Expertos entregan 10 propuestas urgentes para disminuir la obesidad de niños y adolescentes
Reducir las horas de pantalla, cuidar el sueño, prohibir la venta de alimentos sin sello en los colegios, como sopaipillas, o legislar sobre los “menús infantiles” en locales de comida rápida, son parte de las recomendaciones del reciente documento “10 propuestas para disminuir la obesidad en Chile”, elaborado por expertos de la Facultad de Ciencias para el Cuidado de la Salud de la Universidad San Sebastián, que busca enfrentar las consecuencias de ser el segundo país de Latinoamérica donde más ha aumentado la obesidad durante los últimos 30 años.
Chile es el segundo país de Latinoamérica donde más ha aumentado la obesidad durante los últimos 30 años, según un estudio publicado en febrero pasado por The Lancet. La situación es grave y expertos coinciden que el país vive una “epidemia de obesidad”, considerando además que para 2035 se espera que un 43% de los adultos del país la padecerá, de acuerdo con estadísticas de la Federación Mundial de la Obesidad.
La única forma de cambiar esta realidad es tomando acciones urgentes, como las contenidas en el reciente documento “10 propuestas para disminuir la obesidad en Chile”, de la Facultad de Ciencias para el Cuidado de la Salud de la Universidad San Sebastián (USS), con medidas útiles para comenzar a generar un cambio en los establecimientos educacionales, familias, padres, apoderados, además de cambios en la regulación de los alimentos que consumen los menores en el país.
El trabajo fue realizado por María Teresa Valenzuela, ex subsecretaria de Salud Pública y decana de la mencionada facultad, y el nutricionista Samuel Durán, director del Magíster en Nutrición en Salud Pública USS.
Durán destaca que los consejos apuntan principalmente a niños, niñas y adolescentes en pleno desarrollo, considerando a la obesidad como una responsabilidad de los adultos: “Muchas veces se generan políticas públicas, pero estas duran lo que dura un gobierno y no se transforman en políticas de Estado con recursos que las sustenten”.
En la misma línea, la decana Valenzuela plantea que la educación sobre una alimentación saludable juega un rol fundamental en la formación de las nuevas generaciones, sumando a ello la importancia que existan ambientes al interior de establecimientos en los que se pueda hacer actividad física, lo cual tiene directa relación con las capacidades potenciales de la educación, como son la concentración, la memoria y la inserción en el medio.
“El sedentarismo se suma como un gran factor de riesgo en la parte cognitiva. La actividad física debería ser promovida desde el embarazo y continuar en los colegios, donde la actividad física contribuye al desarrollo de capacidades cognitivas”, complementa Durán.
Las 10 propuestas de expertos para disminuir la obesidad en Chile
1. Realizar intervenciones nutricionales desde el embarazo
La Dra. María Teresa Valenzuela asegura que “falta preocupación sobre la importancia de la alimentación en el embarazo. Nos preocupamos sobre cuántos kilos está subiendo la futura madre, pero no acerca de qué está comiendo. Si una embarazada está comiendo chatarra en exceso, las grasas trans pueden tener efectos negativos en la salud del futuro bebé”.
2. Fomentar la lactancia materna exclusiva hasta el sexto mes
La lactancia materna es la base de la salud del niño o niña, por tanto, lo recomendado es no incorporar relleno u otro alimento antes de los seis meses. Aun cuando el lactante reciba suplemento, siempre privilegiar la lactancia materna. Los expertos aconsejan mantener hasta los dos años una lactancia complementaria.
3. Incorporar nutricionistas dentro de los establecimientos educacionales
Los nutricionistas pueden realizar muchas tareas en los colegios, incluyendo el monitoreo nutricional y educación en hábitos saludables. “La Ley 20.606, que aplicó los sellos a los alimentos, además indica que los ministerios de Salud y de Educación deben tener un sistema obligatorio de monitoreo nutricional de los alumnos de enseñanza parvularia, básica y media, el que los orientará en el seguimiento de estilos de vida saludable; sin embargo, no hay acciones concretas en este sentido”, menciona Durán, y agrega que la incorporación de nutricionistas dentro de los establecimientos nutricionales podrían permitir un monitoreo nutricional integral, trabajando tanto en lo preventivo, promocional, pero también realizando intervenciones entre los escolares, educar a los padres y derivar a centros de salud en caso necesario, entre otras tareas.
