró la idea de salir de un trabajo que te gustaba y emprender?

Regalos Clicker partió en un viaje a Europa porque se casaba un amigo. En Barcelona vi una tienda de la que salí con todos los regalos que tenía traer de vuelta, pero más encima nos quedamos ahí vitrineando por horas, porque era muy entretenida. Y dije: “Ya, quiero hacer algo así”. Es más, de ahí mismo saqué una marca y llamé, sin tener nada, diciendo que me gustaría representarlos acá en Chile, y me dijeron que sí. Ahí partí con la tienda, pero algo no me terminaba de cerrar, porque era como “Clicker, Design, Gift & Decor”, no estaba abocada 100% al regalo todavía. Sentía que era una tienda más y quería que fuera única. Después todo cambió con un cagazo: despachamos un pedido, un reloj, pero se nos olvidó mandar el mensaje que va con el regalo. Llamé a la clienta para avisarle, pensando que no era tan grave, y me retó, me cortó, una tragedia griega. Ahí ví el mensaje que ella le había escrito a él y que debía ir con el regalo, que no se me va a olvidar nunca más en la vida, y decía: “Esto no puede terminar así. Pelear es de valientes. Recuerda que nos queda poco tiempo”. Ahí me di cuenta que el reloj no era nada, era el mensaje. Y ahí dije, nosotros no estamos despachando productos, despachamos emociones y eso cambió todo. Ahí se convirtió en una tienda realmente 100% especializada en regalos, su propósito era conectar a las personas a través de los regalos.

¿Cómo te golpeó el proceso de quiebra de Regalos Clicker?

Fue durísimo, durísimo. Ha sido de las cosas más fuertes que he vivido en mi vida, por lejos, desde que se murió mi papá cuando tenía 17 años. Así de fuerte fue. Fue realmente espantoso. Es muy terrible quebrar en Chile.

¿Por qué?

Porque es un tema muy tabú. Porque te da mucho susto, no sabes qué va a pasar, pierdes todo, te marcan financieramente. A uno le sale todo el síndrome del impostor, de decir que hice todo mal y que fue culpa mía. Es súper importante hacer el mea culpa, obviamente, pero yo decidí sacar la mayor cantidad de aprendizaje posible de toda esta historia. Lo documenté y lo escribí.

De ahí nacen las 16 lecciones de este proceso...

Sí. Hice una charla, que le fue increible, que son las 16 lecciones de mi quiebra. Son cosas que de frentón hice mal, que hay que reconocerlas; otras que aprendí, que pude haber hecho mejor; y otras que hice bien. Y en todos los aspectos, no solamente en el financiero, también en el humano, de personas, de sociedad, de cultura, personal.

Y la importancia de compartir estas lecciones con quienes pueden tener experiencias parecidas...

Sí. La cantidad de gente que me llamaba, y que me llama hasta el día de hoy, diciéndome “me está pasando lo mismo” es impresionante. Es impresionante lo poco que se habla del tema, pero a la vez cómo la gente necesita hablarlo. Lo otro, que también aprendí con todo lo que estudié, es que la vida es con problemas. Tenemos que aprender que la felicidad está en cómo disfrutamos de la vida, con las cosas buenas y las cosas malas.

Magdalena Martin
Magdalena Martin, Emprendedora y especialista en felicidad. (Foto: TEDxVitacura)

¿Cómo llegaste a la ciencia de la felicidad, especialmente mientras estabas en un momento tan difícil?

Tuve que pedir ayuda médica, porque era demasiada la angustia. Uno tampoco se puede creer super woman, obviamente en los momentos difíciles hay que pedir ayuda. Entre medio de todo esto, me topé con un estudio de Harvard, que es el más longevo que existe. Vienen estudiando a 800 personas durante 85 años para determinar qué es lo que hace las personas felices, y el mayor predictor de felicidad es la calidad de las relaciones humanas. O sea, el tener buenas relaciones humanas es lo que hace más feliz a la gente, independiente de la plata, independiente de todo lo que uno cree o que nos hacen creer. Y ahí dije, chuta, mi propósito estaba súper bien. Quizás el camino no va a seguir siendo el mismo, porque quebré, pero sigo sintiendo que por acá va. Me metí a full al tema de la ciencia de la felicidad. Me puse a estudiar como loca, lo que también me ayudó mucho a tener herramientas para sobrepasar la quiebra, para para poder iluminar las cosas buenas de la vida, no solamente lo malo.

¿Cómo podemos definir la ciencia de la felicidad?

La ciencia de la felicidad es, con evidencia científica, entender qué es lo que hace a los seres humanos personas felices, pero en el tiempo, no esporádicamente. Porque confundimos la felicidad con la alegría, y ¿qué pasa? Que la sociedad nos está diciendo que la felicidad está donde realmente no lo está: “Cómprate el auto que vas a ser muy feliz, cómprate la casa”... y la ciencia de la felicidad demuestra cómo esto no nos hace felices o lo hace, pero durante un tiempo muy acotado.

¿Se puede ser feliz en el tiempo?

