Post pandemia: ¿De regreso a los “locos años 20”?
Mientras algunos países del hemisferio norte comienzan a desconfinarse, gana terreno la teoría de que los años post-coronavirus serán similares a los “desenfrenados 20”. Este optimista pronóstico, de “un mundo feliz”, es defendido acá por su propulsor y contrastado con los diagnósticos de expertos nacionales e internacionales que parecen estar más cerca de ver el vaso medio vacío.
Durante la mañana del miércoles el Presidente francés Emmanuel Macron y su primer ministro Jean Castex tomaron un café en un bar parisino con mesas en la calle, cerca del Palacio del Elíseo. Flashes, cámaras y una estudiada puesta en escena animaron la inauguración del desconfinamiento galo tras siete meses de museos, tiendas, cines y restaurantes cerrados bajos los candados de la salubridad y la cuarentena. Luego, aprovechando el sol primaveral, el mandatario y su comitiva se dirigieron a la localidad de Sainte-Pointe-Marie, donde saludó a los jugadores del club de fútbol local y declaró oficialmente que se abrirían los recintos deportivos techados y a cielo abierto. De paso, anunció que esperaba hacer de Francia “una nación deportiva” con miras a los Juegos Olímpicos de París 2024.
Aquel año parece ser la luz al final del túnel de la pandemia no sólo para Macron, sino que para al menos un investigador con reputado currículum e influencia. En su libro Apollo’s Arrow: The profound and enduring impact of coronavirus on the way we live, el médico y sociólogo estadounidense Nicholas Christakis plantea que en tres años más estaremos totalmente libres de las cadenas del agente patógeno. Además, Christakis cree con firmeza que la celebración, el gasto y la distracción serán el leitmotiv de buena parte de la humanidad en tal período. Algo así como un regreso a los “locos años 20”, tesis que él defiende y que anima el libro que en septiembre será editado en español.
Etiquetada como “Roaring Twenties” en Estados Unidos, “Années Folles” en Francia o “Golden Twenties” (“Glückliche Zwanziger Jahre”) en Alemania, la década de los 20 tiene a estas alturas características casi míticas para un sector de la humanidad. Al menos para la parte de mayor poder adquisitivo. Desde 1920 hasta el crash de la Bolsa de Nueva York de 1929 hubo una progresiva prosperidad económica, acompañada de un inusitado dinamismo cultural que se expresó en la llamada “Era del Jazz”, la consolidación de Hollywood y en el Art Deco (cuyo ejemplo claro es el edificio Chrysler en Chicago). Al mismo tiempo la gran producción de la industria automovilística y la masificación de la radio le dieron un particular sentido de modernidad a la sociedad de los “locos 20″.
“La celebración es una reacción humana natural después de un desastre, sea una guerra, un terremoto o una plaga. No lo veo como algo imposible”, comenta al teléfono Christakis, quien es profesor de Historia en la Universidad de Yale. Sus planteamientos han provocado entusiasmo en muchos, suspicacia en no pocos y la respuesta de ventas al libro es la de un best-seller, con un respaldo crítico que va desde un medio liberal como The New York Times (“una mirada penetrante y científicamente fundamentada de la pandemia y sus consecuencias”) hasta la de un historiador conservador como el británico Niall Ferguson (“una historia instantánea de un acontecimiento que aún no acaba: excepcional y magistral”).
El profesor Christakis, que por sus investigaciones sobre la interacción social fue nombrada una de las 100 personas más influyentes por la revista Time en el 2009, recurre a un razonamiento bastante lógico en sus predicciones y es evidente que lo embarga un contagioso entusiasmo, algo no tan común entre los escépticos científicos.
“Todas las tendencias de una epidemia clásica se revertirán. Si el patrón de la pandemia fue permanecer en casa y reducir las interacciones sociales, cuando ésta acabe la gente buscará implacablemente salir y visitar clubes nocturnos, restaurantes, bares, eventos deportivos, concentraciones políticas y conciertos. Pienso comenzarán a gastar su dinero con la misma decisión que lo guardaron bajo la amenaza del coronavirus. En fin, mi pronóstico es que será un período de gran exuberancia”, dice Christakis.
“La celebración es una reacción humana natural después de un desastre, sea una guerra, un terremoto o una plaga. No lo veo como algo imposible”.
