Opel Corsa: diversión con personalidad propia

Una de las grandes interrogantes de la sexta generación del Opel Corsa era ver cómo resolvía el ser construido ahora en el grupo PSA, donde compartiría plataforma con modelos como el Peugeot 208 y el DS 3 Crossback. ¿Marcaría diferencias si tienen la misma base y motorizaciones?

Tras manejar el nuevo Opel Corsa por un par de días, queda claro que, pese a haber sido desarrollado en dos años, los ingenieros lograron generar una personalidad propia al volante. Si eso es mejor o peor, dependerá del gusto de cada conductor.

Lo que sí queda claro en este Corsa es que exhibe una clara evolución respecto de la generación anterior. Desde el diseño más deportivo a ajustes estéticos que favorecen sus capacidades, como el dibujo más aerodinámico.

Al volante uno también va más cómodo, extendiendo una virtud de la época previa a PSA, donde la calidad de las butacas era fundamental. La comodidad se extiende al resto de los acompañantes, aunque como es normal en estos compactos, la persona que va al medio en la zona posterior siempre irá algo más apretado.

Otro detalle interesante es la posición más cerca del piso que le entrega al conductor, ya que el asiento está más bajo que en la edición saliente. A favor también encontramos la mayor limpieza que se aprecia en la consola, donde apenas resalta una pantalla táctil de 7’’, enlazable a sistemas operativos de Apple CarPlay y Android Auto. Buena calidad de materiales a la vista y al tacto completan esta idea de centrar más en el conductor el concepto del vehículo.

Nuestra unidad de prueba del Opel Corsa contaba con el bloque de tres cilindros y 1.2 litros turboalimentado, que desarrolla 100 caballos de fuerza con un par de 205 Nm, asociado a una caja manual de seis velocidades.

Dicho propulsor es uno de los responsables de su entretenido andar. Salida rápida, ágil y con una entrega progresiva de la potencia son rasgos que lo van definiendo y que nos permiten pasar un buen rato a su mando. El menor peso del vehículo (pesa menos de mil kg) en comparación al Corsa antiguo ayuda a esa facilidad para desplazarse en la ciudad.

Personalmente, otro de los elementos a destacar es la caja manual de seis relaciones, que nos permite ir variando la entrega de fuerza para ver cuánto se le puede exigir. Es cierto que la caja automática es más cómoda y sencilla de usar, pero una transmisión manual nos permite regresar a ese placer original de manejar, y más todavía cuando está bien acoplada como en este caso.

Eso sí, no todo nos convenció por completo. La dirección, por ejemplo, es algo asistida y la sentimos muy ligera (a diferencia de lo que uno encuentra en un Peugeot, por ejemplo), lo que nos impide tener todo el tacto que nos gustaría.

Respecto de su puesta en el piso, lo sentimos seguro y con mínimos movimientos extraños. Bien balanceado, entra con simpleza en curvas a pesar de que la suspensión es algo suave. Este sistema de suspensión copia bastante bien las imperfecciones que nos encontramos en las calles, aunque no alcance a tener la suavidad de un Citroën, pero tampoco exhibe mayor rigidez, ya que para eso estarán las versiones más deportivas. Todo esto nos permite un alto confort de marcha, quedando solo como único punto a trabajar cierta rumorosidad que nos llega desde el exterior.

En conclusión, un muy buen producto, ameno y divertido de manejar, con la satisfacción de que mantuvo personalidad propia entre sus, ahora, hermanos franceses.