Segunda vuelta en Francia: Una elección que pone en jaque a Europa
Aunque el Presidente Emmanuel Macron es el gran favorito para imponerse en el balotaje del domingo, los analistas no se atreven a descartar una sorpresa de Marine Le Pen, tal como sucedió con el Brexit o la elección de Trump. En las urnas no solo está en juego el futuro de Francia, sino que también los comicios representan un desafío para la Unión Europea, la OTAN, la relación con Alemania y los complejos vínculos con Rusia.
¿Puede Marine Le Pen dar vuelta el tablero y ganar la segunda vuelta del domingo en Francia frente a Emmanuel Macron, el claro favorito? Esta pregunta ronda entre los franceses, pero también cruza por estas horas las fronteras europeas e incluso el Atlántico. ¿Es posible este escenario? La candidata ultraderechista piensa que sí y se encomienda a las grandes sorpresas en las urnas de los últimos años: el Brexit en Reino Unido y la elección de Donald Trump, ambas en 2016. El Presidente francés, por su parte, se aferra a la cómoda ventaja que le dan las encuestas y a los 32 puntos que le sacó a Le Pen en el balotaje de 2017.
“Esta vez realmente da miedo”, tituló el diario Libération al día siguiente de la primera vuelta del 10 de abril, en referencia a la posibilidad de un éxito electoral de Le Pen. En su portada, el periódico faro de la izquierda francesa colocó los rostros de ambos candidatos enfrentados, con un fondo negro. Aunque claramente partidista, la advertencia de Libération revela el nerviosismo que cunde en los sectores que no comulgan con la extrema derecha gala, tanto en Francia como en el resto del Viejo Continente.
Esto, porque las elecciones francesas son vistas como una prueba de fuego para Europa: de ganar, Le Pen ha dicho que pretende mantenerse en la Unión Europea, pero que cada país pueda definir su destino; imponer la primacía del derecho francés en vez del europeo; retirarse del mando integrado de la OTAN; romper las “cooperaciones estructurales con Alemania” y concretar un diálogo con Vladimir Putin, que hasta antes de la guerra con Ucrania era su aliado clave.
El temor respecto de la candidata de Agrupación Nacional (el ex Frente Nacional) se explica en gran parte por sus postulados en política exterior, dado que esta vez suavizó el discurso interno que la lanzó a la primera línea de la política francesa, vale decir, sus posturas antiinmigración y antiislámicas. En la actual contienda, Le Pen ha puesto foco en la economía (inflación), además de los asuntos europeos.
La visión respecto de la elección francesa como un puzzle para Europa estuvo presente en el debate presidencial la noche del miércoles. “Esta elección es también un referéndum a favor o en contra de la Unión Europea”, advirtió el europeísta y centrista Macron. “Desde hace cinco años, he visto sufrir al pueblo de Francia, preocuparse por el futuro y dudar. Otra elección es posible”, replicó Le Pen, que en el foro televisivo intentó presentarse como la Presidenta de la “libertad”, el “poder adquisitivo” y el nacionalismo económico.
“A diferencia de su campaña de 2017, (Le Pen) anunció que no buscará romper con la UE, por lo que no habrá entonces un ‘Frexit’. Pero sí ha dicho que se acercaría a Hungría y Polonia, con quienes comparte conceptos de democracia liberales”.
Jean-Jacques Kourliandsky, analista político francés
“En esta elección no solo está en juego el futuro de Francia, sino también el de Europa. ¿Qué cambios podrían ocurrir en el continente si gana Le Pen? La UE se vería fuertemente afectada, quedaría en entredicho la alianza franco-alemana y, además, se debilitaría la postura europea frente a la guerra en Ucrania”, plantea a La Tercera Yves Déloye, politólogo del Instituto de Estudios Políticos de Burdeos.
“A diferencia de su campaña de 2017, (Le Pen) anunció que no buscará romper con la UE, por lo que no habrá entonces un ‘Frexit’. Pero sí ha dicho que se acercaría a Hungría y Polonia, con quienes comparte conceptos de democracia liberales, para provocar un reordenamiento de la UE hacia una Europa menos integrada”, apunta Jean-Jacques Kourliandsky, director del Observatorio América Latina de la Fundación Jean Jaurès.
De acuerdo con Kourliandsky, una eventual elección de Le Pen “supondría también reacomodar Francia con Rusia y su Presidente, Vladimir Putin, que la recibió en 2017. Fue un banco ruso el que le concedió un préstamo para financiar su campaña de 2017, y un banco húngaro la actual”.
En la misma línea, aunque algo más pesimista, se manifiesta Gilles Vergnon, experto francés del Instituto de Estudios Políticos de Lyon. “Una victoria de Le Pen sería un terremoto político en Europa”, dice a La Tercera. Pese a que las encuestas le otorgan al menos ocho puntos de ventaja a Macron, los analistas son cautos y no descartan una sorpresa de última hora, como pasó con Trump frente a Hillary Clinton. “La tendencia puede revertirse si quienes se abstuvieron en la primera vuelta se decantan por Le Pen”, agrega este politólogo. En esos comicios, el mandatario se impuso con un 27,84%, mientras que su rival obtuvo un 23,15% (casi dos puntos más que en 2017). La participación se situó en un 73%, cuatro puntos menos que hace cinco años. “Una victoria de Le Pen tendría repercusiones a nivel global”, advirtió días atrás The New York Times.
La mujer de los gatos
Hay una “accidente” que bien retrata el carácter de Le Pen, la ruptura con su padre y su ascenso en la política francesa. Amante de los gatos, la actual diputada suele emocionarse cuando recuerda a Artémis, su felino regalón que fue devorado por el doberman de Jean-Marie Le Pen. Ese hecho la impulsó en 2014 a mudarse de la casa paterna y emprender una vida por cuenta propia.
