Rural y sustentable
Ganadora de dos premios internacionales, la casa Hadar nos invita a volver a la simpleza del mundo rural con las comodidades de la tecnología de hoy.
Ponte una parka. Imagínate que por un momento estás cerca de los 64 grados de latitud Norte, 09 de longitud Este, al norte del mundo. Esto es la isla de Stokkøya, que se enfrenta de cara a la inmensidad del mar de Noruega, mirando de frente a Islandia por un lado y, por el otro, conectada a tierra firme por uno de esos magníficos puentes noruegos que enlazan suavemente el paisaje con sus curvas; el Stokkøy, de poco más de 500 m de largo.
Pequeñita, agazapada de los vientos entre las rocas de la costa, esta casa forma parte de Bygda 2.0, un proyecto de desarrollo rural en la isla que busca conjugar lo mejor de dos mundos: los beneficios de la casa moderna noruega y sus aspectos sustentables, con el modo simple de la aldea de siempre. “Negocios e investigación se combinan a lugares para vivir, trabajar, disfrutar y relajarse. Arquitectura, sustentabilidad y una cocina excepcional son el foco”, dicen en Asante Architecture & Design, el estudio sueco a cargo del proyecto.
Lo de la cocina se entiende porque, como cuentan, el dueño de casa es un chef de la misma isla que decidió establecerse ahí y “rodearse de este hermoso paisaje y concepto. Su sueño era una pequeña casa donde pudiera dominar las vistas del mar desde todas sus habitaciones”, dicen. ¡Y qué vistas tiene! Por la noche la luna llena ilumina el mar y refleja su luz sobre la sala de estar. “Puede disfrutar de la aurora boreal mientras se baña sumergido entre las rocas, e incluso puede pescar desde su balcón”. Todas características que la hacen un delicioso refugio de 60 m² en el que las fronteras con la naturaleza parecen desaparecer llevadas por los vientos del norte.
Sustentable
En su perfil técnico la casa Hadar tiene varios aspectos muy relevantes, tanto en diseño como sustentabilidad, que la han hecho ganadora de premios como German Design Award Winner 2019 Special Mention y A’ Design Award Winner 2018 Gold.
Construida en madera, por dentro y por fuera, la fachada protege la casa del clima extremo de la isla, gracias a la técnica tradicional japonesa ‘shou sugi ban’. Las maderas quemadas, de ahí su color negro, impiden la reproducción de hongos y microorganismos gracias al hollín. “Al aplicar aceite natural para unir este hollín se evita la escorrentía. El uso de madera de alta calidad, pino ennegrecido, produce una superficie que es más resistente a los estragos del clima, la erosión, el moho, los hongos o las plagas, sin la necesidad de usar impregnantes tóxicos o pintura”, explican en Asante.
A la vez el techo, completamente verde, hace que la casa se sume a la naturaleza, al paisaje rocoso donde se inserta. Fue trabajado con sedum cladding “para crear biodiversidad verde, un techo liviano de peso que prácticamente se automantiene. No necesita mucha agua, ni nutrientes y es muy resistente a pestes, insectos y el clima extremo”. Absorbe las aguas lluvia, al tiempo que aísla térmicamente, detallan los arquitectos.
Calentitos
Dentro, la calidez de la madera envuelve la casa. Le aplicaron distintos tratamientos para obtener diferentes gradaciones de color y así lograr ambientes variados. A la vez el techo, en láminas metálicas a la vista en algunas partes, sirvió para crear contraste entre las materialidades e iluminar naturalmente las habitaciones creando un juego de reflejos con la luz solar exterior y el mar.
Maderas claras y espacios luminosos que se completan con una buena estufa a leña. Un sistema tradicional escandinavo que en su versión moderna se combina a un calefactor solar de agua, que permite disfrutar la casa en cualquier temporada y aprovechar desde cada espacio esas maravillosas vistas del mar de Noruega.
Ideas que inspiran. Frente a la majestuosidad del paisaje y auroras boreales, la única manera de habitar es sustentablemente.
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