Raúl Cordero, climatólogo: “Nuestra generación es la única en la historia humana que nació con un clima y se va a morir con otro”
Chile está muy cerca de cerrar el invierno más seco y caluroso de su bitácora climática. Pero mientras muchos añoran antiguas jornadas invernales, este científico, es más bien pesimista. "Por cada año que pasa las probabilidades que esos años lluviosos vuelvan son más pequeñas".
Raúl Cordero llegó a Chile en 1998 proveniente de Ecuador. Para entonces era un estudiante de posgrado en la U. Santa María en Valparaíso, cuando el país aún “disfrutaba” de viejos parámetros climáticos. “En los años 90, en la zona central aún llovía”, dice el climatólogo de la U. de Santiago y líder del grupo científico @Antarcticacl. Y no solo eso, sino “cuatro, hasta cinco días seguidos”, rememora con nostalgia. “Viví lo que era más o menos regular que los chilenos vivieran en esa década: días consecutivos de precipitaciones, los que desafortunadamente es poco probable que vuelvan con similar frecuencia”.
Pero su pesimismo no se basa solo en una apreciación. Debido a su trabajo científico, sabe con números en mano del desplome de los valores pluviométricos del país. Dice que si en la zona central antes llovía en promedio 600 mm anuales, hoy apenas sobrepasa los 400.
-¿Y volveremos a tener inviernos como los de esa época y como la mayoría de los chilenos recuerda?
Desafortunadamente, cada año que pasa, las probabilidades de que esos años lluviosos que teníamos en el pasado vuelvan son más pequeñas.
-¿Es irreversible?
En el corto y mediano plazo, todos los efectos del cambio climático que hemos observado en las últimas décadas son irreversibles. Lo que sí podemos hacer es que la situación deje de empeorar. En la zona central el cambio climático se asocia a bajas en las precipitaciones. Tan pronto como el mundo abandona el uso de los combustibles fósiles, dejaremos de perder precipitaciones. Sin embargo, recuperar las lluvias que eran normales en la década de los 80 o los 90 es algo muy difícil que personas de mediana edad veamos.
-Mucha gente recuerda inviernos con paraguas, botas y lluvias...
Nuestra generación y tal vez la de nuestros papás o abuelos, es la única generación de humanos que nació con un clima y se van a morir con otro. En el pasado, las generaciones, al menos las que nacieron antes del siglo XX, nacían con un clima y se morían con el mismo clima. El clima sí cambiaba de manera natural, pero estos cambios eran tan lentos que en un período tan corto como la vida humana eran indetectables e imperceptibles. Nosotros, que nacimos en el siglo XX, somos de los primeros humanos que nos vamos a morir con un clima significativamente diferente al que recordábamos cuando niños.
-¿Cómo se explica en términos simples que el cambio climático haya producido un invierno tan seco y caluroso?
En la zona central los inviernos secos se asocian a tardes cálidas y amaneceres fríos. La razón es que la falta de nubes que caracterizan los inviernos secos permite que el suelo se enfríe durante toda la noche, pero al mismo tiempo permite que la radiación solar caliente el suelo durante el día. Por esta razón, los bimestres junio-julio 2015 y 2021, los más secos registrados en la capital, son también los más cálidos en términos de temperaturas máximas. Este tipo de inviernos, secos, de tardes calurosas y mañanas relativamente frías, continuarán presentándose de forma cada vez más frecuente hasta que detengamos el calentamiento global.
-Chile lleva casi 15 años de sequía, bautizada como megasequía y ahora incluso como hipersequía. Independientemente del nombre, ¿dejará de ser lo anormal y pasará a ser la nueva normalidad?
Hasta que logremos reestabilizar el clima, no podremos hablar de una nueva normalidad sino de un continuo y acelerado empeoramiento. Por ejemplo, en esta última década, en promedio, en Santiago han estado cayendo unos 200 mm de lluvias por año. Uno podría decir, ‘ya listo, antes caían más de 300 mm por año, ahora tengo que acostumbrarme a vivir con 200 mm’. Desafortunadamente, no es tan simple, porque ese promedio anual de precipitaciones podría seguir empeorando. Como la situación podría continuar empeorando cada vez más rápido, más que hablar de acostumbrarse, es necesario conversar en cómo adaptarse a esta nueva situación.
-¿Cómo cree que el país está enfrentando el cambio climático?