La separación coincidió con el vuelo que desde ese momento comenzó a tener en la agenda política local, con una voz propia a cierta distancia de la de su padre, el líder del Frente Nacional que en 2002 sorprendió al pasar a la segunda vuelta. Aunque perdió por paliza (Jacques Chirac obtuvo un 82% y Le Pen apenas un 17%), desde ese momento la ultraderecha francesa no hizo más que crecer. A ese factor sorpresa se aferra ahora la candidata: en los comicios de hace 20 años se suponía que el socialista Lionel Jospin disputaría el balotaje, pero Jean-Marie Le Pen se lo impidió.
A diferencia de la contienda electoral de 2017, Le Pen ha abandonado su discurso xenófobo y sus declaraciones más estridentes. En vez de aquello, ahora se presenta como una mujer moderna -separada y madre de tres hijos- y con un amor infinito hacia los gatos. Su dedicación a estos animales no es algo menor en Francia: en ese país hay alrededor de 13,5 millones de gatos y siete millones de perros. Las preferencias ciudadanas en ese sentido están claras. Ningún otro país europeo ama tanto a los gatos como Francia. En una elección cerrada, todo suma.
Un Presidente poco querido
Los franceses saben de segundas vueltas, hecho que se ha repetido en todas las elecciones del actual siglo. Macron aspira así a convertirse en el primer Presidente en ser reelecto desde Chirac. Sin embargo, a diferencia de 2017, el escenario no está pavimentado y la historia reciente puede decir mucho: en 2012 el conservador Nicolas Sarkozy vio frustrado un segundo período en el Elíseo al perder en segunda vuelta frente a Francois Hollande. A su vez, el dirigente socialista enfrentó una crisis política tan severa que ni siquiera se presentó en 2017, las elecciones que ganó Macron, su ministro de Economía.
Macron, según los analistas, es un mandatario no muy querido por los franceses. Durante meses sus seguidores lo han acusado de utilizar su “prominencia diplomática” en el marco de la guerra en Ucrania en vez de concentrarse en los temas internos del país.
“Hay otro factor, que es el hecho de que los votantes de Jean-Luc Mélenchon no tienen una buena imagen de Macron. Ellos en parte tienen la llave. Sea como fuere, el país está profundamente dividido entre tres bloques sociales, culturales y en parte geográficos antagónicos”.
Gilles Vergnon, politólogo francés
Precisamente ha sido su plan de retrasar la edad de jubilación de 62 a 65 años lo que en parte importante explica la caída de su popularidad. Según Statista, en enero pasado el 53% declaró tener una mala opinión del jefe de Estado, a quien también se le critica su poca empatía con el electorado galo. En ese sentido, mientras su rival recorre la “Francia profunda”, el mandatario de 44 años es visto como alguien lejano. A esto se suma el creciente aumento en el costo de la vida.
El mandatario francés ha impulsado un gobierno centrista y eso le trajo buenos dividendos en la primera vuelta. Según Ipsos, el 41% de los mayores de 70 años votó por él. Lo mismo hizo el 30% del electorado entre 60 y 69 años. No obstante, el gran problema para Macron son los jóvenes: solo uno de cada cinco menores de 24 años se decantó por él en los comicios del 10 de abril.
Si bien los más jóvenes están en general desencantados de la política, también ha influido el hecho de que Le Pen ha prometido abolir el impuesto sobre la renta a este grupo.
Pese a esto, Macron tiene la primera chance en vencer este domingo. “Las encuestas dan como favorito al Presidente. ¿Es posible que cambie la tendencia? La brecha entre los dos candidatos es muy pequeña (53/47), ciertamente de una manera mucho menos cómoda que en 2017. Así que tengamos cuidado...”, advierte Déloye.
“Hay otro factor, que es el hecho de que los votantes de Jean-Luc Mélenchon no tienen una buena imagen de Macron. Ellos en parte tienen la llave. Sea como fuere, el país está profundamente dividido entre tres bloques sociales, culturales y en parte geográficos antagónicos”, complementa Vergnon.
El día después
En la primera vuelta, el izquierdista Mélenchon obtuvo el 21,5% de los votos, es decir, apenas un par de puntos menos que Le Pen. Si bien durante la campaña de segunda vuelta ha llamado a sus electores a no apoyar a la candidata de la ultraderecha, no ha hecho un llamado explícito para que voten por Macron.
Por eso, hay quienes aseguran que los votantes de Mélenchon serán clave. Sin embargo, podría darse el escenario de que algunos de esos electores sencillamente no acudan a las urnas, aburridos de ser utilizados como “votantes útiles”, en especial los jóvenes. Con el objetivo de captar al electorado de izquierda, Macron se abrió a la posibilidad de atrasar la edad de jubilación a los 64 años.
Por lo mismo, Kourliandsky es cauto. “Las encuestas de primera vuelta no supieron medir la volatilidad del electorado. Si bien anunciaron a los dos vencedores, subestimaron o sobreestimaron los resultados finales. Así (ahora) nadie sabe en realidad cómo van a comportarse los electores de los candidatos eliminados”, dijo a La Tercera.
Hay quienes también creen que más allá del resultado, Le Pen de alguna manera “ya ganó”. Además, estiman estos mismos analistas, la “verdadera” pelea tendrá lugar en las elecciones legislativas de junio, en la que las fuerzas de Le Pen le podrían arruinar la fiesta a Macron en caso de que este gane el balotaje. “Tarde o temprano Marine Le Pen gobernará Francia”, es la sentencia que el escritor galo Pierre Lemaitre hizo en 2017, “profecía” que más temprano que tarde podría cumplirse.
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