Educación sin mujeres: talibanes prohíben la entrada de las estudiantes a universidades y colegios afganos

Mujeres estudiantes caminan frente a la Universidad de Educación de Kabul en febrero de este año, antes de la actual prohibición. Foto: Reuters

La promesa de dar pie atrás a las medidas más restrictivas del régimen integrista se aleja con el pasar de los meses. Esta vez, prohibió el ingreso de mujeres tanto a la educación superior como primaria, lo que fue criticado por naciones occidentales y las propias estudiantes, que vieron cómo sus sueños se esfumaban de un día para otro.


Cuando Hassiba, una estudiante de tercer año de Ciencias Políticas, se enteró de que tendría prohibido continuar sus estudios universitarios estaba preparando sus exámenes de fin de año. “Es demasiado difícil de aceptar, es increíble, no puedo creer que esté ocurriendo”, dijo a Reuters en Kabul, la capital de Afganistán. “Cuando no hay educación para las mujeres en una sociedad, ¿cómo podemos tener esperanza en un futuro brillante?”.

Mahbooba, una niña residente de la capital afgana, llegó al centro educacional donde se preparaba para ingresar a quinto nivel de enseñanza escolar. Pero fue enviada de vuelta a su hogar. “Mi hija se ha encerrado en una habitación desde esta mañana y no deja de llorar”, dijo a The Wall Street Journal el padre de la niña y comerciante de Kabul, Ghulam Sarwar Haidari. “Todas sus esperanzas se han roto. Estamos hartos de esta situación y solo nos preguntamos cuándo acabará”.

Tal como Hassiba y Mahbooba, miles de mujeres afganas se quedaron sin la posibilidad de acceder a educación formal, incluidas quienes se encontraban cursando sus carreras y las que se preparaban en escuelas, debido a la decisión de las altas cúpulas del régimen talibán de prohibir la educación entre el género femenino. En marzo de este año ya habían bloqueado la educación secundaria entre las niñas, y con la decisión de este miércoles, la exclusión pasa a ser total.

Mujeres afganas frente a un centro de educación superior. Foto: AP

A 16 meses de que el régimen talibán retomara la ciudad de Kabul, y tras aquella caótica salida estadounidense del país en agosto de 2021, la situación en cuanto al respeto por los derechos fundamentales, especialmente los de las mujeres, se ha visto socavado. La promesa de moderar la interpretación talibana de la ley islámica -conocida como sharia- ha sido incumplida a tal punto que Afganistán se convirtió en el único país musulmán que prohíbe la educación de las niñas y mujeres.

La exclusión del sistema escolar se suma ahora a previas restricciones, como el ingreso de mujeres a la mayoría de los empleos, salvo los de salud y, hasta este miércoles, la educación, así como también de parques y gimnasios. Además, mantienen la estricta orden de vestimenta de pies a cabeza en espacios públicos y el tutelaje del comportamiento femenino, donde, por ejemplo, no pueden viajar más de 75 kilómetros sin un tutor masculino, al igual que para entrar a edificios gubernamentales, ir al médico o tomar un taxi.

No más estudios para mujeres

Este martes, cuando una carta empezó a circular a través de redes sociales en la que se ordenaba tanto a las universidades privadas como públicas suspender la asistencia de mujeres a las aulas de clases universitarias hasta nuevo aviso, las alarmas se encendieron entre la población afectada.

La misiva iba firmada por el portavoz del Ministerio de Educación Superior, Hafez Ziaullah Hashemi, quien luego confirmaría a medios internacionales de su veracidad, explicando que la decisión había sido tomada por el gabinete talibán, y que los centros educativos tenían la obligación de informar al ministerio una vez que se hubiera eliminado de los registros a todas las mujeres de sus respectivas universidades.

Algunas asistieron de todas maneras para comprobar que la política gubernamental era real. “Fuimos a la universidad, los talibanes estaban en la puerta y nos dijeron ‘no están autorizadas a entrar en la universidad hasta nuevo aviso’... Todo el mundo estaba llorando”, dijo a Reuters Shaista, una alumna de estudios empresariales en una universidad privada de la capital.

Otra estudiante de tercer año de Periodismo en la Universidad de Nangarhar, quien no quiso ser identificada por miedo a posibles represalias, confesó entre lamentos a The Associated Press que su proyecto de vida se desmoronaba. “No puedo cumplir mis sueños, mis esperanzas. Todo está desapareciendo ante mis ojos y no puedo hacer nada al respecto”.

¿Ser una chica es un delito? Si es así, ojalá no fuera una chica”, clamó. “Mi padre tenía sueños para mí, que su hija se convirtiera en una periodista de talento en el futuro. Ahora eso está destruido. Dígame, ¿cómo se sentirá una persona en esta situación?”.

