Expertos en salud desmenuzan la segunda ola europea

Europa

Cinco profesionales de la salud pública comentaron a La Tercera qué se ha hecho bien, qué se ha hecho mal, y si es posible evitar este fenómeno en otros países, tomando en cuenta estos factores. Desde España surgen varias lecciones.


Islandia ordenó el cierre de bares, gimnasios y lugares de entretenimiento, además de reducir drásticamente el número de personas a las que se permite reunirse en público. De esta manera, ahora solo permite un máximo de 20 individuos -el límite anterior era 200- con algunas excepciones como tribunales, el Parlamento y las universidades. En España, Madrid regresó a un estricto bloqueo que prohíbe los viajes no esenciales, tras superar los 800 mil contagios a nivel nacional. Con 850 casos por cada 100 mil habitantes, el área de Madrid tiene la tasa de contagio más alta del continente. Esto llevó a la implementación de nuevas medidas, bajo las cuales los residentes solo pueden cruzar los límites de la ciudad por trabajo, escuela, salud o compras. Los bares y restaurantes deben cerrar a las 23.00 en lugar de la 1.00, mientras que las reuniones de más de seis personas siguen prohibidas.

En Moscú, las escuelas comenzaron unas vacaciones no planificadas, en respuesta al alza de casos, mientras que las empresas debían tener al menos el 30% de su personal trabajando de forma remota.

En Polonia, que informó el sábado de un aumento récord en los casos diarios, el gobierno debió reprogramar una ceremonia en la que el Presidente confirmaría a sus nuevos ministros, luego de que el titular de Educación entrante diera positivo al Covid-19.

Berlín, por su parte, debió implementar nuevas medidas que incluyen un toque de queda para el funcionamiento de locales comerciales y la limitación del número de personas que pueden reunirse en espacios cerrados. Medidas similares también se han aplicado en Francia.

Todos estos anuncios bien podrían ser parte de la estrategia con la que se abordó la pandemia a comienzos de año, sin embargo, han ocurrido en las últimas dos semanas. Europa, que sirvió como modelo de reapertura al resto del mundo, está enfrentando ahora una dura segunda ola de contagios.

“A partir de la semana del 7 de septiembre, el recuento semanal de la región europea superó los 300 mil casos”, dijo a Al Jazeera el director regional de emergencias para Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Según cifras del mismo organismo, el número de casos diarios se encuentra entre los 40 mil y 50 mil, mientras que en la primera ola, en abril, el récord se situó en los 43 mil contagios.

“Es difícil conocer todas y cada una de las causas que han determinado el incremento de la incidencia de Covid-19 en Europa. Las actividades turísticas durante el verano, los trabajos en condiciones laborales precarias y la vuelta generalizada a la actividad en septiembre, están poniendo a las personas en situaciones en las que se facilita la transmisión. Todo esto va acompañado de la falta de una inversión adecuada en los sistemas de control epidemiológico y de respuesta a la aparición de casos y brotes”, dijo a La Tercera Ildefonso Hernández, profesor de la Universidad Miguel Hernández y exdirector general de Salud Pública de España entre 2008-2011. “No incorporar el criterio de equidad en las actuaciones va a ser un importante condicionante que modificará el curso de los acontecimientos. Me refiero a las medidas sociales que deben atenuar la desigualdad y deben facilitar el cumplimiento de las medidas preventivas”, agrega el epidemiólogo.

Los expertos coinciden en que no hay una única causa para los rebrotes. Sin embargo, tienen claro qué tipo de conductas facilitan la propagación del virus.

“El virus resultó no ser estacional como se esperaba, no ha dado tanta tregua en verano. Con la vuelta a la ‘nueva normalidad’, algunas personas relajaron las precauciones. En muchos casos, unos pocos supercontagiadores son responsables de altas incidencias. A estas alturas, hay evidencia científica clara de que mascarillas, distancia social, aire libre, higiene de manos y buena ventilación son muy efectivas para prevenir contagios”, apuntó Beatriz González, profesora de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, agregando que “por el contrario, viviendas con malas condiciones de habitabilidad, y convivencia intergeneracional en espacios reducidos crean condiciones desfavorables”.

El caso de España

Los españoles han sido de los más golpeados por la segunda ola de contagios -y la pandemia en general- en el continente.

“Nuestra idiosincrasia en España, con relaciones cercanas, aglomeraciones, afecto expresado con contacto físico próximo y espíritu festivo, refleja vitalidad pero es al mismo tiempo un riesgo para enfermedades de transmisión respiratoria. Por otro lado, también tenemos un reto poblacional. La elevadísima esperanza de vida, que es de las mayores del mundo, conlleva el que haya un gran envejecimiento relativo y vulnerabilidad de la población. En paralelo a todo lo anterior, existen problemas estructurales, con instituciones que funcionan por inercia, sin fortalecer la salud pública y la atención primaria”, explicó a La Tercera José María Martín Moreno, doctor en Epidemiología de la Universidad de Harvard . Martín Moreno, en conjunto con otros 19 epidemiólogos y expertos españoles, publicó una carta en The Lancet, donde solicita un examen serio e independiente de cómo España llegó a convertirse en uno de los países más afectados por el coronavirus.

“No se ha actuado con anticipación en muchas comunidades autónomas, ni se han reforzado lo suficiente las capacidades de los servicios de vigilancia epidemiológica. En algunas regiones la atención primaria esté desbordada y los índices de ingresos hospitalarios y ocupación de camas UCI vuelven a estar tensionados”, dijo el epidemiólogo Alberto García-Basteiro, profesor del Instituto de Salud Global de Barcelona.

Sin embargo, algunos rescatan ciertos aspectos del manejo de la pandemia por parte de España. “Las personas de más riesgo, las que tienen patologías crónicas y las de más edad, han tomado medidas para protegerse. Hemos hecho bien el uso de las mascarillas, el mantener las distancias de seguridad, y el aprovechar el aire libre al máximo. Por lo tanto, podemos entrar mejor en el otoño-invierno, donde no vamos a poder contar con el aire libre”, dice Margarita del Val, reconocida viróloga e investigadora del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa de Madrid.

Tomando en cuenta estos factores, otros países podrían evitar llegar al mismo punto. Sin embargo, de acuerdo con los expertos, no es tan simple como parece. “No se puede evitar por completo que haya casos y brotes. Tenemos que acostumbrarnos a lidiar con este problema de la mejor forma posible. Esto requiere una mejor inteligencia de epidemiología y salud pública para saber elegir qué intervenciones son las más efectivas en términos preventivos y, al mismo tiempo, alteran menos la esfera social y económica”, señala Hernández.

Martín Moreno complementa esta idea con la de “promover medidas de responsabilidad ciudadana, que debe conocer e interiorizar las 3M: mascarilla, manos, metros. A la par, debe evitar las 3C, que resultan contraproducentes: cerrados, concurridos y contactos cercanos. Por su parte, el sistema de salud debe realizar tests, rastrear, aislar a los enfermos y cuarentenar a los contactos”.

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