Ricurri
Sábado 3 de junio de 2017, edición N°734
El frío me hace tener antojos violentos de curri. Puede ser mi adoración a lo picante, como también mi devoción a la cocina de India y buena parte de Asia que con esos toques no solo demuestra la complejidad de su gastronomía, sino que traslada, enriquece, saboriza infinitamente. Por suerte el curri dejó de ser esa bolsita insípida de polvo amarillo que por años ocuparon las preparaciones de estos lados, sin más gracia que el aporte cromático dado por la cúrcuma a la que se le agregaban con suerte comino y pimienta. Si hablamos de curri hay que saber que es una palabra deducida por los ingleses para todos esos platos que llevaban especias indias, las 'kari', como les llaman allá a las mezclas de especias que varían según región y gusto personal del que la hace. Por otra parte, están las pastas, diferenciadas por un verde, rojo y amarillo, haciendo alusión a sus ingredientes que vendrían a ser hojas de curry, ajíes, cúrcuma, aunque eso también sufre modificaciones según preparación.
El asunto es que aquí tenemos estos baldecitos de pastas que vienen de Tailandia –en todas las tiendas asiáticas y supermercados– que duran tantos años como su uso (ni siquiera mire la fecha) y que pueden ser una base maravillosa para prácticamente todo. Sepa que se llevan regio con todas las carnes, verduras, sopas, salsas. Y que se trata solo de mezclarlas. Créame, para el frío es fabuloso, es absolutamente ricurri.
Cosas básicas a saber: todos los colores van bien con la leche de coco. La mayoría de las preparaciones requieren de un sofrito simple de verduras, la pasta, un caldo casero para disolver (hasta agua hirviendo puede ser) y después la leche de coco o la carne o más líquidos para una sopa. La amarilla es la menos picante pero depende de la cantidad. La verde es power y en un simple pollo queda hermoso. Yo se lo pongo a las legumbres, con hartas verduras y ojalá caldos caseros, siempre hechos en casa.
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