Sociólogo estadounidense Nicholas Christakis
Si al menos atendemos al dato de que desde el 27 de marzo la banda Love of Lesbian viene ofreciendo una serie de conciertos en España sin contagios masivos (sólo seis hasta ahora a razón de cinco mil personas por presentación), la idea de que la población quiere desenfreno tras la cuarentena parece tener el camino allanado. Eso sí, el profesor Christakis recuerda que “todo tiene una serie de fases y será recién a fines de 2023 cuando hayamos dejado totalmente atrás el impacto biológico, social, económico y psicológico de la pandemia”.
Desde el Instituto Jacques Delors de París, uno de los think tank más importantes de Europa, su director Sébastien Maillard dice vía Zoom a La Tercera que aunque la historia nunca se repite, hay señales de que al menos se espera un aumento del gasto en los próximos meses en el verano europeo. “Las autoridades francesas están expectantes de que ello suceda en el período de vacaciones”, sostiene Maillard. “Se apuesta a que habrá mucho consumo, sobre todo después de tantos meses de austeridad en que muchos han cuidado de su dinero. Hay que entender que el covid-19 también provocó frustración en la población”, agrega el responsable del think tank galo.
Un “Baby Boom” no deseado
Aunque los niveles de la natalidad en el mundo han disminuido en los últimos 70 años de acuerdo con un estudio realizado el año pasado por la Universidad de Washington, hay fenómenos que podrían desencadenar un aumento de nacimientos tras la pandemia. En abril del 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) postuló que las condiciones de confinamiento eventualmente causarían cerca de 7 millones de embarazos no deseados.
Según la ginecóloga y delegada para Chile de la Red Iberoamericana de Salud Sexual y Reproductiva (Redisser), Andrea Von Hoveling, la razón tiene que ver con “las barreras para adquirir anticonceptivos y para acceder a la atención en salud reproductiva durante los meses de las cuarentenas dinámicas”. Agrega más datos: “En períodos de crisis social, la actividad sexual y la fertilidad se mantienen. Si a eso le sumamos que disminuyen los contraceptivos, el efecto es el aumento de embarazos. En particular los no planificados”.
La profesional también concuerda con la OMS en que por las mismas razones es esperable un drástico crecimiento de las enfermedades de transmisión sexual. “Es uno de los daños colaterales del Covid-19 y podría ser perfectamente la próxima crisis sanitaria. Después de todo, las estrategias de prevención, diagnóstico y tratamiento de estas dolencias han disminuido en el mundo, fundamentalmente por razones económicas”, puntualiza la doctora.
También en el ámbito de la salud muchos pronostican la necesidad de tener en el futuro cercano un carnet de sanidad. “En todas partes del mundo está la discusión sobre una certificación de salud que permita volver a tener una vida social más o menos normal”, dice Daniel Chernilo, sociólogo y director del Doctorado en Procesos e Instituciones Políticas de la Universidad Adolfo Ibáñez.
“Este documento serviría eventualmente para viajes internacionales y nacionales, asistencia a conciertos, discotecas, etcétera. Por supuesto que se produce un dilema ético y legal, pero el tema está ahí y no ha disminuido”, agrega Chernilo, quien en abril del 2020 postuló cinco escenarios o condiciones post-pandemia en una columna de Ciper: además del pasaporte de sanidad preveía el aumento del gasto público en salud, la discusión sobre un ingreso básico universal, el fin de la época dorada de la aviación civil y la consolidación del teletrabajo y la teleeducación.
Con respecto al lugar de la salud entre las prioridades del Chile post-Covid, el sociólogo plantea: “Las decisiones de la generación a cargo del país en los próximos 20 años estarán ancladas a la experiencia de la pandemia. Así como el golpe militar y la recuperación de la democracia determinó a mi generación y la anterior, el coronavirus será clave para que quienes vienen le den importancia a un sistema de salud público eficiente. Basta ver cómo la gente se puso contenta con la disponibilidad de vacunas. Hubo una revalorización de nuestro sistema”.
La era del anti-globalismo
A nivel internacional, la irrupción de la pandemia también aceleró el distanciamiento de Estados Unidos hacia China en términos de dependencia económica. Pasará mucho tiempo hasta que volvamos a ver un mundo que propenda a la integración y la globalización amistosa. Este nuevo orden es uno de los tópicos que postula el historiador canadiense Quinn Slobodian (1978), de quien se acaba de editar en español su libro Globalistas: El fin de los imperios y el nacimiento de los neoliberalismos.
