El "palacio de Evo" desata fuerte polémica en Bolivia

Imagen casa del pueblo
El vicepresidente Álvaro García Linera explica a Evo Morales los detalles de la nueva sede del Ejecutivo boliviano, en octubre de 2014.

La Casa Grande del Pueblo, que será inaugurada el 21 de junio, costó cerca de US$ 42 millones. La suite presidencial de Evo Morales tiene 1.068 m2.


Cuando Evo Morales asumió el poder de Bolivia en 2006, confesó que el Palacio Quemado le parecía "muy grande". Pero en 2014 cambió de opinión. El 31 de octubre de ese año firmó el contrato que luego dio inicio a la construcción de la Casa Grande del Pueblo, el megaproyecto con el que busca cambiar la imagen del actual palacio presidencial boliviano. "El palacio, para el señorío (...). No necesitamos un palacio para señores, somos un pueblo, somos hermanos, y por eso hemos decidido construir la Casa del Pueblo", justificó entonces.

Han pasado casi cuatro años, y la nueva sede del Ejecutivo, ubicada justo detrás del Palacio Quemado, se apresta a ser inaugurada. Y la fecha escogida para ello es simbólica: el 21 de junio, día del año nuevo aymara. Pero lejos de concitar elogios, la próxima apertura del nuevo palacio presidencial ha estado marcada por las críticas ante la millonaria cantidad de recursos que se invirtieron en el proyecto, cuestionamientos que han arreciado al conocerse detalles de la torre de 120 metros de altura, cuyo valor de construcción llegaría, al menos, a US$ 42 millones.

Según el diario paceño Página Siete, la Casa Grande del Pueblo tiene más de 29.000 m2 construidos, distribuidos en 26 pisos y tres niveles subterráneos. Consta de salas de reuniones, anfiteatro, espacio para las reuniones de gabinete, además de un helipuerto ubicado en el piso 26.

Pero lo que más ha generado críticas es el nivel de ostentación que exhiben las plantas reservadas a Evo Morales. En el piso 23 está ubicado el despacho presidencial, que consta de dos oficinas para uso exclusivo del mandatario, tres salas de reuniones (Illimani, Lago Titicaca y Salar de Uyuni), además de cocina y accesos a los siete ascensores que tiene todo el edificio.

En el piso 24, en tanto, se encuentra la suite presidencial. Tiene una superficie de 1.068 m2 e incluye sauna, jacuzzi, sala de masajes, sala de lectura y un gimnasio, entre otros, según los planos del edificio obtenidos por Brújula Digital. Página Siete precisa que el baño y el vestidor de Evo tienen 47,1 m2 y su dormitorio como tal, 61 m2. "La suite de Morales equivale a la extensión de 17 casas populares", destaca el periódico.

Ola de críticas

Desde la oposición, las críticas más duras las ha expresado el excandidato presidencial y líder de Unidad Nacional (UN), Samuel Doria Medina, quien calificó como un "despilfarro" la construcción de la Casa Grande del Pueblo. "Palacio de Evo es por dentro igual que por fuera: puro despilfarro. Miles de metros cuadrados que serán utilizados por políticos para atender intereses políticos", escribió en Twitter.

"El edificio es un monumento al derroche, un gasto de dinero de recursos del Estado (...), ese recurso se debería invertir en salud, en el Hospital de Clínicas que es concurrido por personas que no tienen acceso a un seguro. Ese centro cada vez colapsa y ni siquiera hay medicamentos", reprochó la diputada de la opositora Unidad Demócrata (UD), María Calcina.

En ese sentido, el expresidente Jaime Paz Zamora ya imagina un nuevo uso para el edificio en la era post Evo. "Está construido, ahí está y no tenemos que llorar; todavía hay posibilidad de que cuando Evo ya no sea Presidente lo podamos destinar a un Policlínico", sostuvo.

Ya en julio de 2017, el expresidente Carlos Mesa protagonizó un duro intercambio con el actual vicepresidente Álvaro García Linera, tras calificar a la nueva sede del Ejecutivo como un "engendro" y una "agresión sin precedentes" que "destruye" el casco histórico de La Paz. Mesa se aferra a una estética "republicana, racista, clasista y excluyente", le respondió García Linera.

El mismo argumento fue empleado hace dos semanas por la ministra de Comunicación, Gisela López, para defender al nuevo edificio. "Al Palacio de Gobierno (actual) se lo construyó con la lógica de que sea un palacio colonial, frío, excluyente, racista, clasista; y la visión y la perspectiva con la que se ha construido la 'Casa del Pueblo' es todo lo opuesto", dijo.

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