Disputa con la vieja guardia del PSOE empaña la campaña de Pedro Sánchez por nueva investidura

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, en octubre de 2021.

Mientras antiguos estandartes del PSOE redoblan sus críticas contra la gestión del jefe de gobierno, llamándolo “disidente y desleal”, desde el partido aseguran sentir “dolor, desgarro y tristeza” por las palabras del expresidente Felipe González y el exvicepresidente Alfonso Guerra. La razón: la discusión de una posible amnistía para los independentistas a cambio de su apoyo para asegurar la investidura del líder socialista.


Cuando un expresidente habla, partidarios, medios y electores escuchan. Así suele suceder en los distintos países occidentales, y bien lo sabía el propio exjefe de gobierno de España, Felipe González (81), cuando en 2013 escribió en un libro que estas figuras “emiten opiniones que a veces proyectan demasiada sombra o que se convierten en armas arrojadizas durante la batalla política diaria”, recogió El País.

Y como si se tratara de una lectura del presente, 10 años después sus palabras resuenan como nunca en el presente del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Justo en el momento en que la carrera por reeditar un gobierno del actual líder nacional, Pedro Sánchez, se encuentra a punto de iniciar, la división entre la vieja guardia de la tienda y la presente administración socialista se hace más profunda que nunca luego de que dos importantes nombres en la colectividad criticaran directamente a Sánchez, calificándolo de “disidente” y “desleal”.

El expresidente del gobierno de España, Felipe González, durante su reciente visita a Chile por la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado, en La Moneda. Foto: Mario Téllez/La Tercera

Se trataba nada más ni nada menos que de Alfonso Guerra, exvicepresidente de España, y el propio Felipe González, quien gobernó entre 1982 y 1996, y que tuvo a Guerra como número dos de su administración. En esta pasada, sin embargo, están unidos por su rechazo al actual líder socialista. Se trata de dos de las figuras que refundaron el PSOE en el congreso de Suresnes en 1974, cuando aún se encontraban en la clandestinidad, acotó el diario ABC.

A la espera de la muy posible caída en la investidura del líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, las negociaciones del PSOE y Sumar, la coalición que busca mantenerse en el poder, se topó con una piedra difícil de mover: para lograr los 176 votos de apoyo en el Parlamento que a todas luces el PP no logrará, deben obtener el apoyo de Junts per Catalunya, el partido independentista catalán fundado por el ahora prófugo de la justicia española, Carles Puigdemont. Y su moneda de cambio es la amnistía por el fallido procés de 2017 que lo obligó a exiliarse en Bruselas.

Oposición interna

La intolerable petición de negociación para cierto sector de la vieja guardia de la tienda socialista no es nueva. Previo a las elecciones generales del 23 de julio de este año, ninguno de los dos críticos de Sánchez se plegó al llamado de los históricos dirigentes a apoyarlo. Ahora, los dos estandartes del PSOE se reunieron durante el miércoles en una improbable instancia -considerando que hace 30 años el entonces icónico dúo estalló por los aires a principios de los 90- en lo que se convirtió en una verdadera cumbre antisanchista.

A los numerosos veteranos que han tomado distancia del actual líder socialista –donde aparecieron dos barones territoriales peleados con Sánchez, detalló El País– se sumaron las palabras que desataron un pequeño terremoto en el número 70 de la calle de Ferraz, en Madrid, centro neurálgico del PSOE.

“Yo no he sido disidente ni desleal, lo habrá sido el otro”, dijo Guerra de forma ácida. Tanto el exvicepresidente como el expresidente se lanzaron contra la propuesta de amnistía que estudia la coalición que aún gobierna desde La Moncloa, asegurando que son ellos quienes defienden la posición original del partido.

González también lamentó que “viejos compañeros y amigos muy queridos” de la tienda socialista lo criticaran por su participación la semana pasada en un acto en Andalucía junto a autoridades y militantes del PP. Se mostró contrario al perdón legal del procés, calificándolo de “rotundamente anticonstitucional”, y aseguró que “no podemos dejarnos chantajear y menos por una minoría en vías de extinción”.

El líder socialista y presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, durante un acto en Madrid, el 24 de julio de 2023. Foto: Reuters

Si bien desde la dirigencia del partido le bajaron el perfil a la situación al asegurar que daban por amortizadas las críticas, según dijeron al mismo medio distintos ministros y mandos medios, las palabras de Alfonso Guerra y Felipe González causaron “dolor, desgarro, tristeza y hasta ganas de llorar”, puesto que “se han prestado al juego del aquelarre del PP”.

