Margaret Levi: “No es nuevo que haya división y polarización”
Influyente académica e intelectual estadounidense, Levi ha trabajado en cómo las organizaciones y los gobiernos pueden gatillar o incentivar en sus miembros la voluntad de actuar más allá del propio interés. “Hay muchas maneras de reconstruir una comprensión de nosotros mismos como seres sociales y no como criaturas con intereses egoístas”, plantea.
Destacada intelectual y académica durante décadas, Margaret Levi ha hecho historia con sus trabajos y reflexiones sobre la idea de que los seres humanos estamos unidos en cuanto “comunidades de destino”. Y de cómo aumentar la confianza y la cooperación en sociedades donde campean el individualismo y la visión de corto plazo. Senior Fellow del Center on Democracy de Stanford, también fue directora del Centro Chaos (Análisis Histórico Comparado de Organizaciones y Estados).
Levi es autora de seis libros, entre ellos Cooperation Without Trust? (Russell Sage, 2005), In the Interest of Others (Princeton, 2013) y A Moral Political Economy (Cambridge, 2021). Entre sus múltiples premios y honores, fue nombrada miembro de la Academia Nacional de Ciencias en 2015, de la Academia Británica en 2022, de la Academia Estadounidense de Ciencias Políticas y Sociales en 2017 y de la Sociedad Filosófica Estadounidense en 2018. Fue, además, presidenta de la American Political Science Association y recibió el Premio William H. Riker de Ciencias Políticas.
Margaret Levi cuenta que se está retirando de la enseñanza, y preparando un paper sobre el futuro de la educación universitaria, tema que le apasiona. Puntual y entusiasta, aparece en Zoom desde su oficina para conversar con La Tercera sobre cómo las organizaciones y los gobiernos pueden gatillar o incentivar en sus miembros la voluntad de actuar más allá del propio interés.
¿Cómo explicar y expandir ideas sobre comunidad y solidaridad en un mundo que hoy tiende a dividir y fragmentar a las personas?
Si lo piensas bien, todos somos parte de algún tipo de comunidad de destino. A menos que seamos psicópatas o sociópatas, somos parte de una familia, somos parte de una iglesia u otra organización religiosa. Podemos ser miembros de un sindicato o alguna otra organización comunitaria. Así que la mayoría de nosotros nos hemos alineado con los demás, generalmente familiares, pero a veces grupos más amplios que eso, al reconocer que nuestros destinos están entrelazados el uno con el otro, que me voy a preocupar por ti porque realmente eres parte de la misma historia. Así que la pregunta no es cómo creamos comunidades de destino, sino cómo creamos comunidades de destino ampliadas y mucho más inclusivas, que atraviesen una variedad de divisiones que parecen estar marcando nuestras sociedades contemporáneas. Francamente, nuestras sociedades a menudo se han visto impulsadas por conflictos religiosos, raciales, étnicos o nacionalistas.
Entonces no es nuevo…
No es nuevo que haya división y polarización. Quiero decir, lo estamos sintiendo intensamente y quizás de una forma algo diferente en estos días, pero siempre ha existido. Así que la cuestión de cómo construir comunidades de destino o solidaridad en una versión más amplia siempre ha estado en discusión. Y creo que la clave para hacerlo de una manera que abarque a más personas y supere algunas de esas divisiones es encontrar cuestiones que valoremos por igual. Puede que tengamos diferencias sobre cómo encarnar mejor esos valores o cómo alcanzar mejor los objetivos que compartimos, pero podría manejarse mediante un conjunto de acuerdos institucionales que permitan un debate civilizado, si es que nos damos cuenta de que estamos en la misma conversación y que tenemos el mismo tipo de objetivo. Entonces veo la respuesta como doble. Obviamente es más complejo que eso, pero hay que encontrar el tipo correcto de tema en torno al cual movilizar a la gente y permitirles reconocer sus puntos comunes. Y segundo, establecer un conjunto de bordes para aquellas conversaciones, deliberaciones y prácticas discursivas en las que participan las personas para alcanzar esos objetivos comunes.
¿Qué tipo de objetivos, por ejemplo, cree que son útiles en términos de construir este sentimiento de comunidad de destino? ¿Y cuáles no?
