Harry y Meghan rompen esquemas en su boda real
La ceremonia, llena de guiños a los orígenes afroamericanos de Markle, marcó la modernización de la monarquía británica.
La relación entre el príncipe Harry y Meghan Markle rompía esquemas dentro de la monarquía británica y se esperaba que la ceremonia de su matrimonio siguiera la misma línea. Y así ocurrió.
Desde la presencia de famosos estadounidenses como la presentadora Oprah Winfrey y la tenista Serena Williams -amiga de la novia-, además del elenco entero de la serie Suits -en la que hasta hace poco participaba Markle-, pasando por la entusiasta homilía del obispo afroamericano Michael Curry y hasta la interpretación del Kingdom Choir de Londres de la canción Stand by me. La de este sábado fue una ceremonia llena de guiños a los orígenes afroamericanos de Meghan Markle y, de paso, a la comunidad negra de Reino Unido.
La unión de dos mundos. Eso representó la boda entre el príncipe Harry y la llamada "princesa americana", con larga trayectoria en el mundo del activismo por la igualdad de género, que no fue entregada por su padre, y supuso la modernización de la monarquía británica en tiempos en que Reino Unido vuelve a ponerse en los ojos del mundo tras haber sido tocado política y económicamente por el Brexit.
La recurrente imagen de la madre de Markle, Doria Ragland, una mujer afroamericana de 61 años, instructora de yoga y trabajadora social que con un aro en la nariz y un impecable traje se sentó frente a la misma reina Isabel II, tampoco pasó inadvertida.
Tal como había adelantado la prensa, Meghan Markle no juró obedecer al príncipe Harry; en cambio, ambos se juraron y prometieron "amar, consolar, honrar y proteger". Y así lo demostraron durante todo el día.
Debbie Williams fue una de las 200 personas invitadas a la ceremonia pertenecientes a organizaciones de caridad. Salió pasadas las 8 de la mañana desde Londres, para llegar a las 10 al Castillo de Windsor. Horas después del evento -y mientras espera la posibilidad de ver nuevamente a los novios si es que deciden salir del castillo- comenta a La Tercera la emoción que vivió en ese momento. "Fue todo muy lindo, muy emotivo. Ella se veía fantástica y se nota que él hizo una elección de amor. Para mí esta boda fue muy emocionante y fue un lindo gesto que incluyeran a las organizaciones de caridad, eso demuestra que él es la imagen de su madre", dice en referencia a la fallecida princesa Diana. Consultada por la popularidad de los recién casados en su país, es enfática. "Definitivamente ya son mucho más populares que William y Kate".
Quienes no tuvieron la suerte de Debbie de ingresar debieron conformarse con ver pasar a los ahora duques de Sussex en carroza al término de la ceremonia. Para eso, muchos acamparon la noche anterior para asegurar un lugar y otros -los más fanáticos- llegaron con días de antelación. Es que, durante la mañana, caminar por la pequeña localidad de Windsor se hacía complejo debido a la gran cantidad de personas que llegaban desde todas partes, a lo que se sumaba los cortes de tránsito que impedían el acceso a ciertas calles.
Por eso, muchos residentes optaron por reunirse en algunos de los bares de Windsor a seguir la transmisión de la ceremonia por televisión, cerveza o champagne en mano, sin importar que el reloj marcaba aún horario matutino.
"Esto para nosotros es un motivo de celebración. Nos gusta celebrar y qué mejor que una boda real para hacerlo. A los ingleses nos gusta meter ruido", comenta Joanne, una mujer que llega junto a su marido a uno de los bares cercanos a los desvíos controlados por la policía y que de a poco comienza a repletarse de gente una vez que comienza la ceremonia religiosa.
Allí la gente espera con ansias ver el diseño del vestido de la novia y aplaude al unísono cuando Meghan se une al príncipe Carlos para llegar hasta el altar. "Es muy bonito que Carlos hiciera eso, que aceptara ayudarla de esa forma", dice Joanne, tratando de explicar la reacción de la gente.
La emoción de la pantalla vuelve a traspasarse al público cuando también se suman a la interpretación de "Stand by me", canción que fue elegida por los mismos novios y culmina con aplausos cerrados una vez que Harry y Meghan se besan por primera vez como marido y mujer.
Tras el recorrido en carruaje, las celebraciones se desataron en las calles, donde no solo se apreció la bandera de la Unión Jack de Reino Unido, sino que varios flamean con orgullo la de los Estados Unidos (país de origen de Meghan Markle).
"Vinimos especialmente de Estados Unidos para ver a la primera estadounidense en ser parte de la realeza", comenta George, quien viste unos pantalones decorados por la bandera de su país; mientras, las británicas más entusiastas transitan por las calles usando sombreros similares a los que se les vio a las invitadas en la transmisión.
Así, Windsor se convirtió en reflejo del entusiasmo que generó la nueva pareja real y que espera consolidar la modernización de la corona británica. Algo que ya se dejó ver en la ceremonia de hoy
Audiencia en el mundo y Chile
Se estima que unos 1.400 millones de personas, cerca del 20% de la población mundial, siguió con atención la boda entre el príncipe Harry y Meghan Markle, el principal acontecimiento de la corona británica desde 2011.
Fueron 45 minutos de ceremonia, transmitidos por 5.600 señales de televisión a nivel global y cubierta por 8.000 enviados especiales.
Las redes sociales también se transformaron en una de las principales plataformas de cobertura del magno evento. De esta forma, usuarios de Youtube, Facebook, Twitter e Instagram, entre otros, pudieron participar como un invitado más de la ceremonia .
Chile no fue la excepción. Tres canales cubrieron casi la totalidad del evento en la madrugada de este sábado: TVN, Mega y Canal 13. Entre las 06.39 y las 10.30 horas, la señal de Luksic lideró las transmisiones con 7,1 puntos de rating, mientras que la red estatal llegó a 4,9 y Mega a 3,3. Como otra muestra del interés local por la boda, el encendido de televisores marcó 25 puntos, mientras que un sábado normal en el mismo horario, como el pasado 12 de mayo, alcanzó la mitad, sólo 12,9.
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