Certificado Azul: Impulsando la gestión pública- privada del recurso hídrico

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Posicionarse como compañías responsables, resilientes y comprometidas con su entorno, pero sobre todo, gestionar de mejor manera el uso del agua, son algunos de los beneficios que las empresas logran adhiriéndose voluntariamente al Certificado Azul. Una iniciativa sustentable que contribuye a la seguridad hídrica de nuestro país. El Certificado Azul se lanzó en 2015 en Perú, país piloto en Latinoamérica; en Chile se dio a conocer el 22 de marzo de este año, en el Día Mundial del Agua, transformándose así en el segundo país donde se implementa.



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El 2020 fue uno de los años más calurosos y secos en la historia de Chile, sumándose así doce años consecutivos de sequía. Situación que se agravaría para el 2030-2060, según una investigación realizada por el Departamento de Ingeniería Civil de la Universidad de Chile (‘Actualización del Balance Hídrico Nacional’), la que reveló que para esos años nuestro territorio podría experimentar una fuerte reducción de la disponibilidad de agua.

Una mega sequía que está matando y desnutriendo a animales, impidiendo el cultivo a agricultores que viven de la producción de la tierra y extinguiendo flora nativa especialmente de la zona central y sur de nuestro país. Un escenario crítico que viven 70 comunas, entre las regiones de Atacama y Metropolitana, que han sido declaradas “Zona de escasez hídrica”.

Frente a esta crisis del agua que atraviesa el país, una de las iniciativas sustentables y vanguardistas para las empresas es el Acuerdo de Producción Limpia (APL), Certificado Azul. Una iniciativa que busca fomentar la gestión pública/privada sostenible del recurso hídrico, mediante el uso eficiente y sustentable en la producción de bienes y servicios, así como la mitigación de sus posibles impactos asociados, con el fin de contribuir a la seguridad hídrica de Chile. Una decisión voluntaria de las empresas que pueden trabajar en la gestión sostenible del agua.

El Certificado Azul se basa en dos principios: gradualidad y colaboración, es decir, todas las empresas, independientemente de su tamaño pueden ser parte de este desafío de manera progresiva. Además, las empresas pueden apoyar a sus proveedores para mejorar la gestión del agua.

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Este acuerdo voluntario impulsado por la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático de CORFO y Fundación Chile, se gesta en el marco del proyecto SuizAgua del Programa Latinoamericano ‘El Agua nos Une’, el que se está desarrollando de manera conjunta con el Ministerio del Medio Ambiente, Superintendencia de Medio Ambiente, Dirección General de Aguas, Instituto de Desarrollo Agropecuario, Corporación de Fomento a la Producción, Asociación de Industria de Alimentos de Chile A.G, Sociedad de Fomento Fabril, Asociación de Industrias Metalúrgicas y Metalmecánicas y Sociedad Nacional de Agricultura.

Sobre él, Arno Wicki, embajador de Suiza en nuestro país ha señalado que: “El Certificado Azul no solo logra incluir la variable hídrica en los procesos de producción, también genera una institucionalidad muy atractiva para las empresas con incentivos fiscales. En ese sentido, es muy satisfactorio saber que, de manera indirecta, Suiza contribuyó a la ambición climática de Chile, integrando la huella de agua en su NDC”.

Este acuerdo de producción limpia permite articular acciones con empresas de distintos rubros de la economía nacional en torno a la gestión integral y sustentable del recurso hídrico en procesos productivos y de servicios, en el plazo de máximo de 36 meses para la obtención de su máximo nivel de certificación.

El Certificado Azul establece que cada empresa debe aplicar la ISO 14.046, norma internacional para la Evaluación de la Huella de Agua, la cual permite identificar el consumo directo de agua (producción interna), el consumo indirecto (cadena de proveedores) y los posibles efectos de la producción en la salud humana y ecosistemas (indicadores de impacto). Este instrumento permitirá identificar los puntos críticos y el diseño de acciones que permitan reducir el uso del agua y el impacto en el territorio y actores, fomentando la mirada desde la empresa hacia el territorio, desde el punto de vista de los riesgos y los beneficios compartidos. Luego de esto se crea un plan de reacción de huella y acciones para reducirla, e intervenciones en la comunidad.