4. Duplicar las horas de actividad física
Pensado principalmente en los colegios públicos y en los jardines infantiles, en donde el tiempo destinado a ello es la mitad de lo que ocurre en establecimientos particulares. María Teresa Valenzuela considera que se debe apuntar a las horas reales que se realiza actividad física, más allá de las horas designadas por curso.
5. Disminuir las horas de pantalla
Lo ideal, sobre todo en la primera infancia, es que no pasen más de una hora al día en computadores, tablets o celulares. “Es fácil dejarlos viendo tele mientras los papás trabajan, pero ese tiempo podría ser usado en fomentar de alguna forma la actividad física”, señalan los expertos.
6. Fomentar una adecuada higiene del sueño de los niños
Las infancias deberían dormir más de 10 horas, mientras que los adolescentes, nueve. Estudios hechos por la USS señalan que niños y niñas de 10 años de edad duermen menos de las horas recomendadas, dado que socialmente está aceptado que se acuesten muy tarde, o que vean televisión o manipulen celulares de noche. El dormir poco afecta a las hormonas ligadas al apetito y la saciedad, lo que altera el sistema nervioso autónomo. “Además, durante el sueño se regulan las hormonas del crecimiento. Por lo tanto, dormir poco incrementa el riesgo de obesidad y de enfermedades crónicas,”, afirman los académicos USS.
7. Fomentar el consumo de alimentos saludables en los colegios
Principalmente el consumo de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y lácteos. Que tanto los colegios como las universidades potencien la oferta de menús más saludables (quioscos, casinos), tanto para los alumnos como para los profesores y profesoras.
8. Potenciar la aceptabilidad del consumo de alimentos
Hay una gran pérdida de alimentos al interior de los colegios y en el hogar. Es importante fomentar la preparación variada y atractiva de comidas en un ambiente propicio y de valoración de los alimentos. La tarea fundamental es incorporar hábitos de consumo de frutas, verduras, legumbres, entre otros, evitando así que adopten malos hábitos de alimentación.
9. Prohibir la venta de comida chatarra sin sellos en los colegios
Existe la prohibición de alimentos de alto riesgo para la salud (con sellos) al interior de los colegios; sin embargo, también se debe prohibir la venta de comida chatarra, que por su elaboración no tiene sellos “alto en”, por ejemplo, sopaipillas, papas fritas u otro, al interior de los colegios. Además, se hace necesario resguardar el radio de los colegios respecto a la venta de alimentos de alto riesgo (con sellos) y comida chatarra a 100 metros de distancia.
10. Legislar sobre los menús infantiles
En los menús para niños en locales de comida rápida o delivery abundan las papas fritas, nuggets de pollo, empanadas fritas de queso, entre otros, de muy baja calidad nutricional. Es importante que exista una legislación que controle la calidad nutricional de estos alimentos.
Riesgos de la epidemia de obesidad
¿Qué ocurrirá con los actuales menores con sobrepeso u obesidad si en los próximos 10 años no cambian sus hábitos alimentarios? María Teresa Valenzuela es enfática: “Va a haber una explosión de enfermedades crónicas no transmisibles y, dentro de ellas, un incremento de varios tipos de cánceres que están claramente asociados a la obesidad”.
De hecho, las consecuencias de la obesidad podrían perjudicar la esperanza de vida de los chilenos. “Si bien hoy día la esperanza de vida es de 80 años en promedio, la calidad de vida desde los 70 años en adelante es de mala calidad, debido a estos factores de riesgo en la alimentación”, complementa la decana.
Samuel Durán, a su vez, evoca su etapa de internado en atención primaria en 1998, año en que era “muy raro” que apareciera un adolescente con diabetes tipo 2. “Esa enfermedad la padecían sólo personas sobre los 40 años. Pero hoy cada día es más común tener niños con hipertensión, o adolescentes con diabetes tipo 2″, plantea, y agrega que “si no hacemos algo para prevenir, va a ser insostenible poder pagar diálisis a futuro, poder tratar a todas las personas que lo requieran. Si no hay prevención, los costos serán muy altos a futuro”. Si un niño tiene obesidad ahora, aumenta en 10 ó 20 veces la posibilidad de mantenerse la obesidad cuando sea adulto.
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