Moisés Naím, pensador global: “Estamos viviendo una era de problemas grandes y líderes pequeños”
El influyente pensador global acaba de publicar Lo que nos está pasando, libro que recoge 121 columnas que escribió entre 2016 y 2023. Naím plantea que actualmente “el poder se ha hecho más fácil de obtener, más difícil de usar y más fácil de perder”. Sobre la gestión de Boric, apunta que ha sido “una oportunidad perdida”.
De entrada, Moisés Naím -uno de los pensadores globales más influyentes de la actualidad- aclara que el título de su más reciente libro, Lo que nos está pasando (Debate), lo tomó de una cita del ensayista y filósofo español José Ortega y Gasset. “Se lo pedí prestado sin permiso. En la década del 30 él escribió un texto expresando su preocupación por los vientos de guerra, y la inestabilidad social y política que había en Europa, con muchas cosas pasando”, apunta Naím, distinguido miembro del Carnegie Endowment for International Peace, un think tank con sede en Washington D.C.
Escritor y columnista, ha elaborado más de 10 libros. Antes de dedicarse al periodismo y al análisis político, se desempeñó como ministro de Industria y Comercio durante el gobierno del Presidente venezolano Carlos Andrés Pérez y luego como director ejecutivo del Banco Mundial. También, entre 1996 y 2010, dirigió la revista Foreign Policy.
“Ortega y Gasset escribió: no sabemos lo que nos está pasando, exactamente eso es lo que nos está pasando. Yo creo que esa cita se aplica perfectamente a las circunstancias que vivimos hoy. Se sabe que vienen grandes cambios, se sabe que vienen nuevos tiempos, se sabe que va a haber nuevos protagonistas, algunos de los actuales desaparecerán y aparecerán otros”, plantea Naím, cuyo último libro contiene 121 de columnas que escribió entre 2016 y 2023. En esos textos, el intelectual venezolano ofrece su mirada -a veces descreída y crítica, y en muchas ocasiones propositiva y didáctica- sobre los fenómenos políticos que enfrenta el planeta.
¿Qué nos está pasando entonces?
Está la expectativa de que va a haber mucha novedad y que esas nuevas realidades nos van a afectar a nosotros, nuestras familias, nuestro trabajo, al gobierno, a la economía. Es decir, nos van a afectar sin duda. Lo que no sabemos es cuándo y cómo nos van a afectar. Y esa ansiedad, esa incertidumbre es la que produce. O produce la duda y la ansiedad acerca de lo que viene.
En ese mundo pospandemia que describe en sus columnas, ¿cuáles serían los cambios más relevantes? ¿Tienen que ver con inteligencia artificial, democracia y populismo?
Sí, eso es lo que está pasando. Es que nunca habíamos visto tanta simultaneidad en las nuevas realidades. Los nuevos retos que están planteándose están llegando todos a la vez. El cambio climático es un profundísimo cambio, no solo del medio ambiente, sino que va a ser un cambio en la forma de vivir de todos nosotros. Eso aún la gente no lo ve, pero cada día hay más evidencia de que las estructuras y arreglos que hasta ahora estaban vigentes ya no funcionan. Entonces lo que hay es que las barreras a la entrada de causar grandes disonancias, grandes dificultades, son muy bajas. Cualquiera con un teléfono y una conexión a estas plataformas puede llegar a tener millones de seguidores, que a su vez tienen consecuencias sobre lo que sucede. Entonces, una de las características es que lo que más sorprende de todo esto y lo más peligroso es que son cosas que están viniendo todas a la vez, simultáneamente. Muchas de ellas inéditas, muchas de ellas jamás habían pasado antes. Otras habían pasado, pero estaban adormecidas. Las guerras en Europa para controlar fronteras o cambiar las fronteras de un país. Eso pensábamos que se había acabado, que en el siglo XXI esas guerras medievales ya no existen. Pero ahora estamos sumidos en una guerra debido a la invasión criminal de Putin a Ucrania.
¿De qué manera observa otro fenómeno actual, que es el debilitamiento del poder?
Por supuesto que hay poder concentrado todavía en muchas partes. No hay duda que en la Rusia de Putin, con Putin a la cabeza, ahí hay un poder. Sin embargo, hasta dictadores como este están viendo restricciones a lo que pueden hacer. El mensaje central de uno de mis libros, y que está también en este, es que el poder se ha hecho más fácil de obtener, más difícil de usar y más fácil de perder. En mi último libro hay muchísimos ejemplos de esto.
¿El debilitamiento del poder tiene que ver también con las promesas incumplidas de nuestros gobiernos?
Bueno, en el ámbito político lo que está sucediendo es exactamente lo mismo, lo que tú dices: el poder se va debilitando porque no está funcionando, no les está dando a los ciudadanos, no está cumpliendo con las promesas, hay desilusión, etc. Eso es en el ámbito político. Pero hay que tener cuidado, porque el poder se está debilitando, pero no está desapareciendo, evidentemente. Xi Jinping en China y China como país son fuentes de poder muy importantes. Los mismos Estados Unidos, a pesar de todos los problemas.
En América Latina hay gobiernos que seis meses después de asumir ya están muy débiles. ¿Eso tiene que ver con que en general se está votando por el mal menor?
