Editorial
Sábado 19 de octubre de 2019, edición N°858
El mundo de las oficinas es un mercado en constante cambio, que se expande y contrae de acuerdo a los vaivenes de la economía, pero sobre todo se adapta a los cambios en la manera de relacionarse de un grupo de personas. Si uno analizara el universo residencial versus el del trabajo, este último ha tenido cambios sustanciales en las últimas décadas, reinventando procesos y con ello generando nuevas estrategias comerciales. Lo residencial ha evolucionado también, pero no a la misma velocidad.
Hoy sabemos que la planta libre ya no es la solución que sirve para todo y todos, como sí se vendía hace algunos años, obligando a muchas líneas de negocios a recuperar metros privados y retirarlos del ajetreo diario. Hemos entendido que el espacio físico de una oficina responde profundamente a la cultura de esa empresa, y que para hacer una nueva distribución en plano antes tienen que pasar por entender quiénes son, cómo funcionan y qué cambios aspiran concretar.
Un cambio físico de oficina, si está bien implementado, será sin duda algo positivo, puede ser incluso la manera de concretar nuevas políticas que en una planta antigua no se daban.
Hoy más que nunca la oficina es un lugar social, de intercambio, donde uno se mira a la cara, discute propuestas y llega a acuerdos, porque la parte mecánica se puede hacer en cualquier lugar con buena conexión digital.
Los ejemplos que les mostramos recogen eso y más, son lugares donde se han buscado la horizontalidad y la colaboración entre sus pares, y ese camino es uno que no se desandará.
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