Latinos en Miami
El ritmo vibrante de un venezolano avecindado en Miami y su estilo colorido son algunas de las imágenes que el fotógrafo –y en este caso redactor– Vicente García Mekis retrató del mejor modo para nuestra revista.
Juan Carlos es intenso, habla y se mueve rápido. El día de la entrevista no solo llevo mi libreta y lápiz, también, por encargo, debo llevar martillo y clavos para ayudarlo a colgar una nueva fotografía que ha comprado. Me recibe mientras le saca el envoltorio, limpia un cajón y decide qué música escuchar. "¿Quieres tomar algo?...", un café, respondo, mirando una pecera en la cocina repleta de pastillas de todos los colores para la máquina de café. "Bueno, ahí está la máquina, estás en tu casa, yo debo hacer una llamada y empezamos". Con el café en la mano pienso qué sacar de la mochila primero, si mi lápiz o el martillo, deduzco que esta entrevista se hará mientras colgamos el cuadro y que las notas se escribirán mientras lo enderezamos.
Juan Carlos vive en este departamento hace casi diez años, lo compró como inversión mientras vivía en otro más grande, a pocas cuadras. Con la crisis subprime del 2008 decidió mudarse y reducir gastos, sin embargo supo convertir sus circunstancias en una oportunidad y cada detalle en este departamento está hecho a su medida
"Armé este departamento como una sala de juegos, es así como me gusta vivir; el piso es de cemento afinado negro y una capa de poliuretano, lo que necesita poco cuidado, es limpio y me facilita la vida. Eliminé las puertas para lograr esa sensación de libertad, de poder moverme y circular rápidamente, no me gusta perderme nada, incluso en el baño me gusta escuchar la música que tengo puesta en el living, me gusta que todo esté a mano, mientras me preparo un café quiero poder estar viendo el partido de fútbol y revisando papeles en mi escritorio, así pensé este espacio y así lo vivo a diario". Interrumpo la conversación mostrando dos largos de tornillos en busca de su aprobación. "El de tu mano izquierda".
El color de las murallas evoca el Miami de los años 50, y la elección de los muebles está pensada al centímetro… a la pulgada mejor dicho, mientras sostengo la huincha de medir y calculo con pulgadas la altura en donde irá la nueva adquisición.
"Yo todo lo veo desde el punto de vista práctico, para mí eso es primordial; eso bien resuelto creo que se transforma en un hogar acogedor, solo cuando las cosas están hechas a tu medida, las cosas tienen tu identidad y personalidad…", me explica mientras me muestra el lavamanos hecho a su altura y el clóset en donde guarda sus maletas diseñado únicamente para el tamaño de la suya.
Mientras Juan Carlos lava mi taza de café y yo enderezo el cuadro bajo sus indicaciones entiendo que todo tiene sentido... hemos estado más de una hora haciendo más de cinco cosas al mismo tiempo. Este departamento tiene la personalidad de su dueño, y tanto su gusto como personalidad son contagiosos.
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