La antipolítica, sí. En América Latina está la idea de que todo lo que ha habido antes no sirve, que ‘son todos ladrones, corruptos, incompetentes’, que ‘los partidos políticos son antro de estafadores’, en fin. Hay una gran desilusión de la gente por la elite política y por los partidos. Y bueno, esto es lamentable, (aunque) los partidos no han sabido mejorar. Estamos viviendo una era de problemas grandes y líderes pequeños para enfrentar esos problemas. Resulta difícil para los presidentes y los jefes de Estado gobernar, y tener logros y poder satisfacer las expectativas. Entonces les echan mano a los trucos de las tres P: populismo, polarización y posverdad, que son una manera de compensar las fallas de rendimiento, los problemas de desempeño y las promesas incumplidas.
Usted ha planteado que los gobiernos no están leyendo bien los nuevos fenómenos. En ese sentido, ¿hay espacio para gobiernos refundacionales?
Bueno, no hay duda que hacen falta reformas, no hay duda que hay que cambiar la manera como se hace la economía, de que las políticas de la política necesitan mejorar su capacidad de defender las ideas y los intereses de quienes menos tienen. Y bueno, atender la lista de problemas pendientes, como el cambio climático, la inteligencia artificial. Hasta ahora lo que hemos visto son políticos fracasados, políticos que logran quedarse en el poder simplemente en base a artimañas, no en servirles a sus seguidores.
¿Hay alguna diferencia entre los populistas de este tiempo y los gobernantes que irrumpieron en la región en los 2000, como Hugo Chávez o Evo Morales?
Hay una diferencia profunda, importante, permanente y transformacional. Y es el uso de la tecnología, de las comunicaciones y en particular las redes sociales.
En una de las columnas de Lo que nos está pasando plantea que “el mundo no está interpretando correctamente los cambios que están ocurriendo en América Latina. ¿A qué se refiere?
En América Latina hay a veces sorpresas y hay presidentes que aparecen y provocan sorpresa. El ejemplo más claro en estos momentos es Javier Milei en Argentina, Bukele en El Salvador y probablemente la nueva Presidenta de México (Claudia Sheinbaum). Ella quizás no tanto ahora, porque al principio va a seguir atada a López Obrador, para después liberarse, ¿no? La famosa patada histórica que ocurre siempre en este tipo de arreglos. Pero claramente Bukele es un ejemplo que a muchos países les gustaría tener un Presidente que les permita salir a la calle sin miedo, donde la seguridad personal sea importante, que es el caso de El Salvador. Luego Argentina, harta de la corrupción y del abuso, el kirchnerismo es reemplazado por otra cosa y, bueno, apareció Milei. Entonces ese tipo de sorpresas son constantes. Lo que pasa es que lamentablemente pocas de ellas llegan a buen destino.
También usted dice que en la región ya no está la dicotomía izquierda-derecha, sino que la desilusión económica...
Lo que yo digo es que el mapa político no puede ser definido por izquierda y derecha. Estas son características que no te ayudan a pronosticar lo que viene ni te ayudan a prescribir lo que hay que hacer. A mí me importa mucho más si los gobiernos son autocracias o democracias. Eso para mí es mucho más importante que si son de derecha o de izquierda.
En el caso de Chile, ¿qué ha podido observar del gobierno del Presidente Gabriel Boric?
Bueno, yo lo he caracterizado en otras entrevistas como una oportunidad perdida. He visto varias oportunidades en las cuales Boric hubiera podido tener un gobierno de mayores resultados y mayor reconocimiento. Pero creo que Boric llegó atado a una ancla muy fuerte: los pequeños partidos históricos de izquierda que tienen muy poco que ofrecer en términos de satisfacción para los votantes y sus seguidores. Boric no logró zafarse de eso y muchas de sus decisiones estaban dirigidas a satisfacer a sus seguidores. De lo que se trata es de crear movimientos políticos, esperanzas, y de crear movimientos políticos. Y de crear movimientos políticos que no dependan de pequeños arreglos de microactores que se vuelven macroactores.
En noviembre, Estados Unidos tendrá una elección presidencial crucial: Biden contra Trump, o viceversa. ¿Qué factores podrían inclinar esos comicios?
Todas las elecciones son históricas, pero estas son las más importantes. Yo no sé cuál de los dos candidatos va a sacar más votos. Yo creo que nadie lo sabe. Lo que sí creo es que el ganador no se impondrá por una brecha gigantesca de votos. Lo otro que sabemos, por su propia conducta, es que si Trump no gana él va a declarar que le robaron las elecciones. En ese caso habrá mucha turbulencia.
¿Qué tanto podrían influir el estado de salud de Biden y la situación judicial de Trump?
Biden, con su edad, sus limitaciones, sus dificultades, va a enfrentar a un condenado, alguien que está ya juzgado por la justicia de Estados Unidos. Y bueno, hay que escoger entre uno y otro. Y yo no creo que eso sea así, porque si Biden gana, él va a terminar su mandato -o se irá antes si tiene un problema de salud-, mientras que Trump va a abogar para que lo dejen quedarse más allá de los cuatro años que le corresponden. Pero nadie puede pronosticar qué es lo que va a pasar.
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