Dos estadounidenses y dos israelíes: quiénes son las rehenes que Hamas liberó por “razones humanitarias”
El Movimiento de Resistencia Islámica liberó el pasado viernes a Judith Tai Raanan (59) y a su hija de 17 años, Natali, quienes son del área de Chicago. El lunes el grupo radical palestino dejó en libertad a Yocheved Lifshitz, de 85 años, y Nurit Cooper, de 79, ambas del kibutz Nir Oz, del Estado hebreo.
Hamas ha liberado a cuatro de los 220 rehenes que capturó tras la incursión sorpresa que perpetró a territorio de Israel el pasado 7 de octubre, un ataque simultáneo por aire, tierra y mar que dejó un saldo de 1.400 muertos, según el Estado hebreo.
La primera liberación de rehenes se produjo el viernes. Fue el brazo armado del movimiento islamista, las brigadas Ezzedin al Qassam, el que anunció la liberación de dos rehenes estadounidenses por razones humanitarias gracias a la mediación de Qatar.
Se trata de Judith Tai Raanan y su hija de 17 años, Natali, quienes fueron tomadas cautivas cuando Hamas irrumpió en el kibutz Nahal Oz hace 19 días. Las Raanan son del área de Chicago y habían viajado a Israel para celebrar el cumpleaños 85 de un familiar y la temporada de festividades hebreas.
Hasta que fueron tomadas prisioneras por lo milicianos y trasladas a los túneles de Gaza, ambas enviaban actualizaciones de su viaje y estaban disfrutando “este momento tan especial” juntas, dijo Meir Hecht, el rabino de su comunidad en Evanston, Chicago.
Tras su liberación, las dos mujeres fueron trasladadas a Egipto y entregadas a la Cruz Roja. Luego, el gobierno israelí confirmó que ya estaban en su territorio, donde se reencontraron con sus familiares en una base militar. El motivo de su libración fue la salud de Judith, que se había deteriorado durante el cautiverio.
“El hecho de que hayan sido liberadas es increíble. Nuestras oraciones han surtido efecto”, apuntó el rabino. “Aunque es un gran alivio, todavía hay cientos de otros rehenes que también necesitan ser liberados”, agregó en la oportunidad.
Judith, de 59 años, trabaja como esteticista, mientras que Natali, de 17 años, se graduó recientemente en la escuela secundaria. La joven, quien fue descrita por su hermano Ben como una fanática del arte y la moda, quería tomarse un descanso antes de pensar en su futuro, y aprovechar de visitar a su familia en el extranjero. Así lo manifestó su tío, Avi Zamir, en un evento comunitario para las Raanan, en Evanston, la noche del pasado jueves, solo unas pocas horas antes de que se produjera su sorpresiva liberación por parte de Hamas.
“Fue un infierno”
La segunda liberación de rehenes fue este lunes. Se trata de Yocheved Lifshitz, de 85 años, y Nurit Cooper, de 79, ambas israelíes del kibutz Nir Oz, también capturadas el 7 de octubre en el ataque de Hamas al Estado hebreo.
Ambas mujeres también fueron liberadas “por razones humanitarias”, afirmó el Movimiento de Resistencia Islámica. La razón sería la edad avanzada de las rehenes. Una vez que dejaron el cautiverio relataron que estuvieron retenidas en el mismo sitio que otros 60 rehenes, aunque en grupos separados.
El martes, Lifshitz realizó una conferencia de prensa desde el Centro Médico Sourasky en Tel Aviv (Israel), para contar cómo fueron las últimas dos semanas de su vida, en las que fue mantenida como rehén en Gaza.
Según su relato en hebreo -que fue traducido por su hija y consignado por CNN- atravesó “un infierno” en Gaza. “Fue difícil, pero superaremos esto”, afirmó.
La mujer israelí contó que fue secuestrada en una motocicleta, “de lado, mientras manejaban hacia Gaza”, y que fue golpeada con palos. “Fue doloroso. Nos trajeron a un portón. Estaba de lado en la motocicleta. Tengo moretones por el viaje”, dijo.
En su relato, Lifshitz detalló que a ella y a los demás rehenes los hicieron caminar “por un par de kilómetros en tierra húmeda”. “Hay una gran, gran red de túneles subterráneos. Parece una telaraña”, reveló.
La mujer dijo que en el lugar habían doctores y paramédicos esperando recibirlos. Tras ser inicialmente agrupada con otros 25 individuos, Lifschitz indicó que fue puesta en un grupo más pequeño con otras cinco personas de un kibutz cercano al de ella.
“Cuando llegamos allí, las personas nos dijeron que ellos creían en el Corán y que no nos harían daño, y que tendríamos las mismas condiciones que ellos tenían en los túneles”, relató Lifshitz.
A pesar del “infierno” que le tocó vivir por 17 días, la mujer aseguró que el trato que recibió “fue bueno”. “Había guardias y un paramédico y un doctor que procuraron que tuviéramos los medicamentos que necesitábamos” sostuvo.
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