“A diferencia de lo que buscaron las administraciones de Clinton y Bush, Obama y por supuesto Trump trataron de frenar los avances de China. Joe Biden sigue en la misma dirección, si es que no es aún más fuerte”, dice el profesor de historia internacional del Wellesley College de Massachusetts. “Estados Unidos ya no abraza el lenguaje del universalismo, porque ya no encaja en sus intereses”. Luego contextualiza: “Tras el fin de la Segunda Guerra y después de la Guerra Fría, EE.UU. no tenía rival en el mundo y persiguió el globalismo. En ambos momentos el planeta funcionaba como un gran mercado para su lugar de superpotencia indiscutida”.
“Se apuesta a que habrá mucho consumo, sobre todo después de tantos meses de austeridad en que muchos han cuidado de su dinero. Hay que entender que el covid-19 también provocó frustración en la población”.
Sébastien Maillard, director del Instituto Jacques Delors de Francia.
Aunque Europa ha ido algo más a la zaga de Estados Unidos en su política de contención hacia China, Slobodian cree que ya está instalado y en marcha un nuevo orden transatlántico entre el viejo continente y el país del norte con respecto al gigante asiático.
Un nacimiento doloroso
Durante el 2020, el profesor Adil Nasam de la Universidad de Boston realizó una maratónica serie de entrevistas con más de 100 personalidades a las que les hizo una sola pregunta: ¿Cómo será el mundo después de la pandemia? Los videos, actualmente disponibles en YouTube, incluyen entre otras las reflexiones del politólogo estadounidense Francis Fukuyama; el Premio Nobel de Economía británico Angus Deaton; el exlíder del Partido Laborista Jeremy Corbin; el intelectual norteamericano Noam Chomsky y el analista político Ian Bremmer.
“El mundo ya estaba lo suficientemente complicado antes de la pandemia y una de las cosas buenas que nos puede dar el Covid-19 es la oportunidad de reconfigurar todo”.
Adil Nasam, académico de la Universidad de Boston.
En general ninguna de las respuestas rebozó del optimismo de alguien como Nicholas Christakis y muchos tendieron a decir que en el futuro se acentuarían algunas tendencias negativas del presente, desde el nacionalismo y el fin del mutilateralismo hasta las corrientes individualistas que hoy ya campean. El profesor Najam, que es decano de la Escuela de Estudios Globales de la Universidad de Boston, parece compartir algo de ese pesimismo, pero al menos avizora cierta luz a lo lejos.
“El mundo ya estaba lo suficientemente complicado antes de la pandemia y una de las cosas buenas que nos puede dar el Covid-19 es la oportunidad de reconfigurar todo”, explica a través de Zoom. Pero antes deja una advertencia algo sombría: “Una de las sorpresas de mis entrevistas es que todos los expertos me decían que ya no volveríamos a la normalidad pre-pandemia”.
Ese tipo de reflexiones son un trago difícil de saborear para la mayoría y en la realidad más inmediata están la consolidación de la tele-educación y el tele-comercio. Sobre lo primero, Najam es consciente a través de sus propias clases y cursos universitarios, facilitados a través de la virtualidad de los zooms y demás plataformas. Sobre lo segundo, tiene un diagnóstico con tonos más grises: “Hasta en los países con menos recursos, con menos que Chile por cierto, ha existido un gran avance en el comercio remoto. Para uno de mis entrevistados aquel era el mundo perfecto, pero para quienes trabajan en las tiendas físicas evidentemente la situación es la contraria”.
Najam, que es profesor de Relaciones Internacionales y Medio Ambiente de la Universidad de Boston, infiere que en el mundo habrá una nueva estructura social: “Creo que el Covid-19 redefine los conceptos de clase a partir de otros factores, empezando por las personas con habilidades digitales versus las que no, las que trabajan desde la casa en comparación a los que deben moverse diariamente”.
“Yo creo que habrá mayores brechas económicas en la población. Hay una parte de la gente a la que la pandemia no le ha provocado problemas. Incluso se ha beneficiado de ella: siguen con trabajo, ganan lo mismo o más, pero ahora no se mueven de sus casas. Yo, como profesor universitario soy uno de ellos. Esto significa que los indicadores de la economía en el futuro no tendrán mucho sentido, pues dependerán de a quienes están midiendo: a los que se beneficiaron del mundo virtual o a los que fueron aplastados por él”, plantea Najam.
Los pronósticos de este ingeniero paquistaní están en la categoría de los que ven el vaso medio vacío, en oposición a la teoría del desenfreno de su colega Nicholas Christakis en Yale. Aún así, Najam trata de equilibrar las cosas con una metáfora que tal vez no consuela pero si parece lógica: “El período de tiempo que corresponde a esta pandemia y los años que vendrán es el de un mundo que está tratando de nacer. Y sabemos que los nacimientos son siempre dolorosos”.
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