Déjame empezar con uno realmente fácil y luego pasar a dos mucho más difíciles. El más fácil fue el que John Ahlquist y yo estudiamos en un libro llamado In the interest of others, que es de donde este concepto se desarrolló, y en el que nos centramos en los sindicatos. Y todos los sindicatos que habían tenido éxito y ganaron derechos de negociación colectiva y mejoras en salarios, horarios y beneficios, habían creado algún nivel de comunidad de destino entre los miembros del sindicato. Lo que nos fascinó fue que había algunos sindicatos que realmente estaban dispuestos a emprender acciones muy arriesgadas-podrían perder sus trabajos, ser golpeados, ser arrestados- en pos de otras personas muy lejanas, que no podrían reciprocarlos. Esa es la base de una comunidad de destino ampliada y más inclusiva. Y lo que les permitió hacer eso fue en realidad un conjunto de acuerdos institucionales, acuerdos de gobernanza de su sindicato, que les permitieron obtener nuevos tipos de información que no habían tenido antes; cuestionar esa información, tomar decisiones democráticamente sobre si iban a tomar estas acciones o no, pero basándose en información sobre la cual habían discutido entre sí. Así que no fueron víctimas de lo que es el problema contemporáneo de desinformación, porque tenían que aportar evidencia y pruebas.
Pero los sindicatos ya tenían una unión, una base…
Déjame darte otros ejemplos, de interesantes casos que tienen que ver con otros dos grandes problemas que creo que enfrenta nuestra sociedad, en los que creo que se podrían construir comunidades de destino mucho más amplias e inclusivas. Uno, el cambio climático. Me quito el sombrero ante los jóvenes que se han movilizado tan eficazmente y han permitido que sus abuelos trabajen con ellos para pensar en el futuro y comenzar a construir algo que sea un movimiento mucho más inclusivo, expansivo e internacional de lo que pensábamos que era posible antes. Realmente lo hacen sobre la base del hecho de que tenemos un destino común, y no solo entre nosotros como humanos, sino también con las especies que habitan la Tierra y con la Tierra misma. Es remarcable. Otro ejemplo en el que he estado pensando mucho últimamente surge del trabajo con Alison Gopnik, que es una psicóloga muy famosa que trabaja con niños, familias y desarrollo infantil. Se trata de la ciencia social del cuidado.
¿Los cuidados son de esos problemas comunes que pueden unir?
Sí. Es otra base para una comunidad de destino ampliada e inclusiva. Todos recibimos atención en algún momento. Todos éramos bebés. Muchos de nosotros, si tenemos suerte, envejeceremos. Muchos de nosotros, si tenemos mala suerte, necesitaremos atención hospitalaria mucho antes. Así pues, existen diversos tipos de cuidados, que casi todos hemos recibido o recibiremos; todos necesitaremos cuidados con el tiempo. Casi todos -no todos, pero muchos de nosotros y desproporcionadamente en razón de género- hemos sido cuidadores. Y una parte de nuestra vida, una parte de nuestro día, de nuestra semana, se dedica a cuidar de los niños, de nuestros padres, de nuestros amigos, de quien sea: hay cuidado en nuestro mundo. Pero al pensar en estos temas y a medida que el cuidado se vuelve más complejo, debido a que las mujeres tienen empleos, al reconocer que los trabajadores del cuidado también son personas, realmente tenemos que prestar atención a lo que significa esta red de cuidado y de qué se trata recibir cuidados. Y con quién compartimos realmente nuestro destino.
¿Pero hay diferencias en la materia?
Podría haber desacuerdo sobre si damos vouchers a los niños para que vayan a la escuela o no. ¿Todos merecen cuidados para las personas mayores? ¿Y cómo se ve eso? ¿Cómo son los cuidados al final de la vida? ¿Todos los niños requieren educación preescolar? Esas son cosas sobre las que podríamos tener desacuerdos, pero todos podemos estar de acuerdo en que el cuidado es una virtud y un valor importante, sobre el cual deberíamos tener una discusión seria y reconocer que estamos todos juntos en esto. Ahí hay tres ejemplos.
¿Lecciones pandémicas?
Durante la pandemia, todos entendimos que éramos parte de una comunidad de destino. ¿Pero qué cree que ha pasado después?
