Universitarios después de los 55 años
Más de seis mil inscritos en establecimientos de educación superior del país tienen más de 55 años. Las motivaciones para hacerlo son múltiples. Aquí, varios cuentan su historia.
Lucía Warles tiene 72 años, es oriunda de La Serena y es mechona. Con miedo y curiosidad este año decidió ingresar a la carrera de Trabajo Social en la Universidad Central.
El año pasado terminó su enseñanza básica y media en el Colegio Ceia Pahiuen de Vicuña. Motivada por sus profesores, se inscribió para rendir la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES), y con su puntaje consiguió entrar a la carrera. “Para mí fue un desafío personal, y obtuve buen puntaje, con lo que pude postular a diferentes carreras”. Sus opciones fueron Psicología y Periodismo, pero finalmente se decidió por Trabajo Social.
El caso de Lucía no es aislado. Yaninna Quiroz (56) es “cachorra” de la carrera de Periodismo en la Universidad de Santiago (Usach), y también está en su quinto año de Derecho, ingresó en 2017. “Soy la más vieja de Derecho, y lo digo con orgullo”, dice.
Según cifras entregadas por la Subsecretaría de Educación Superior, en el proceso de admisión 2023, 6.185 alumnos sobre los 55 años se matricularon en pregrado. De estos, 11 son mayores de 74 años.
Del total de estudiantes, 1.140 están matriculados en centros de formación técnica, 3.326 en institutos profesionales y 1.719 en universidades. Las cifras muestran que la inquietud por estudiar después de los 50 es mayoritariamente de las mujeres, que representan el 52% (3.212) del total de inscritos.
¿Cuál es la motivación para aventurarse en la educación superior a esa edad?
Yaninna cuenta que en su juventud dejó la carrera de Pedagogía en Química para enfocarse en su familia y se dedicó al doblaje de voz. Ahora quería salir de su zona de confort. “A cierta edad te empiezas a quedar ahí cómodamente, y la verdad es que tienes mucho por entregar. Es sentir esa adrenalina que ya no sientes, esa cosa de estar ahí, de aprender, incluso de no entender el lenguaje, es muy entretenido”.
El proceso no ha tenido pocas dificultades. Una de ellas es su salud, pues sufre de lupus eritematoso sistemático y por esa razón ha sido hospitalizada varias veces. Además, en 2021 tuvo una operación de cadera que la obligó a usar bastón para movilizarse, y hace un par de años perdió la visión del ojo izquierdo. “No podía leer las pruebas, así que el departamento de discapacidad me dio la posibilidad de darlas con todas mis necesidades técnicas necesarias”, cuenta.
Yaninna estudió con gratuidad hasta el año pasado, luego accedió a una beca por discapacidad, y firmó el CAE para costear la diferencia.
Lucía asegura que empezó a estudiar para ayudar. “Me inscribí en esta carrera (Trabajo Social) porque uno puede ayudar a sus semejantes, en mi caso a adultos mayores”, asegura, a la vez que insta a sus pares a “que no nos quedemos encerrados en nuestras casas, sino que ocupemos la mente en algo más positivo”.
A pesar del apoyo de su familia y de su entorno, en más de una ocasión recibió comentarios negativos. “Voy a cumplir 73 años, y me dicen vas a salir con 78, no vas a tener un campo de trabajo disponible, pero yo estoy completamente consciente de la edad. Los malos comentarios los he tomado como un incentivo para demostrar que todavía se puede”, comenta.
Lucía en una primera instancia iba a financiar su carrera a través del CAE, pero gracias a la ayuda brindada por su comunidad y la Universidad Central accedió a la gratuidad y una beca de alimentación.
Edith (62), en cambio, es educadora parvularia y accedió al programa de la UNAB para titularse en Psicología. Se declara agradecida con la institución “que abre sus puertas a los adultos a un precio razonable y sin una actitud paternalista”.
Programas especiales
En general, no existen admisiones especiales para personas mayores que desean estudiar en pregrado, por lo que deben dar la PAES como cualquier aspirante a universitario. Aun así hay casas de estudios con programas y cursos destinados a adultos mayores, como la Universidad Católica, la Universidad de Santiago, la Universidad Central y la Universidad Autónoma (UA). En el caso de la UNAB, existe un Programa Advance para la continuidad de estudios en un formato reducido.
Hoy, en la Universidad de Chile existen 21 estudiantes mayores de 55 años, en la Universidad Central hay 21; en la UNAB, 37; mientras que la Usach tiene 41 estudiantes mayores.
Desde la Universidad Central, el vicerrector Emilio Oñate dice que uno de los agentes movilizadores de las personas para entrar a la universidad a una edad improbable es la inquietud intelectual y la necesidad de actualizar conocimientos en un mundo en permanente cambio.
“Hoy, estudiar carreras universitarias no es sólo un certificado que te habilita para la vida laboral, es un imperativo necesario a lo largo de toda la vida”, asegura el académico.
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