Aunque el impacto en las filas socialistas es “mínimo”, explicaron a El País, hay inquietud entre líderes territoriales por el desgaste que se pueda producir en algunos sectores del electorado.

En Ferraz descartaron la posibilidad de una suspensión de la militancia ni mucho menos, consignó El Confidencial. “No queremos darles más bombo”, planteó una ministra socialista al medio español. La pregunta surge debido a otra reciente expulsión, la semana pasada, que afectó al exsecretario general del Partido Socialista de Euskadi (PSE), Nicolás Redondo Terreros. El ahora exmilitante socialista estuvo presente en la instancia que reunió a González con Guerra y cuyo fin del vínculo se debe a sus fuertes críticas contra el partido por la amnistía.

Mientras Redondo Terreros menospreció las siglas, aseguran desde el PSOE, la pareja de estandartes “no se han declarado abiertamente en contra de los intereses del partido”, agregó El Confidencial.

“Ataque de celos tremendo”

“El fin del felipismo y del guerrismo se produjo cuando Pedro Sánchez ganó las primarias y fue presidente del Gobierno”. Así contestó Luis Yáñez a través de Facebook, quien también fue parte del grupo fundacional del PSOE. En conversación con El País, agregó: “A Felipe y Alfonso los conozco mejor que a nadie, desde hace 60 años. Y yo creo que lo que tienen es un ataque de celos tremendo con Pedro Sánchez porque no les llama o no les consulta. Con 80 años no puedes estar condicionando la política de las nuevas generaciones”.

Así como Yáñez, otras figuras de antaño del bloque socialista salieron a defender a Sánchez. Enrique Linde, exvicesecretario del PSOE andaluz y exportavoz parlamentario, también respaldó al jefe de Gobierno en funciones. “Que den su opinión me parece muy bien, pero me llama la atención la agresividad del corifeo de la discrepancia porque tiene poco de espontánea. El objetivo es debilitar a Pedro Sánchez porque entiendo que no les gusta su línea política”, consignó el mismo medio.

Pero quizás donde más se evidenció lo hondo que golpeó la crítica de los exlíderes socialistas entre los miembros del partido, fue con la respuesta del número tres del PSOE, Santos Cerdán, el secretario de Organización del PSOE, descrito como siempre discreto por medios locales. “Desleales son los que no respetan las mayorías del partido, ¿no?”, dijo este jueves, según El Mundo.

Sin embargo, la coalición se lanzó en su totalidad contra Guerra tras sus declaraciones sobre Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del Gobierno de España y líder de Sumar. Durante una entrevista en Antena 3, el exvicepresidente desestimó las críticas de Díaz contra González afirmando que las habría hecho entre “una peluquería y otra”. La presentadora del espacio, Susanna Griso, le advirtió del vendaval que causarían sus palabras, pero Guerra prefirió reafirmar sus dichos al plantear que es “la verdad, dedica mucho tiempo” a la peluquería.

El líder separatista catalán Carles Puigdemont conversa con la vicepresidenta del Gobierno español, Yolanda Díaz, en el Parlamento Europeo en Bruselas, el 4 de septiembre de 2023. Foto: Reuters

“Es una mujer que dice, estoy en un tren, y ahora estoy conversando con un forajido, ¿vale? ¿Y qué más?”, aseveró en referencia a la polémica reunión entre la vicepresidenta segunda y Carles Puigdemont en Bruselas, el 4 de septiembre. “Quien representa el gobierno de una nación no puede irse a ver a un señor que es un prófugo, que ha mostrado una gran cobardía y que está todo el día trabajando en Europa para el descrédito de la democracia”, cerró Guerra.

La respuesta llegó desde todos los frentes oficialistas. Mientras la portavoz de Feminismo de Sumar, Elizabeth Duval, señaló que “reducir la política a bromitas machistas es degradarla”, desde el gobierno la ministra de Igualdad, Irene Montero, respondió a través de X (ex Twitter) que “no es novedoso”, pero que su expresión era “tan habitual como inaceptable”.

La propia Díaz respondió durante un evento en Santiago de Compostela, por la presidencia española del Consejo de la Unión Europea. “En las sociedades del siglo XXI, en la presidencia europea en la que nos encontramos, todas las discrepancias técnicas y políticas son bienvenidas, pero creo que en la Europa que hoy presidimos desde aquí, desde la Santiago de Compostela del siglo XXI, los comentarios machistas no tienen acogida”, dijo la líder de Sumar. “Desde aquí digo: se acabó con el machismo en España y en Europa”, finalizó.

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