“Hoy estoy aquí para terminar lo que empecé en 2002”: Ingrid Betancourt va otra vez por la presidencia de Colombia luego de 20 años
La exlegisladora, que pasó más de seis años secuestrada por las Farc, anunció que participará en la consulta electoral de la que saldrá el candidato de una coalición de fuerzas de centro.
En un hotel de Bogotá, la política colombo-francesa Íngrid Betancourt, quien estuvo secuestrada seis años por la guerrilla de las Farc en la selva, lanzó ayer su aspiración presidencial 20 años después de haber sido tomada como rehén.
Betancourt, de 60 años, anunció que participará en la consulta electoral que se realizará el 13 de marzo y de la que saldrá el candidato de una coalición de fuerzas de centro. “Voy a participar en la consulta del 13 de marzo, voy a hacer parte de esta Coalición Centro Esperanza como candidata a la presidenta, y voy a trabajar cada instante, de sol a sol, para ser su presidenta”, afirmó en Bogotá la dirigenta del partido Verde Oxígeno. De ganar la consulta, disputará la primera vuelta presidencial el 29 de mayo.
La precandidata fue representante a la Cámara por Bogotá y senadora en la década de los 90 y aspiró a la presidencia para las elecciones de 2002, pero el secuestro del que fue víctima por parte de la guerrilla de las Farc terminó, de momento, con su aspiración política de ese entonces.
Ingrid Betancourt recuperó la libertad en julio de 2008 gracias a la “Operación Jaque”, con la que también fueron rescatados un grupo de integrantes del Ejército y ciudadanos estadounidenses que estaban en poder de la extinta guerrilla.
Luego de su liberación, Betancourt se fue del país a vivir a Francia junto a su familia y allí permaneció 14 años. Ahora vuelve con un marcado discurso anticorrupción, igual que en su primera candidatura, aspirando ahora a liderar el centro. “Me han acusado de volver a mi casa para buscar beneficios políticos. Pues sí, estoy buscando beneficios políticos, el derecho a buscar con mi familia extendida, que son todos ustedes, la Colombia que yo amo”, expresó la precandidata, citada por el diario El Colombiano.
Su vuelta a la política puede dar un impulso a la Coalición Centro Esperanza, no solo por ser una de las políticas más reconocidas de Colombia, sino que su figura marca un quiebre en un escenario completamente masculino. “La coalición necesitaba la presencia de una mujer y de una persona que pudiera hablar de otra manera. Yo llevo a Colombia en mi corazón de una manera diferente”, dijo Betancourt.
Para lograr que su candidatura sea oficial, Betancourt tendrá que ganar frente a los otros precandidatos de la coalición del centro, como Sergio Fajardo, Alejandro Gaviria, Juan Manuel Galán, Carlos Amaya, Jorge Enrique Robledo y Juan Fernando Cristo.
En un comienzo la precandidata presidencial estaba renuente frente a la posibilidad de volver a la política, pero sus compañeros de coalición la convencieron de hacerlo. Pero otras de las razones de su regreso fue la resurrección de su partido Verde Oxígeno.
“Hoy estoy aquí para terminar lo que empecé con muchos de ustedes en el 2002. Con la convicción de que Colombia ya está lista para cambiar su rumbo. Llegó el momento de tener una opción de centro, la opción del corazón, de la unión y de la conformación desde adentro”, dijo la precandidata. Betancourt se presenta como una alternativa de centro ante la disputa entre la derecha en el poder y la izquierda que encabeza el exalcalde y exguerrillero Gustavo Petro, favorito en las encuestas.
Su discurso de lanzamiento precisamente se centró en su situación de víctima y sobreviviente del secuestro, lo que le permitió, a su vez, hacer críticas frontales a la desmovilizada guerrilla y a cuestionar cómo le han adjudicado la culpa a ella de su cautiverio. “Mi historia es la historia de todos los colombianos, porque mientras mis compañeros y yo estábamos encadenados, las familias de Colombia también estaban sometidas a la corrupción, la pobreza, la inseguridad, la violencia, la injusticia”.
Su historia con las Farc
El 23 de febrero de 2002, Ingrid Betancourt junto a su asesora, Clara Rojas, se dirigían a San Vicente del Caguán para hacer un acto de presencia en la zona y solidarizar con los locales por los constantes ataques de las Farc, pero nadie presagiaba que en ese mismo viaje iba a ser secuestrada y mantenida en cautiverio por seis años.
El secuestro se produjo tres días después de que el presidente de la comisión de la paz del Senado, Jorge Géchem Turbay, hubiera sido llevado contra su voluntad por las Farc. Este suceso mantuvo inquieta a toda la población colombiana, así como a Francia y otros países.
Luego de cinco meses, el informativo Noticias Uno dio a conocer un video en el que mostraba a Betancourt junto a Clara Rojas. En la grabación la candidata hablaba sobre la indiferencia del gobierno de Andrés Pastrana frente a los secuestros y también pedía que se hiciera una investigación.
Meses después llegó un nuevo video, y en este Betancourt hablaba sobre la posibilidad de un rescate militar y también planteaba un acuerdo humanitario entre las Farc y el gobierno colombiano. Esta fue la última cinta que daba cuenta de que la candidata estaba viva, luego solo hubo rumores que iban desde su muerte a que ella se había unido a la guerrilla.
En 2007 se pudo comprobar que Betancourt estaba viva y que aún seguía en cautiverio. La información fue confirmada por una rehén que habría podido escapar. Un año después, la candidata fue rescatada gracias a la “Operación Jaque”, liderada por el Ejército colombiano en el departamento del Guaviare, al sur del país.
Ahora, Betancourt plantea una campaña en la que invitará a los ciudadanos a tomarse una cerveza junto a ella para hablar de los problemas de Colombia y afirma estar convencida de que “esto lo hacemos juntos o no lo hacemos”. “Yo quiero ser la presidenta de los colombianos para asegurarme de que la riqueza del país irá a los niños, jóvenes y adultos a los que el sistema les quitó las posibilidades de todo lo que podían ser”, comentó, haciendo referencia a la reciente demanda que ganó su familia en un tribunal de Estados Unidos contra las Farc, que obliga a ese extinto grupo armado a pagarle US$ 36 millones de indemnización.
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