Pero aún no pierde toda esperanza. “Si Dios quiere, continuaré mis estudios como sea. Voy a empezar estudios en línea. Y, si no funciona, tendré que abandonar el país e irme a otro”, declaró a la agencia de noticias.

Un video al que accedió la misma agencia mostraba a mujeres llorando y consolándose entre ellas en las afueras de un campus de Kabul, mientras que periodistas en la capital avistaron a la fuerza militar de los talibanes apostándose en las afueras de al menos cuatro universidades, la que se encargaba de prohibir el acceso de ellas.

Mujeres afganas lloran frente a la Universidad Edrak en Kabul, después de que las fuerzas de seguridad talibanes les bloquearan el acceso al recinto educacional. Foto: AP

Rahimullah Nadeem, portavoz de la Universidad de Kabul, confirmó que solo se estaba permitiendo el ingreso de mujeres por motivos administrativos y de papeleo, pero que, efectivamente, se han interrumpido las clases para las estudiantes.

Un día después, durante este miércoles, los talibanes dieron un paso más allá y prohibieron a las niñas asistir a las escuelas primarias, instaurando así la exclusión total de las mujeres de la educación formal, y logrando el golpe más dramático a las libertades femeninas desde la reinstalación del régimen.

Según informó The Wall Street Journal, la decisión se tomó en una reunión realizada en Kabul, donde participaron directores de escuelas privadas, clérigos y representantes de la comunidad, en la que también se logró la expulsión de las profesoras de la sala de clases, uno de los dos únicos rubros en los que se les permitía participar laboralmente, junto con el de la medicina. Otra medida tomada este miércoles fue que las mujeres adultas no podrán visitar mezquitas ni asistir a seminarios religiosos.

Los presentes en dicha reunión aseguraron que la medida era temporal, y que prontamente las niñas podrían regresar a las escuelas, sin embargo, esas mismas palabras fueron utilizadas por el régimen durante su primer gobierno, previo a la llegada de Estados Unidos a Afganistán. Corría la década de 1990 y los talibanes prometían que la prohibición era temporal, mas nunca se levantó dicha política.

Condena global

La respuesta internacional no se hizo esperar. En cuanto se supo de la noticia, Estados Unidos, Reino Unido y la Organización de Naciones Unidas (ONU) condenaron enérgicamente la medida. Política que el régimen talibán llevó adelante, a pesar de sus múltiples intentos por ser reconocido como un gobierno legítimo. Sin embargo, analistas creen que la nueva medida podría empujar a la comunidad internacional en el sentido contrario.

El embajador adjunto de Estados Unidos ante la ONU, Robert Wood, dijo ante el consejo de Naciones Unidas que “los talibanes no pueden esperar ser un miembro legítimo de la comunidad internacional hasta que respeten los derechos de todos los afganos, especialmente los derechos humanos y la libertad fundamental de las mujeres y las niñas”.

Su par británica, Barbara Woodward, aseguró que la expulsión del género femenino en la educación superior era “otro atroz recorte de los derechos de la mujer y una profunda decepción para todas y cada una de las estudiantes”, agregando que “es un paso más de los talibanes para alejarnos de un Afganistán autosuficiente y próspero”.

Estudiantes afganas caminan cerca de la Universidad de Kabul. Foto: Reuters

El propio organismo internacional criticó la medida a través del portavoz de la ONU, Stéphane Dujarric, quien aseveró el martes que esta era “claramente otra promesa incumplida de los talibanes”, y que “es difícil imaginar cómo puede desarrollarse el país, hacer frente a todos los desafíos que tiene, sin la educación y la participación activa de mujeres”, agregó ante la prensa en Nueva York.

La enviada especial de la ONU para Afganistán, Roza Otunbayeva, complementó la mirada desde el interior de la nación musulmana en un comunicado donde aseguró que la decisión era “devastadora” y, al mismo tiempo, “extremadamente impopular entre los afganos e incluso dentro de la cúpula talibana”.

Mientras las niñas sigan excluidas de la escuela y las autoridades de facto sigan haciendo caso omiso de otras preocupaciones declaradas de la comunidad internacional, seguiremos en una especie de callejón sin salida”, dijo entre sus críticas.

Las autoridades afganas no han explicitado, de momento, ningún argumento de forma oficial sobre las razones detrás de la decisión.

Durante noviembre, expertos de la ONU aseguraron que, debido al trato que la administración talibana ha mostrado con mujeres y niñas durante estos meses en el poder, se podría constituir una investigación por crímenes contra la humanidad, lo que podría ser enjuiciado basándose en el derecho internacional, consignó The Associated Press.

Argumentando con base en la posible violación de derechos fundamentales -las “más draconianas a nivel mundial”, dirían-, se podría configurar la persecución por motivos de género, posibilidad que fue presentada incluso antes de que el régimen excluyera a mujeres y niñas de toda educación formal en Afganistán.

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