Para Giovanni Calderón, director ejecutivo de la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático, “esta iniciativa es un hito fundamental y se enmarca en la toma de conciencia de que el agua es un recurso escaso, y a la vez fundamental para el desarrollo de toda actividad productiva. Ese uso debe ser eficiente, muy racional, y estar fundado en las necesidades básicas. Para nosotros es un verdadero privilegio poder ofrecer este instrumento que es gradual en su aplicación, de manera de poder abarcar toda la cadena del sistema productivo”.

Por su parte Marco Kulka, gerente general de Fundación Chile, señala que “el Certificado Azul representa una enorme oportunidad para que las empresas de los diversos sectores productivos den un paso significativo hacia una gestión sustentable del agua, aspecto de la más alta relevancia si se considera que una parte importante del territorio nacional atraviesa por una de las peores sequías de la historia. La pandemia mostró, aún más, la brecha que supone la falta de acceso al agua. Por eso, como Fundación Chile nos encontramos trabajando intensamente por la reactivación sostenible del país y la seguridad hídrica es un elemento clave”.

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Unidad Operativa Tantahuatay (Cosecha de agua). Minera Buenaventura, Perú.

Experiencias exitosas

El Certificado Azul se lanzó en 2015 en Perú y fuel el piloto Latinoamericano. En Chile se dio a conocer el 22 de marzo de este año, en el Día Mundial del Agua, transformándose así en el segundo país donde se implementa. Desde ese día se abrieron las adhesiones para que las empresas que quieran puedan inscribirse en la página www.certificadoazul.cl y comenzar el proceso de certificación.

Con respecto a cómo ha sido la experiencia en Perú, Leslie Sarná, gerente general de Irrigadora Cerro Prieto (Agroindustria), cuenta que: “La gestión del recurso hídrico es un buen instrumento para que las empresas incluyan dentro de sus planes de sostenibilidad, pues incentiva la búsqueda de alternativas y soluciones para mejorar el uso del agua y lograr así una mayor eficiencia. Se plantean acciones en torno a planes de reducción en tu misma empresa y planes de valor compartido en la comunidad aledaña y zona de influencia. Además, los mercados están cada vez más pendientes de la correcta gestión del recurso y de cómo se implementa en tu compañía”.

Otra buena experiencia peruana es la que narra Ángel Espinar, jefe de gestión de recursos hídricos de la compañía minera Buenaventura, una de las primeras empresas minero metálicas en haberse certificado en dicho país. “Iniciamos el proceso en 2017 con la medición de la Huella de Agua y el Programa de Valor Compartido. Luego tuvimos un año para implementar toda la intervención que ideamos, y al término de él las autoridades nos evaluaron y nos otorgaron el Certificado Azul, que tiene una duración de un año. De ahí hemos renovado dos veces. Esto abrió camino para que otras empresas sacaran sus certificaciones. Esto es bastante positivo para nosotros porque contribuye a crear un entorno de confianza”.

Roxana Aliaga, gerente de asunto corporativos de la termoeléctrica peruana Fénix, cuenta también que ellos han renovado el Certificado Azul más de una vez. “Como empresa nosotros estamos muy comprometidos con el tema de la gestión hídrica, al margen del Certificado Azul. De hecho uno de nuestros principales compromisos en nuestro estudio de impacto ambiental es entregar de manera gratuita agua potable a la población cercana, que es nuestra zona de influencia. Entonces cuando nos enteramos del Certificado Azul nos adherimos en 2019. Lo hicimos con dos proyectos: uno relacionado a la Huella Hídrica y otro al Valor Compartido. A través de los proyectos no solo haces más eficientes tus procesos sino que además contribuyes con un grano de arena a mejorar el manejo del recurso hídrico”.

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Obra de irrigadora en Cerro Prieto, Perú.

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