Totalmente. Un estudio que salió el 2005, de Sonia Lyubomirsky, demuestra que el 50% de lo que determina nuestra felicidad viene por genética. Hay gente que nace genéticamente más feliz que otra. Un 10% viene dado por las circunstancias de la vida, sólo un 10%.

Muy poco...

Sí, yo pensaba que era muchísimo más. Pero no, porque está la adaptación hedónica, que significa que siempre tendemos a adaptarnos y volver a esta línea de referencia base, genética. Entonces, por ejemplo, nos ganamos el Loto, nos pegamos como un peak, pero nos acostumbramos y volvemos de nuevo a esta base de referencia. Y el 40% que queda depende de nosotros, está en nuestras manos, y hay millones de herramientas para que nosotros seamos más felices.

¿Cuáles son estas herramientas?

Hay varias. Una, por ejemplo, es la gratitud y hay varias formas de ser agradecidos: está el pensamiento contrafáctico, que es decir cómo las cosas podrían haber sido peores. Por ejemplo, yo quebré, pero mis hijos están sanos; o escribir las cosas por las que estamos agradecidos. Otra herramienta es saborear, salirse de la experiencia para poder observarla y apreciarla, vivir el momento. Otra es juntar experiencias y no cosas. Pero, por lejos, las relaciones humanas es lo que nos hace más felices. Esto se ha medido en los pueblos más pobres y en los países más ricos.

¿Podríamos decir que los chilenos somos felices?

Chile no está dentro de los países más felices del mundo, pero en Latinoamérica está bastante bien.

¿Se le ha tomado el peso de la importancia de este tema en el bienestar, en la salud mental de las personas?

En Inglaterra, en 2018, hicieron el Ministerio de la Soledad, porque sabían que esto era lo que más afectaba a la felicidad de los ciudadanos. Bután, que un país chico, tiene el índice de la Felicidad Nacional Bruta, no el PIB; hay políticas públicas en Japón también. Hay millones de políticas que se pueden hacer respecto a este tema y aumentar la satisfacción de vida de las personas. En Inglaterra lo que hicieron fue que en el mismo Censo, Censo que acá nos acaban de hacer, sumaron cuatro preguntas para poder poder geolocalizar las zonas que estaban más afectadas, y que no eran necesariamente las más pobres, y pusieron los recursos ahí. El voluntariado en los países más felices es promovido de una manera impresionante, ¿por qué? Porque es una forma de estar con más gente.

Políticas que se podrían aplicar acá...

Perfectamente, pero tiene que estar la intención. Y no se necesitan tantos recursos.

Preparar una TED

El 6 de agosto vas a ser una de las expositoras en el TEDxVitacura, ¿cómo fue todo este proceso?

Fue increíble. A principios del año pasado, cuando estaba súper mal porque ya sabía que iba a quebrar, una amiga, Paula Alcalde, me metió en un curso de manifestación. Lo hice a duras penas, porque andaba con muy poca energía, pero dentro de los ejercicios que tenía era hacer un vision board, donde tenías que poner fotos de cómo te veías en el mediano, corto plazo. Yo puse distintas fotos, pero la más grande era una de una charla TED, que también puse de fondo de pantalla en mi celular. No tenía idea, ni un ápice, de cómo iba a llegar, pero cuando uno empieza a visualizar estas cosas, uno se pone más atenta a las señales. Una persona que seguía en Instagram subió una historia sobre el TEDxVitacura, me metí, postulé y después me llega un mail diciendo que había quedado preseleccionada. Yo no lo podía creer y tenía un poco de miedo. Después pasé a la segunda etapa y empecé a ver los que están quedando seleccionados, porque participaron 1.200 personas, era gente súper buena. Ahí te baja el síndrome del impostor total y pensé que era imposible, que no iba a quedar. Después tuvimos una audición en vivo de cinco minutos, donde hasta me emocioné contando mi historia. Ese mismo día me llamaron y me dijeron que había quedado seleccionada. No podía creer que hace un año tenía de fondo de pantalla en el celular una charla TED y ahora estoy a días de darla.

¿Cómo ha sido la preparación estos meses?

Súper exigente, súper intensa. Pía Cárdenas y Miguel Ángel Labarca son nuestros profesores de oratoria y de storytelling, y nos han sacado lo mejor de cada uno. He aprendido montones, he entendido cómo funciona el tema de conectar con la audiencia, de entregar. Porque acá lo más importante es entregar un regalo. Fue complicado lograrlo, pero se logró.

¿Qué ha sido lo más desafiante de este proceso?

Te vas a reír con lo que te voy a contestar, después de todo lo vivido, pero una de las cosas más desafiantes ha sido la memoria. Antes, nosotros nos aprendíamos el teléfono, los celulares, ocupabas la cabeza. Me di cuenta que es impresionante que ya no la usamos para memorizar. Entonces de un día para otro tienes que memorizarte seis o siete páginas. Ha sido un desafío y hay que volver a ejercitar un poquito la memoria.

¿Qué mensaje esperas que se quede con quienes escuchen tu charla?

Quiero que la gente se quede con las herramientas para poder vivir por la vida feliz, con lo bueno y con lo malo. Más que el que te digan que tienes qué vivir por la vida feliz, es el cómo. Ese cómo es el regalo que me gustaría dar.

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