Rector de la UNAB y clases a distancia: “Van a ser profesionales igualmente competentes”

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Fotos: Sergio López.

Julio Castro cumplirá dos años en un cargo donde ha tenido que lidiar con la contingencia, el distanciamiento social y las clases online y virtuales. Aquí, repasa las dificultades, evalúa la nueva Prueba de Transición, habla de las alianzas y acreditaciones que han logrado y señala que la mayoría de las clases serán de manera virtual durante el primer semestre.



Sentado en un sillón de su oficina del Campus Casona de Las Condes, Julio Castro sonríe cuando saca cuentas de que este viernes 19 de marzo cumplirá dos años como Rector de la Universidad Andrés Bello (UNAB). Licenciado en Filosofía y Magíster en Gestión y Políticas Públicas del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile, su gesto tiene razones evidentes: su período ha sido bajo un contexto que literalmente pasará a la historia.

Al ser investido como máxima autoridad de la institución, su plan era recorrer las sedes de Santiago, Viña del Mar y Concepción, para conocer las instalaciones en detalle y conversar con alumnos, profesores y personal sobre sus inquietudes. Tener un trato directo y cara a cara, como le gusta. Y así fue durante siete meses. “Soy un hombre de piel, de cercanía para conversar con los alumnos, de mirar qué están haciendo”, resume. Pero vino el estallido social del 18 de octubre de 2019 y luego, el 3 de marzo de 2020, el primer caso de COVID-19 en el país, cambiando por completo sus planes, el modo de enseñanza a nivel nacional e instalándose el distanciamiento social y las clases online y virtuales.

Este 2021 el contexto sigue siendo bajo la peor pandemia de las últimas décadas. Pero, para el ámbito universitario, con experiencia ganada. En los últimos días, los alumnos de la generación 2020 pudieron, al fin, conocer presencialmente los campus y a los profesores que solo habían visto desde una pantalla. Castro menciona el caso de un estudiante extranjero que arrendó un departamento en la comuna de Santiago y a los pocos días comenzó a regir la cuarentena. El ejemplo grafica lo que han vivido muchos: “Lo único que hacía todo el año era conectarse a clases. La pandemia ha sido terrible a todo nivel, no pueden hacer vida universitaria, que uno valora, pero también en las casas no siempre hay más de un computador. Está el hermano menor en clases, el papá o la mamá, que también necesitan el computador, están los ruidos propios de una casa, alumnos que no quieren mostrar la intimidad en una clase y por lo tanto bloquean la cámara y el profesor solo ve computadores prendidos sin imágenes. Ha sido muy complicado”.

Ante la contingencia, más de tres mil estudiantes de la UNAB fueron beneficiados de conectividad, con entregas de notebooks, chips, bams y smartphones. También se realizaron varias charlas de contención durante 2020 y, como dice el Rector, se zanjó una polémica que se debatió a nivel mundial: ¿Es válido que un estudiante apague su cámara, mientras está en clases a distancia? Castro no tiene dudas: “Por principios no creo en la imposición de cosas, salvo normas básicas de convivencia. No se puede obligar a un estudiante a que prenda su cámara. Puede estar en un espacio reducido, por ejemplo. Algunos apagan la cámara por problemas de conexión y uno no sabe si la persona está o no y es tarea del profesor que se encandile en su clase y esté realmente presente”.

“No se puede obligar a un estudiante a que prenda su cámara. Puede estar en un espacio reducido, por ejemplo”.

Julio Castro dice que la pandemia “nos pilló muy bien preparados”. Cuenta que venían trabajando desde hace años en educación no presencial, con posgrados en salud acreditados por 7 años (el Magíster en Gestión en Atención Primaria en Salud) y actividades de pregrado en Ingeniería a distancia. Pero de esas pruebas tuvieron que pasar a 12 mil asignaturas al año de modo no presencial. “Nos pilló mejor ubicados. Entremedio sale el antiguo sostenedor y entra uno nuevo. Hemos tenido un equipamiento que nos ha permitido trabajar bien”, apunta.

Las clases a distancia también han sido un tema de debate en todos los países. ¿Son iguales a las presenciales, tienen la misma calidad, son diferentes? “Es diferente, no es igual. Uno podrá hacer las cosas muy bien, pero es distinto. Hay actividades que antes se hacían de modo presencial y que hoy no, y que independiente que volvamos a una normalidad distinta, van a quedar no presencial. No tiene sentido que algunas asignaturas vuelvan a la presencialidad”, dice Julio Castro y entrega una cifra: en muchos países las universidades tienen entre un 15% y un 20% de clases no presenciales. Luego enfatiza: “El profesional que entró a estudiar de una manera no presencial obtiene las mismas competencias para ejercer en el campo laboral que los que estuvieron en modo presencial. Van a ser profesionales igualmente competentes”.