Yo diría que, considerando nuestro nivel de desarrollo, lo estamos haciendo razonablemente bien. Es obvio que las cosas se pueden hacer mejor, pero Chile ha demostrado una mucho mejor capacidad de adaptación que otros países que también han sido golpeados por fenómenos meteorológicos extremos. Nicaragua, por ejemplo, fue aplanado por un huracán categoría 5 a fines del año pasado y hoy muchos migrantes tratando de cruzar la frontera entre México y EE.UU. son nicaragüenses huyendo de la devastación de ese huracán. Buena parte de los migrantes haitianos que viven en Chile están en el país como resultado de la devastación que el huracán Matthew dejó en Haití en 2016. La capacidad de respuesta de Chile al huracán silenciosos que es la sequía ha sido evidentemente mejor que la de Haití y de Nicaragua, porque tiene un desarrollo y una solidez institucional muy superior. El desarrollo y una solidez institucional son factores claves en la capacidad de adaptación de los países. Es un gran logro que en las grandes ciudades de la zona central sigue saliendo agua de la llave, a pesar de una década de intensa sequía. ¿Cómo se logró ese milagro? Gracias a que los habitantes del país tenemos los recursos para pagar la cuenta. Esval, por ejemplo, acaba de construir un ducto para rellenar con agua del río Aconcagua uno de los embalses de la Quinta Región que va a permitir que esta primavera-verano no haya cortes de agua en el Gran Valparaíso. Eso no significa que los efectos del cambio climático no están saliendo gratis. Los habitantes de la RM vamos a tener que pagar los nuevos pozos que se construyeron en nuestra región y los habitantes de la Quinta Región van a tener que pagar el nuevo ducto. Los costos de la sequía son mucho más altos para los habitantes de zonas rurales. Muchos pequeños agricultores de la zona central han debido abandonar sus campos y han perdido sus cabezas de ganado. Hay, además, importantes conflictos sociales en las comunas más golpeadas por la sequía y el estrés hídrico. En resumen, aunque estamos en mejor situación que Nicaragua y Haití, los costos de la sequía los estamos pagando en la cuenta del agua, de los alimentos y en mayor conflictividad social.
-¿Hay ya en Chile migrantes climáticos?
Sí. Los costos del agua en el campo son muy altos, están forzando a los pequeños agricultores a vender sus tierras y sus animales e irte a la ciudad. Eso está pasando al menos en la última década en el país, aunque afortunadamente no estamos hablando de grandes flujos migratorios, como ocurre en Nicaragua o Haití. Aún son flujos migratorios pequeños, que un país de ingresos medios como Chile aún es capaz de absorber.
-Cuando se habla de cambio climático en Chile, se piensa en sequía, alza de temperaturas y baja en las precipitaciones, pero ¿hay otros problemas graves?
Para Chile, un país costero, uno de los problemas es la combinación derivada del alza del nivel del mar y el aumento en la frecuencia e intensidad de las marejadas. Este efecto combinado está provocando un ya evidente retroceso en nuestras playas, pero ese no es solo el único costo. Si tú revisas cuántos días el puerto de San Antonio pasa cerrado por marejadas, verás que ha aumentado mucho, lo que a su vez ha forzado la construcción de nuevos rompeolas. Y ¿quién va a pagar eso? ¡Nosotros! El costo del cambio climático lo pagamos todos y muchas veces de manera inadvertida.
-Hubo alguna ilusión que la ausencia de La Niña podría hacer de este invierno un poco más normal, pero eso no ha ocurrido. ¿Podría haber lluvias en lo que resta del invierno o el inicio de la primavera?
Sí, aún existe la esperanza de que al igual que en el año 2015, las precipitaciones repunten en el último tercio del invierno. El bimestre junio-julio 2015 fue también extraordinariamente seco, pero el año cerró con alrededor de 200 mm en Santiago, lo que hoy no es poco. Sin embargo, esta es más una esperanza que una certeza, porque las perspectivas no son buenas. La Niña en realidad nunca se ha terminado de ir; las aguas del Pacífico tropical continúan bajo valores típicos a la fecha y de acuerdo a la Noaa hay un 66% de probabilidades de que La Niña vuelva antes de fines de año. Por lo tanto, las probabilidades de que este sea el año final de esta larga sequía son bajas.
“El acceso al agua está en el corazón del conflicto social”
Según Raúl Cordero, el principal problema que el cambio climático genera en Chile es la falta al agua, principalmente en la zona central. Dice que no hay que olvidar que en el corazón del conflicto social del país está también el reclamo por las inequidades en el acceso al agua. “No es el único reclamo ciudadano, pero el estrés hídrico, particularmente en zonas rurales, está exacerbando los conflictos sociales y políticos en el país.”, asegura. Por eso dice que el cambio climático está también cambiando la política nacional, abriendo un espacio a “activistas por el derecho al agua” -que probablemente no existiría sin la grave sequía actual - no solo existen, sino que son capaces de definir elecciones. “Las consecuencias políticas del cambio climático ya no pueden ser ignoradas, ni en Chile ni en ninguna parte del mundo.
-Y estos conflictos, conforme el cambio climático aumente, seguirán en aumento también?
Sí, es probable que los conflictos exacerbados por el cambio climático se continúen. En el mundo de la física, el cambio climático hace más intensos y frecuentes los eventos extremos y en el mundo social el cambio climático exacerba conflictos, que de otro modo podrían haberse mantenido en estado latente.
-Hay voluntad política, ciudadana, por cambiar este destino?
No. Lamentablemente, los líderes electos suelen responder a la voluntad de los votantes, la que a su vez sigue está desafortunadamente condicionada por inmediatez. Y eso explica que, aunque nuestros políticos saben que el uso de combustibles fósiles esta cambiando el clima, están discutiendo rebajar el impuesto específico a esos combustibles. Es fácil culpar a los políticos, pero en este caso el problema somos los ciudadanos, que de manera irresponsable y desinformada premiamos electoralmente con demasiada frecuencia este tipo de medidas. Sólo habrá liderazgo políticos para la acción climática cuando los ciudadanos lo exijan y premien electoralmente.
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