Comienza audiencia que definirá si jefe de las finanzas del Vaticano puede ser procesado por abuso sexual
La defensa del cardenal australiano George Pell denunció que no ha realizado el protocolo correcto en cuanto a la presunción de inocencia. El tribunal de Melbourne tiene cuatro semanas para analizar si hay pruebas.
El cardenal George Pell, jefe de las finanzas vaticanas, compareció hoy ante un tribunal en Australia que decidirá si le abre una causa por supuesta pederastia y donde la defensa denunció la falta de respeto a la presunción de inocencia.
El tribunal de Magistrados de Melbourne analizará durante las próximas cuatro semanas si hay pruebas suficientes para procesar el cardenal por las "múltiples" acusaciones históricas en su contra, cuyo número y detalles se desconocen por estar bajo secreto de sumario.
El prelado australiano, de 76 años, vestido con una chaqueta beige, camisa negra y alzacuellos, entró al tribunal en silencio y rodeado de una veintena de agentes de la Policía, mientras una mujer le gritaba con rabia: "vete al infierno George Pell".
Durante la sesión abierta al público y a la prensa, el abogado de Pell, Robert Richter, criticó a la Policía del estado de Victoria, que acusó al prelado en junio del año pasado, por no haber seguido el protocolo para investigar a personas prominentes.
"Decimos que no fue seguido porque había una presunción de culpabilidad", dijo el letrado según la cadena local ABC.
La defensa también argumentó que se entregaron a la Policía 21 declaraciones a favor del cardenal pero que estas no fueron adecuadamente investigadas.
"Estos documentos son ciertamente relevantes a las presuntas ofensas. Sé que no se ajustan a la acusación porque son exculpatorias, pero existen y están en posesión de la Policía", remarcó.
En la misma vista abierta, el fiscal Mark Gibson pidió que la enmienda de varios de los cargos históricos respecto a las fechas y la redacción del contenido.
Por la tarde comenzaron las sesiones a puerta cerrada en las que unos 50 querellantes y testigos declararán a través de videoconferencia desde un lugar no revelado en el que podrán contar con la compañía de personas de apoyo o incluso un perro.
La prensa y el público no podrán presenciar estos testimonios debido a una práctica estandarizada en el estado de Victoria para los casos de presuntos abusos sexuales.
El tribunal autorizó que dada su edad y condición médica Pell este acompañado de un asistente durante la declaración de los querellantes, que tendrán lugar durante las próximas dos semanas.
La juez Belinda Wallington deberá determinar al final de esta fase del proceso si abre una causa formal contra Pell, que se prevé que se declare inocente tal como ha hecho en vistas preliminares anteriores.
El viernes pasado la Fiscalía retiró una de las acusaciones contra Pell debido al fallecimiento de la presunta víctima.
Las acusaciones "históricas" en contra de Pell podrían abarcar el período de labor religiosa en Australia del prelado, que se ordenó en 1966 y trabajó en parroquias y escuelas de Victoria hasta llegar a los cargos de arzobispo de Melbourne (1986) y Sídney (2001).
El cardenal, a quien el papa Francisco autorizó un "periodo de excedencia" del cargo de prefecto de la Secretaría de Economía del Vaticano para afrontar el juicio en Australia, ha asegurado tajantemente en varias ocasiones que es inocente.
La Policía de Victoria le acusó formalmente a finales de junio de 2017 y poco después el religioso viajó desde Roma a Australia para defenderse ante el tribunal, donde compareció por primera vez en una vista preliminar a finales de julio y otra vez en octubre.
El proceso contra Pell comenzó después de que este compareciera en tres ocasiones como testigo, una de ellas por videoconferencia desde Roma, ante la Comisión Real que investigó la respuesta de las instituciones australianas a los abusos sexuales de menores.
La Comisión, que calificó esos abusos como una "tragedia nacional", concluyó que Pell y otros altos cargos de la iglesia católica australiana encubrieron varios casos de pederastia.
El cardenal, que admitió la existencia de un mundo de encubrimiento y lamentó no haber hecho más, fue el primer dirigente católico de Australia que abordó los abusos sexuales a menores con la puesta en marcha de un programa de compensaciones a las víctimas en 1996.
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