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-La pregunta es obligada: ¿Cuándo se debería volver a clases presenciales?

Yo diría “cuando se pueda”. Difícil en este primer semestre, por cómo viene la pandemia. Hemos habilitado una serie de metodologías distintas, como HyFlex, con cámaras que siguen al profesor y eso va a estar. Pero cuando se vuelva, hay que tener una infraestructura distinta, con un aforo menor. Si un estudiante me pregunta si el primer semestre va a tener clases presenciales, claramente no. Solo se dictarán de manera presencial aquellas actividades prácticas esenciales, que son clave para la formación profesional del estudiante.

Reducir la brecha

En el Campus Casona caminan muy pocas personas. Julio Castro toma un agua mineral en una oficina donde hay varios cuadros, pero destaca uno de Andrés Bello detrás de su escritorio. En estos tres meses, le tocó también un cambio importante para la Educación Superior: la Prueba de Transición, que reemplazó a la PSU y que busca acortar brechas entre los colegios municipales y particulares. El rector dice que es prematuro sacar conclusiones, pero que las primeras señales son que la curva de cada puntaje se tendió a aplanar: “Claramente parte de la brecha se rebajó, hay que ver cómo se mantiene. Los indicadores no son comparables, el año pasado la prueba de Historia no se pudo dar. Estamos partiendo, pero se va en la línea correcta. El NEM por sí solo no es comparable, el ranking selecciona los mejores independientemente. La nota persé no es un indicador; si alguien se sacó un 6,5 promedio en su enseñanza media y es de una zona remota, aislada, vale más esa nota, porque fue capaz de hacerlo. Su hábito de estudio es mejor”.

El 60% del alumnado de la Universidad Andrés Bello es primera generación de sus familias en entrar a la Educación Superior. Para Castro, se trata de una responsabilidad. “El talento está repartido, lo que tenemos que hacer es buscar una forma de enseñar que permita que esos estudiantes puedan estudiar”, dice. Su juicio es crítico sobre cómo funciona actualmente una parte de la educación en el país: “La formación en las universidades chilenas adolece de que tú entras a un tubo, entras a estudiar Ingeniería y después de seis años, con suerte, sales. Si en la mitad te va mal, te devuelves del tubo si te sales y no te certifican ninguna competencia. Estoy convencido que las carreras de pregrado tienen un sentido orientador, después puedes complementar”. Y da un ejemplo: “Si a un estudiante le va mal en Ingeniería Civil en Construcción en la U. de Concepción, en 3º año, ¿no puede obtener algún tipo de certificación con la IP de Virginio Gómez, que es de la U. de Concepción, de Técnico en Construcción? ¿Por qué abandonas a un estudiante con competencias? Hay que entender la educación continua, a lo largo de la vida”.

El año pasado hubo una tasa de deserción del 12% a nivel global. Algunos dejaron su carrera por problemas económicos (aunque la UNAB destinó $3 mil millones en becas para estudiantes), pero otros lo hicieron por la pandemia, “que golpeó de manera muy fuerte y sus cabezas no estaban ya dispuestas a seguir el ritmo que estaban teniendo y se dieron cuenta que eso no era lo suyo. Tratamos de que no deserten, que congelen, porque eventualmente en uno o dos años podrían volver. Queremos recuperarlos y nos duele cuando son estudiantes de primera generación. Esos estudiantes hay que rescatarlos, porque van a ser ejemplos en sus núcleos familiares, de su entorno, de que se puede sacar un título, y por eso creo tanto en la continuidad de los estudios”.

Sobre el mismo punto, la Andrés Bello decidió adquirir el Instituto Profesional AIEP, afianzando una alianza que lleva varios años entre ambas instituciones y que ha permitido que 5.400 titulados de AIEP hayan optado por seguir sus estudios en la universidad. “Así se trabaja así en Europa, donde muchos hacen dos años es bachillerato, dos de maestría y dos o tres años de posgrado”, señala Castro.

En los últimos días han aparecido estudios que apuntan a un aumento de las tasas de depresión de 18 a 24 años, como consecuencia del año de pandemia. El Rector de la UNAB dice que es difícil dar consejos, pero que los jóvenes solo están postergando una parte de su vida universitaria. “Van a poder juntarse con sus amigos de a poco, también extraño juntarme con amigos, eso hoy no está. Pero ellos lo van a tener, no se les está yendo la juventud. Ya habrá tiempo para eso”. Para los padres, añade, es más complejo, porque deben darles las condiciones para que estudien, más allá de los aranceles, en condiciones materiales en sus casas. Además, dice, “muchos están en situaciones complicadas o relaciones intrapersonales que se complejizaron, no es fácil”.

