Palestinos del norte de Gaza desafían órdenes de evacuación por temor a ataques aéreos y refugios abarrotados
Según estimaciones israelíes, unos 350.000 palestinos todavía se encuentran en el norte de Gaza. Quienes se quedan se preparan para lo peor que se avecina.
Mahmoud Shalabi no evacuó su casa en el norte de Gaza a pesar de las espantosas advertencias israelíes de que se avecinaba un asalto mucho más brutal a medida que avanza su guerra contra el grupo militante Hamas.
El trabajador humanitario palestino se encuentra entre los cientos de miles que se han quedado. Otros que inicialmente hicieron caso a las advertencias israelíes de dirigirse al sur han regresado al norte del territorio, donde Israel dice que considera a todos los que siguen allí como posibles “cómplices” de Hamas.
Shalabi dijo que abandonar su casa en Beit Lahia no tenía sentido considerando el implacable bombardeo del sur de Gaza, donde Israel ha instado repetidamente a más de un millón de residentes del norte como él a buscar refugio. Los refugios superpoblados y la escasez de agua y alimentos en el sur influyeron en sus decisiones, señalaron Shalabi y otros que se quedaron.
Arriesgarse a morir en casa o en cualquier otro lugar de Gaza, dijeron.
Salir sería razonable sólo si Israel dejara de atacar el sur, comentó Shalabi, que trabaja para Medical Aid for Palestinas, una organización benéfica con sede en Reino Unido que brinda servicios de salud. “No tiene sentido para mí dejar mi casa para ir a que me maten en una tienda de campaña en el sur de Gaza”, indicó.
Es probable que los riesgos para quienes permanecen en el norte aumenten exponencialmente en caso de una esperada ofensiva terrestre israelí, después de dos semanas y media de intensos bombardeos que ya se han cobrado más de 6.500 vidas en Gaza, según el Ministerio de Salud de Gaza que dirige Hamas.
Con decenas de miles de tropas concentradas a lo largo de la frontera de Israel con Gaza, el primer ministro Benjamín Netanyahu dijo el miércoles que su país se estaba preparando para una incursión terrestre. Se negó a decir cuándo comenzaría.
Oficiales militares israelíes han señalado que están decididos a aplastar a Hamas en respuesta a su brutal ataque del 7 de octubre contra las comunidades fronterizas israelíes, y la atención se centrará en el norte, incluida Ciudad de Gaza, donde Israel dice que se encuentran activos, túneles y búnkeres clave de Hamas.
Según estimaciones israelíes, unos 350.000 palestinos todavía se encuentran en el norte de Gaza. Los funcionarios militares han exhortado repetidamente a los palestinos a desplazarse hacia el sur, pero no han dicho si la presencia de un gran número de civiles sería un factor a la hora de decidir si se envían tanques y tropas terrestres.
Israel dice que busca atacar a Hamas y no apunta a civiles, pero funcionarios de salud de Gaza afirman que muchos de los muertos han sido mujeres y niños. Se espera que esas cifras aumenten con una ofensiva terrestre, que probablemente provocaría feroces combates dentro de áreas urbanas pobladas.
Grupos de derechos internacionales han criticado duramente las órdenes de evacuación israelíes, diciendo que no pueden considerarse una advertencia eficaz para los civiles, según las normas del derecho internacional, debido a la falta de opciones realistas para quienes huyen.
“Cuando las rutas de evacuación son bombardeadas, cuando la gente del norte y del sur queda atrapada en las hostilidades, cuando faltan los elementos esenciales para la supervivencia y cuando no hay garantías de regreso, a la gente no le quedan más que opciones imposibles”, afirmó Lynn Hastings, coordinador humanitario de la ONU para los territorios palestinos. “Ningún lugar es seguro en Gaza”.
Quienes se quedan en el norte se preparan para lo peor que se avecina. Viven entre las ruinas de barrios que alguna vez fueron bulliciosos mientras enfrentan una grave escasez de combustible, alimentos y agua en medio de inminentes cierres de hospitales.
Los servicios en el norte se han deteriorado desde que la orden de evacuación de Israel provocó que al menos 700.000 palestinos huyeran hacia el sur. La mayoría de los hogares no tienen electricidad, agua ni combustible.
Más de 1,4 millones de residentes de Gaza están ahora desplazados a lo largo de la estrecha franja, de una población de 2,3 millones, y los refugios de la ONU están llenos al triple de su capacidad, dicen agencias de la ONU.
En el norte, barrios enteros han quedado reducidos a escombros.
“Por todas partes hay escombros, hay autos destruidos, hay casas destruidas. Y es realmente difícil llegar de un lugar a otro porque no hay combustible”, señaló Shalabi.
Dijo que caminó durante dos horas para encontrar una panadería que todavía vendía pan para alimentar a su familia de 10 personas. Los estantes de las tiendas están vacíos. Los residentes viven de porotos, piña y maíz enlatados.
El poco combustible que aún queda, a menudo procedente de reservas privadas, se vende a precios exorbitantes. Algunos arriendan pequeños motores de bombas de agua, exigiendo 50 shekels (12 dólares) la hora, una cantidad enorme para el residente medio de Gaza.
Esta semana, Shalabi se quedó sin efectivo y recorrió las cuadras de calles en ruinas hasta encontrar un cajero automático que funcionara. No había ninguno.
Unas 50.000 personas se encuentran refugiadas en los terrenos del Hospital Shifa, el más grande de Gaza, en Ciudad de Gaza. Está abrumado por un flujo constante de heridos por ataques aéreos en medio de advertencias de que una grave escasez de combustible, necesario para alimentar los generadores, podría provocar un cierre. No se ha permitido la entrada de combustible nuevo a Gaza desde el ataque del 7 de octubre.
Aun así, muchos palestinos están optando por regresar al norte, cansados de desplazarse de un lugar a otro bajo el fuego israelí mientras los refugios se vuelven superpoblados e inhabitables. Los observadores de la ONU estiman que han regresado 30.000.
Entre ellos se encontraba Ekhlas Ahmed, de 24 años y embarazada de ocho meses.
Hace una semana, huyó de Ciudad de Gaza después de repetidas advertencias israelíes de que se trasladara al sur. Regresó después de que la casa en la que se refugiaba junto con otros 14 miembros de su familia en el sur fuera alcanzada por un ataque aéreo israelí.
“Era un edificio residencial y lo bombardearon”, dijo.
Ahmed, que tiene un hijo de cuatro años, espera un alto el fuego.
“Estoy muy asustada. Todos estamos asustados”, comentó.
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