La tensión entre el Reino Unido y Francia se propaga más allá de la pesca
Hoy viernes, el secretario de Estado francés, Clément Beaune, amenazó con “reducir” el aprovisionamiento de electricidad a la isla británica de Jersey, situada frente a las costas francesas de Normandía.
El Brexit sigue representando un quebradero de cabeza en Francia, que lucha para que sus pescadores accedan a las aguas británicas, recurriendo incluso a amenazas, y ve cómo se deteriora la cooperación militar con Reino Unido.
En un último pulso de esta saga, el secretario de Estado francés, Clément Beaune, amenazó este viernes con “reducir” el aprovisionamiento de electricidad a la isla británica de Jersey, situada frente a las costas francesas de Normandía.
“Reducir el suministro es posible, pero cortar la corriente a cada habitante de Jersey este invierno no ocurrirá”, aseguró Beaune a la cadena BFMTV, un días después de que el gobierno de esta isla denunciara “inaceptables” amenazas de París.
Francia distribuye la electricidad a las islas británicas situadas frente a sus costas en el Canal de la Mancha y el acuerdo del Brexit alcanzado con la Unión Europea (UE) prevé, según Beaune, un “acuerdo sobre exportación de energía”.
“Por lo tanto, podemos regular el suministro. No deseo llegar a ese punto. Pero es una de las posibilidades políticas”, reiteró el funcionario francés, en una velada amenaza a esta isla en pleno pulso por las licencias de pesca.
El acceso a las aguas británicas también está regulado por un acuerdo alcanzado en 2020 entre Londres y Bruselas. Para poder faenar y obtener la licencia, los pescadores deben demostrar no obstante que ya operaban en esa zona.
Hasta el momento, Londres y Jersey han acordado unas 200 licencias definitivas, si bien París solicita más del doble. “Hemos pedido un poco más de 450 licencias en total (...) Nos mantendremos firmes”, aseguró el secretario de Estado.
“No podemos conceder licencias si no tenemos los datos y las pruebas” que demuestran que los barcos “respetan los términos del acuerdo comercial” y que faenaban allí antes del Brexit, dijo el jueves el canciller de Jersey, Ian Gorst.
París considera que Londres no cumple el acuerdo y amenaza con represalias. Beaune estimó que los británicos necesitan a los europeos para vender sus productos pesqueros, así como para su energía o sus servicios financieros, entre otros.
El ministerio del Mar francés estudia eventuales medidas que pueden ir desde la energía hasta la acogida de estudiantes, pasando por impuestos o trabas al desembarco de pescado británico en puertos franceses.
Freno en la cooperación militar
La tensión, recrudecida por las críticas del Reino Unido a la, a su juicio, acción insuficiente de Francia para frenar la llegada de migrantes a las costas inglesas, también parece pasar factura a la cooperación militar.
Ambos países no logran llegar a un acuerdo sobre los próximos pasos del programa de misiles antibuques y de crucero que habían previsto desarrollar conjuntamente, un aspecto crucial para la autonomía europea en materia militar.
“Sin duda, se trata de un programa en dificultades, visto el estado de nuestra relación con el Reino Unido. Estamos reflexionando sobre lo que se puede hacer”, dijo el martes la ministra de Defensa francesa, Florence Parly.
A finales de septiembre, Parly anuló una reunión con su par británico, Ben Wallace, según una fuente del ministerio francés, en plena ira de Francia por el anuncio de una alianza estratégica entre Estados Unidos, Australia y el Reino Unido.
La alianza AUKUS, que busca rivalizar con China en el Indopacífico, implicó que Canberra anulara un millonario contrato de compra de submarinos clásicos franceses para adquirir en cambio sumergibles de propulsión nuclear a Estados Unidos.
La relación franco-británica “se ha enfriado en la práctica”, declaró a la AFP Christian Cambon, presidente de la comisión de Defensa del Senado francés, para quien la salida del Reino Unido de la UE “no ha creado el clima más favorable”.
En el marco del Tratado de Lancaster House de 2010, París y Londres se comprometieron a desarrollar para 2030 una nueva generación de misiles antibuques y de crucero, que reemplacen los usados por sus respectivos ejércitos.
Pero como reconoció Parly a finales de septiembre al diario Le Monde, este programa se estanca, en un momento en que Londres optó por el Brexit, por la política exterior ‘Gran Bretaña global’ que mira a Washington y al Indopacífico y “por una dependencia aún mayor de Estados Unidos”. “La pelota está en su campo”, agregó.
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