En ese escenario, los profesores de la universidad también han tenido que aprender una nueva forma de comunicarse y enseñarle a sus alumnos. Andrés Bello capacitó a casi el 100 por ciento entre enero y febrero de 2020 y varios informes, a nivel mundial, han indicado que las profesoras han tenido que dividirse entre sus trabajos y las labores de casa, con todo en un mismo espacio y muchas veces sin el apoyo necesario. “Nosotros, a nivel de alumnos, tenemos más mujeres que hombres, casi igual en profesores y el 45% de las decanas son mujeres. Hemos dado no solo ayuda en conexión, en computadores, también apoyo sicológico y manejo de estrés”. De las tres ciudades donde tienen sedes, dice que las necesidades fueron casi las mismas en el último año, aunque Concepción ha pasado mucho más en cuarentenas que el resto de las sedes. “Ahora volvieron a cuarentena. Alcanzamos a hacer las visitas de los alumnos nuevos, pero la situación es la misma en todos lados”, señala.

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Investigaciones y acreditaciones

Julio Castro enfatiza moviendo sus manos cuando habla. Se entusiasma cuando menciona la generación de alianzas con diversas entidades, una característica de los últimos años de gestión en la universidad. Una de ellas fue la investigación realizada entre UNAB y clínica Indisa, que arrojó que solo un 3,4% de los trabajadores de salud evaluados dieron positivo al coronavirus. El informe, publicado en enero pasado, forma parte de una alianza entre ambas instituciones que data de 2007 y que permite a estudiantes asistir a actividades prácticas y trabajos en posgrado.

El año pasado se gestó otra alianza, con Microsoft, para crear el Diplomado de Transformación Digital para los Negocios, en la línea del boom por la tecnología online gatillada por la pandemia. El Rector señala que vienen más convenios, esta vez con universidades extranjeras, “en algunas líneas importantes de la ciberseguridad”.

A fines de 2019, la Iniciativa Científica Milenio abrió concursos de financiamiento para la creación de nuevos centros de investigación de excelencia, tanto en Ciencia Naturales y Exactas como Ciencias Sociales, los que serán albergados por una o varias instituciones. Tres de ellos serán albergados por la Universidad Andrés Bello junto a otras instituciones. Se trata de un hito: UNAB será la institución principal en dos de estos nuevos centros (el Instituto Milenio de Física Subatómica en la Frontera de Altas Energías y el para la Investigación del Cuidado) y parte del Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera junto a la Universidad Católica como institución principal.

“Es un orgullo”, dice Castro, aunque prefiere no mencionar otros proyectos de investigación que hizo la universidad en el último año, para no relevar uno sobre otro. Aún así, entre ellos se cuentan el Proyecto Covid del Ministerio de Ciencia, que se adjudicó el académico UNAB Eduardo Castro; el primer estudio genético de microorganismos que habitan al interior de un hospital, publicado en Nature Medicine; y los estudios realizados por el Laboratorio de Ecología y Biología Molecular en Algas en Ventanas, Horcón y Cachagua, que arrojaron valores de cobre y arsénico por encima de las normas internacionales.

“Las universidades privadas no reciben aportes fiscales y, aún así, estamos en los primeros lugares en el campo de la investigación”.

“Tenemos muy buenos investigadores. Las universidades privadas no reciben aportes fiscales y, aún así, estamos en los primeros lugares en el campo de la investigación”, resalta el Rector. “Para una universidad que no esté trabajando en investigación, los límites de acreditación van a ser muy menores. Una universidad que no tenga ocho doctorados acreditados, es difícil que pueda tener más de 5 años de acreditación”, añade.

En esa línea, y bajo su gestión, la universidad logró la reacreditación internacional por ocho años de la Middle States Commission on Higher Education y la certificación de diseño de su Sistema de Aseguramiento Interno de la Calidad, a través del programa AUDIT Internacional de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación de España, ANECA. Además, en los dos últimos años UNAB se ha mantenido como el establecimiento de Educación Superior con el mayor número de postulantes en el país.

La certificación de ANECA va en la senda a la que apunta el Rector de la Andrés Bello: lograr parámetros internacionales y tender puentes para sus alumnos. “Estoy convencido de que el aseguramiento no pasa por hacer las cosas bien, sino también porque si se está haciendo algo mal, poder darme cuenta que estoy haciendo algo mal y elaborar un plan de mejora. Trabajamos fuerte y nos acreditamos. Eso nos permite tener el sello ANECA, que en Europa significa ser una universidad reconocida”. ¿Qué lograron estratégicamente? Seguir trabajando con ANECA: quieren certificar, por ejemplo, su carrera de Medicina, para que los estudiantes puedan llegar a Europa a ejercer.

Julio Castro dice que hay muchos más planes para 2021. Pese a que le ha tocado lidiar con asuntos extraprofesionales, asegura que le sobra energía. Y que espera que cuando la pandemia pase, pueda volver a recorrer las sedes de la universidad como lo hizo al comienzo y que luego, la contingencia, se lo impidió.

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