Paro de trenes por ausencia de recomposición salarial en Argentina agita al AMBA

Cuando el reloj marcó las 00:00 del miércoles 21 de febrero, los trenes asociados al gremio argentino de maquinistas La Fraternidad, dejaron de funcionar por 24 horas. Es su respuesta a lo que, según reclaman, es la ausencia de negociaciones, no para un aumento del sueldo, sino que un reajuste acorde a la galopante inflación trasandina. Pero la medida de fuerza afectará a los más de un millón de usuarios que utilizan ferrocarriles como medio de transporte en Argentina, según señaló el periódico La Nación.

El mismo medio señaló que, a las 6 de la mañana, en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), zona que comprende a los distritos de Ciudad de Buenos Aires y la Provincia de Buenos Aires, ya se empezaban a registrar largas colas esperando buses, o colectivos, como les llaman al otro lado de la cordillera.

En el Gobierno de Javier Milei denunciaron “mala fe” por parte del gremio paralizado en un comunicado emitido por Luis Caputo, ministro de Economía. De dicha cartera depende la Secretaría de Transporte, directamente ligada al actual paro. Poco antes del inicio de la huelga, el titular de Economía remarcó la “mala fe negocial al encontrarse en plena vigencia la mesa de negociaciones paritarias, inclusive habiendo llegado, a principios de mes, a resultados positivos en los acuerdos”.

En la misma línea, desde la secretaría que dirige Franco Mogetta cargaron contra La Fraternidad por ser el único gremio que utilizó la radical medida. “El único gremio que eligió el mecanismo de la medida de fuerza es La Fraternidad, a contraposición del diálogo abierto que se mantiene con el resto”, planteó a La Nación, destacando que la Unión Ferroviaria y la Asociación del Personal de Dirección de los Ferrocarriles Argentinos y Puertos no se plegaron a la paralización.

Desde el organismo gremial respondieron que se cansaron “de hacer reclamos, de pedir que nos actualicen el salario. No pedimos aumento, solo que nos actualicen el salario debido a la inflación galopante”, dijo Omar Maturano, titular del sindicato, en conversa con el canal televisivo Todo Noticias (TN). “Somos pacientes, pero la paciencia tiene un límite”, agregó.

Entre la población, medios destacaron la impaciencia entre los usuarios que, forzados por el paro, debieron optar por medios como buses, los que colapsaron por el alto flujo de personas. “El paro perjudica a mucha gente. Tengo que ir hasta Liniers y de ahí un colectivo más. Llego bastante tarde”, señaló a radio Mitre una mujer que debía llegar al barrio porteño de Floresta a las 8 de la mañana, pero cuando el reloj marcaba las 7:30, aún esperaba micro en la ciudad bonaerense de Moreno.

El conflicto se da, además, en medio de un recorte a los subsidios al transporte, que a principios de febrero dio un importante salto en el precio, pasando de 76,9 a 270 pesos en el ticket más barato de micro entre la capital y la periferia (equivalente en el cambio a dólar blue a pasar de 0,07 a 0,2 dólares), detalló El País. El de tren, por otro lado, varía según la línea utilizada, pero en promedio, pasó desde los 48 a los 130 pesos (o de 0,04 a 0,1 dólares, cotizando en el dólar blue).

La Secretaría de Transporte citó tanto a La Fraternidad como a otros tres gremios para continuar las negociaciones a las 10:00 am, en los que se incluyen a Unión Ferroviaria (UF), la Asociación del Personal de Dirección de los Ferrocarriles Argentinos y Puertos (APDFA) y la Asociación de Señaleros Ferroviarios Argentinos (ASFA). Pero “Pollo” Sobrero, dirigente de la Unión Ferroviaria que oficia como secretario general de la Seccional Oeste, disparó contra miembros de su gremio acusándolos de ser “la dama de compañía del gobierno”, donde dirigentes “usan el gremio como negocio particular”, y pidió que se “reconozca” la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores.

Durante la tarde del martes, en un hecho no vinculado a la actual paralización, un periodista argentino publicó en “X”, antes conocido como Twitter, un video de personas saltando los torniquetes de estaciones de metro, en una situación semejante a la ocurrida en octubre de 2019 en Chile. Sin embargo, esto careció de la masividad registrada hace más de tres años en nuestro país.