Tiempos interesantes
Sobre puentes y vaporetos, miles de amantes del arte contemporáneo inundan Venecia para la apertura de la 58 versión de la bienal. El título 'Que vivas en tiempos interesantes' reúne 89 pabellones nacionales, entre ellos Ghana, Malasia, Madagascar y Pakistán participando por primera vez, y Lituania, ganador del León de Oro con una imponente playa artificial. El núcleo de la bienal es la muestra internacional y su curador, Ralph Rugoff, la distribuye en dos propuestas paralelas en el Arsenal y los Jardines. Los artistas elegidos (42 mujeres, 37 hombres, todos vivos) participan en ambas locaciones con trabajos 'multivalentes' que admiten la contradicción, pero en general concuerdan con que el mundo está en crisis mientras Venecia brilla bajo un sol de primavera.
Propuesta A
El Arsenal, un antiguo complejo de astilleros, abre con una pintura de George Condo, Double Elvis (2019), una cita a Warhol pero en vez de pistolas, los personajes están brindando con botellas. Una invitación doblemente cordial a visitar una exposición como su título, abiertamente ambigua. Más que un tema propiamente tal, se busca resaltar la complejidad de la creación artística e incitar el pensamiento crítico. Si se habla de un clima polarizado y un discurso social dividido es a través de una constelación de subtemas dramáticamente actuales –calentamiento global, migración, inteligencia artificial, vigilancia, fake news y verdades alternativas–, y Rugoff cierra la introducción citando a Lenin y a Leonardo da Vinci con la idea de que 'todo conecta con todo lo demás'.
A continuación, los retratos fotográficos de Soham Gupta y Zanele Muholi se contagian de un espíritu combativo con las explosiones y disparos de 48 War Movies (2019), de Christian Marclay. 48 filmaciones superpuestas de la invasión de Irak forman un mosaico digital que introducen el imaginario del conflicto armado desde un principio, junto con anticipar el recurso audiovisual a lo largo de la muestra. En una sala oscura con superposición de audios en loop se recuerda un método de tortura por sobrecarga sensorial y, al mismo tiempo, se crean ambientes inmersivos y efectivos con gestos y tecnologías relativamente sencillas.
A lo largo del enorme astillero Rugoff instala un sistema de muros en madera terciada que permiten que lo audiovisual salga y habite instalaciones tridimensionales complejas. 'We only get the love we think we deserve' (2019), de Neil Beloufa, muestra el otro lado de la guerra en pantallas incorporadas a estructuras parecidas a un juego de arcade. En entrevistas por Skype, soldados jóvenes (mujeres y hombres) de todas partes del mundo hablan de la vida cotidiana en una base militar y de la ansiedad de estar siempre listos. Como Beloufa, muchos artistas contemporáneos se interesan en cómo incide internet en las relaciones humanas. Desde la distribución de imágenes a la construcción de identidades virtuales: el perfil de una red social, un avatar, una idealización del usuario o, simplemente, una experimentación con nuevas identidades.
En general, el uso de la tecnología a lo largo de 'May you live in interesting times' pronostica un futuro oscuro. En 'This is the future' (2019), Hito Steyerl usa inteligencia artificial para crear un jardín distópico que florece y se descompone en múltiples pantallas led entre andamios y pasarelas, mientras su voz repite "este es el futuro" como un mantra, y un narrador robótico advierte que 'entrar en el futuro significa un gran peligro para la salud'. Las 'bio-ficciones' de Anicka Yi son más silenciosas; pupas gigantes de polillas animatrónicas que gotean y brillan en la oscuridad representan amenazas latentes versus las más literales y activas, como los robots mortuorios de Sun Yuan y Peng Yu. En 'Dear' (2015), una manguera de goma conectada a un sillón imperial (copia de un monumento a Lincoln) azota el contenedor de acrílico con violencia asustando al espectador desprevenido.
Pero quizás lo más terrorífico pasa a nivel introspectivo, y en el caso de 'Old food' (2019), de Ed Atkins, desde lo cuantitativo e impersonal. Entre percheros altísimos con trajes como un camarín de un teatro antiguo, Atkins muestra videos de las historias sin narrativa de crash tests dummies emocionales. En las pruebas de choque de autos, el uso de cadáveres se reemplaza por maniquíes y el cuerpo humano se reduce a un sistema de pesos y acelerómetros por un software de modelación cada vez más sofisticado. Un niño perdido y un hombre encapuchado que llora desesperado (en alta definición) producen una sensación extraña: el avatar se ve inquietantemente vivo y el espectador, demasiado inerte, abstraído.