En pandemia, en 2020, escribí un artículo sobre la comunidad de destino. Y me equivoqué, porque predije que la pandemia sería la base de una comunidad de destino ampliada e inclusiva. Y como me han señalado, y como era obvio, lo que sucedió es que intervino la política, y una política poco saludable, que politizó el uso de mascarillas, las vacunas y los mandatos de quedarse en casa o lo que fuera, de maneras que convenían a los políticos y conseguían votos, tal vez, pero fueron muy problemáticos y socavaron esa posibilidad de una comunidad de destino. Donde sí sobrevivió fue en las comunidades locales.
¿Faltó un liderazgo más integrador (en lo nacional)?
No hemos tenido ese tipo de liderazgo político y (eso) sigue obstaculizando nuestros esfuerzos por generar este tipo de impulso y este tipo de solidaridad. Eso ciertamente ha sucedido con el tema del cambio climático y ciertamente está sucediendo con el tema del cuidado. Es lo que pasa cuando esas cosas se politizan, en lugar de convertirse en discusiones honestas y serias sobre formas alternativas de hacer las cosas, en las que nos tratamos unos a otros con respeto y pensamos en lo que funcionaría, para quién, dónde, cuándo, cómo, en lugar de pensar que “its my way or the highway…”.
¿Es posible recuperar la confianza en sociedades donde está dañada?
Es posible reconstruir la confianza de unos en otros, dentro de las sociedades. He analizado esto en una variedad de entornos. ¿Cómo se genera confianza en el gobierno? Bueno, creo que esto tiene mucho que ver con el desempeño del gobierno. Entonces, por ejemplo, con Jeffrey Sachs hicimos una serie de estudios y descubrimos que (aumenta la confianza) cuando el gobierno comienza a brindar servicios que a la gente realmente le importan, es decir, escuelas, seguridad, hospitales y vías sanitarias. Y pudimos ver que la gente estaba más dispuesta a pagar impuestos si creía que estos iban a alguna parte. Así que es una combinación de un gobierno que realmente actúa de manera concreta y que los impuestos en realidad llegan más o menos a donde se suponía que debían ir.
¿Se necesita confiar en las personas con las que cooperamos?
No. Los contratos nos permiten cooperar con personas todo el tiempo, aunque no las conozcamos. Tenemos confianza en los mecanismos de aplicación y tenemos confianza en la gente en el sentido de que entienden que estas son las reglas del juego. Creo que también hay otra cosa que es realmente importante enfatizar. Hemos estado viviendo en un mundo neoliberal, casi todos lo hemos hecho universalmente de una forma u otra, al menos desde la era Reagan y Thatcher. Eso ha enfatizado (la idea) de que somos muy individualistas y que realmente no podemos confiar unos en otros. Pero la visión de mundo que tengo es que queremos alejarnos de esa noción individualista de los humanos, hacia una en la que los humanos son seres sociales. Las personas queremos cooperar, queremos ser parte de una comunidad. También queremos saber que no nos van a engañar, que no se aprovecharán de nosotros. Así que no es que temamos que todos nos engañen; esta era la percepción madisoniana, ¿verdad? Quieres tener protección contra los bribones, pero no crees que todos sean bribones. Entonces quieres protegerte contra esos estafadores y esos bribones, pero eso no significa que tengas que tener una profunda desconfianza en todos los demás.
¿Cree que es posible revertir esa tendencia y narrativa individualistas?
Antes de que el neoliberalismo tomara el poder, esa no era la forma en que la gente pensaba, en los años 50 y 40. El patriotismo y la actividad comunitaria eran muy altos, por muy buenas razones. Nada como una guerra para lograr eso. Entonces (las visiones individualistas de los humanos) son construidas, esto no es un instinto natural. Estuve enseñando a Adam Smith y Karl Marx el año pasado. Y Adam Smith, la Teoría de los sentimientos morales e incluso en La riqueza de las naciones, tiene que ver con los seres sociales, que se están prestando atención el uno al otro. Se trata de la riqueza de las naciones, no solo de la riqueza individual. Así que mucho de esto ha sido de cierto modo trastocado. Entonces, se puede deconstruir y se puede reconstruir algo más en su lugar. Pero digámoslo de nuevo: las personas nos preocupamos por nuestras comunidades, nuestros niños y los demás. La gente (se) integra a organizaciones benéficas todo el tiempo. La gente corre para ayudar a las personas que han sido desplazadas o por un incendio o lo que sea, o un terremoto. Así que creo que hay muchas maneras de reconstruir una comprensión de nosotros mismos como seres sociales y no solo como criaturas con intereses egoístas y limitados.
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