Noviembre es un mes particular para la pomposa firma británica Bentley. Y es que se cumple un siglo exacto desde que la compañía fundada por el ingeniero Walter Owen Bentley comercializara su primer auto: un Bentley 3-Litre registrado con la matrícula KS 1661 y adquirido por el millonario Noel van Raalte, cuya familia había comprado la isla Brownsea, al sur del Reino Unido.

Van Raalte pagó la suma de £ 1.150 por el Bentley 3-Litre que fue manufacturado en Cricklewood, North London. Introducido por el propio W.O. Bentley, el 3 Litros se convirtió en un auto de carreras inmensamente popular, exhibiendo el espíritu racing y la ingeniería que ha distinguido al fabricante de Crewe desde hace más de un siglo. En los 102 años de Bentley, han salido artesanalmente de sus instalaciones más de 200 mil vehículos, 97% de ellos de las líneas de montaje de Crewe, donde la marca se mudó en 1946.

Volviendo al Bentley 3-Litre, hay un hecho curioso. Sucede que pese a haber sido la primera orden recibida por Bentley, no fue la primera entrega: ese título lo tiene Ivor Llewellyn, quien recibió su propio 3 Litros en agosto de 1921. Esta unidad fue el tercer chasis en producción y hoy sigue viviendo como el Bentley de producción más antiguo del mundo.

El rutilante Bentle 3-Litre venció en 24 Horas de Le Mans en 1924 y 1927, el inicio de cinco victorias en ocho años para la marca inglesa, con los famosos Bentley Boys al volante, dominando los circuitos.

Otro hecho muy particular del Bentley 3-Litre, es que el modelo fue testeado por la revista Autocar en enero de 1920. El connotado medio inglés señala en su review que “para el hombre que quiere un verdadero automóvil ligero de clasificación, el Bentley 3 Litros es sin duda el automóvil por excelencia”. La reseña de la revista agrega poéticamente que ”el auto tiene una personalidad para el verdadero entusiasta, para quien el vehículo no es una mera colección de acero y aluminio, sino que, como si fuera un animal, muestra su espíritu tan pronto como el embrague muerde. Toda esa sensación llega al conductor a través del estrecho aro del volante“.

El propio Van Raalte también añade a la revista que “la razón por la que compré un Bentley fue por su rendimiento excepcional en todos los aspectos de la carretera. Características como la dirección, la suspensión, el agarre al asfalto, los frenos, el cambio de velocidad y la eficiencia del motor no dejan nada que se eche de menos y, en mi opinión, se encuentran en un grado más alto en esta marca de automóvil que en cualquier otro de los modelos”.

El 3 Litros de Bentley llevaba un motor de cuatro cilindros, que desarrollaba unos 70 caballos para correr a una máxima de 129 km/h. Más tarde, nuevas modificaciones estiran aquella performance hasta los 161 km/h.