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Propuesta B
A diez minutos caminando la muestra continúa en el pabellón central de los Jardines. Desde el techo, nubes de vapor caen sobre su fachada neoclásica blanca: 'Thinking head', de Lara Favaretto, con un dispositivo oculto que emite vapor de agua, a veces tan espeso que La Biennale se desvanece sobre la columnata. Este edificio abarcaba la totalidad de la bienal hasta 1905, antes de la construcción de pabellones nacionales y que artistas de diferentes países fueran convocados para exponer en conjunto, sin muros divisores. La propuesta B tiene el mismo espíritu, pero entre miles y miles de visitantes de anteojos negros y smartphones dispuestos, los trabajos se ven apretados y finalmente no tan diferentes a la propuesta A como la introducción proponía.
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Ian Cheng, 'BOB (Bag of Beliefs)', 2018–2019, artificial lifeform.[/caption]
Una exposición puede apreciarse con un ojo analítico pero también rápida e intuitivamente, como desplazando el dedo por un carrete de Instagram. Muchos trabajos son (y serán) fotografiados para ser compartidos in situ, en particular las simulaciones, realidades aumentadas y sistemas interactivos aplicados en forma desordenada. BOB –Bag of Beliefs– (2018-2019), de Ian Cheng, es una forma de vida artificial roja brillante que evoluciona a partir de una aplicación iOS. Con la lógica de un tamagotchi, el usuario puede deformar su cuerpo de serpiente ramificada y alterar su patrón de comportamiento o, sin querer, matarlo. 'L'ange du foyer' (2019) es una escultura holográfica de Cyprien Gaillard, un monstruo multicolor proyectado en el centro de una sala oscura. Los visitantes que logran leer la explicación descubrirán que la criatura fue pintada por Max Ernst y representa el ascenso del fascismo. Muy fácil quedarse hipnotizado por el baile grotesco, entre colmillos y garras; se apela a la admiración pasiva del ser humano con la tecnología y a una curiosidad automática.
En general, la contrapropuesta ofrece gestos parecidos a la propuesta. Sun Yuan & Peng Yu instalan otro robot industrial, aunque esta vez tiene la forma de un brazo frenético con la función específica (y continua) de contener un líquido rojo y viscoso en el centro, que luego salpica y literalmente desaparece detrás de un muro de 12 metros de Teresa Margolles. Este fragmento originalmente estaba emplazado frente a un colegio en Ciudad Juárez, aludiendo a barreras físicas y sociales. Si se observa de cerca, en el muro aparecen huellas de bala vestigio del asesinato de un grupo de adolescentes, con que Margolles homenajea a las víctimas devolviendo al pabellón un poco de intimidad y trascendencia.
Hacia el final de la exposición se vuelve a citar al genio Leonardo, ahora en función de crítica y denuncia. Hito Steyerl presenta un paisaje acuático en cuatro pantallas curvas y una narración que describe los diseños de un submarino secreto de Da Vinci, mientras sus planos y escritos se disuelven entre los canales venecianos. El trabajo se refiere a Finmeccanica, compañía italiana fabricante de armas que luego de una serie de escándalos de corrupción en 2017 cambiara su nombre a Leonardo S.p.A. Al igual que Steyerl, muchos artistas contemporáneos se interesan por las prácticas de vigilancia y control, sistemas de monitoreo satelital e incluyen en su trabajo vistas aéreas (también submarinas) como una nueva subjetividad en la cultura visual.
Puede que sea interesante a estas alturas mencionar un trabajo en el pabellón de China (que en la vorágine de la apertura pasó un poco desapercibido). 'An interesting world' es un juego virtual con la lógica de Pokemon Go en que el usuario recorre Venecia cruzando puentes chinos antiguos tras un tesoro. El artista Fei Jun y un grupo de ingenieros inventan un sistema de categorización con la información de Google Maps y a la vez puede captar la imagen del usuario y deducir elementos de su identidad. Aunque Jun comenta que no busca hacer una crítica a la vigilancia sino un algoritmo, resulta llamativo en el contexto de esta exposición. Quizás no sea coincidencia que la bienal tome su nombre a partir de una maldición china milenaria inexistente (la expresión más cercana sería "mejor ser un perro en tiempos de paz, que un humano en tiempos de guerra"), usada históricamente por una serie de políticos anglosajones en contraste a "tiempos poco interesantes" de paz y tranquilidad. Solo se puede esperar que no los recordemos tan solo por sus guerras comerciales y la amenaza de un planeta hipervigilado que se proyecta a escala mundial.
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Teresa Margolles, 'Muro Ciudad Juárez', 2010. Concrete blocks. A través de un muro de 12 m rinde homenaje a un grupo de adolescentes asesinados frente a un colegio en Ciudad Juárez, devolviendo al pabellón un poco de intimidad y trascendencia.[/caption]
*Fotos Cortesía Bienal de Venecia. 58th International Art Exhibition - La Biennale di Venezia, 'May You Live In Interesting Times'. Photo by: _AVZ: Andrea Avezz, _IR : Italo Rondinella, _FG: Francesco Gall, _JS : Jacopo Salvi.
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