Roger Santodomingo, autor de la biografía no autorizada del Presidente venezolano: "Maduro ha dado todas las señales de que hará fraude, porque sabe que corre riesgo"

Maduro
El Presidente Nicolás Maduro participa en un acto frente a periodistas, en Caracas. Foto: EFE

En entrevista con La Tercera, Santodomingo afirma que "no hay opción buena" para la oposición si va desunida a las presidenciales. De hacerlo, advierte, "cometerá un error histórico, porque no serviría ni como acto de protesta ni para movilizar la base".


Periodista, escritor, consultor político y activista de derechos humanos, el venezolano Roger Santodomingo es autor de De verde a Maduro, la biografía no autorizada del actual Presidente venezolano. En 2013, el año de lanzamiento del libro y de la asunción del sucesor de Hugo Chávez, Santodomingo conversó con La Tercera. En ese entonces definió a Nicolás Maduro como "un hombre atrapado por sus contradicciones y por una crisis de legitimidad". Cuatro años más tarde, tras la instalación de la polémica Asamblea Constituyente, vaticinó que el Presidente venezolano "eliminaría toda resistencia legal a sus planes de instaurar una autocracia".

Ahora que Maduro ha vuelto a sorprender al mundo, con su decisión de adelantar las elecciones presidenciales para el 22 de abril, Santodomingo se muestra pesimista. "No hay opción buena", sostiene, si la oposición se presenta desunida. De hacerlo, advierte, el sector "cometerá un error histórico", según dice en esta entrevista con La Tercera.

¿Se esperaba el quiebre del diálogo en República Dominicana? ¿Alguna vez tuvo futuro esa negociación? ¿Cree que la oposición pecó de ingenua al creer que podría lograr concesiones de parte del régimen?

La política democrática sólo tiene futuro en el diálogo. Pero ¿cómo dialogas con quien te apunta a la cabeza? Para dialogar se requieren condiciones de respeto y son necesarias dos partes con algunos intereses comunes y flexibilidad. Hoy no pueden ser más dispares las ambiciones hegemónicas del gobierno del reclamo democrático de la mayoría de los venezolanos. Vimos a un gobierno aparentando que quería dialogar, pero sólo para deslegitimar la presión internacional y dividir más a los opositores. Y vimos a una oposición, con presencia de observadores internacionales, buscando demostrar que el gobierno no quería dialogar. En eso lograron su objetivo, aunque demoraron en levantarse de la mesa. Podían haberlo hecho cuando se retiraron los observadores internacionales latinoamericanos y denunciaron la farsa del gobierno.

¿Qué opción tiene la oposición si se presenta a las elecciones presidenciales? ¿Qué sucede si no presenta candidato?

No hay opción buena. De presentarse desunida, la oposición cometerá un error histórico, porque no serviría ni como acto de protesta ni para movilizar la base, tal y como quedó demostrado en las elecciones locales y de gobernadores. El gobierno hará sus elecciones, como lo hizo con la Constituyente, e igual Maduro adolecerá de legitimidad. Entonces la presión internacional arreciará y también la crisis humanitaria. Un juego de perder, perder.

El diputado opositor Julio Borges habló de la posibilidad de inscribir a una persona "en una especie de lucha antisistema". ¿Qué sentido tendría ello?

Si Venezuela fuera más como Gambia quizás tendríamos éxito. Acabamos de ver cómo en Gambia un dictador quien controlaba todo el poder, que ponía las reglas y las violaba él mismo, que hambreaba, maltrataba y torturaba al pueblo, perdió con un voto arrollador de rechazo. Claro, luego de más de dos décadas mandando igual se negó a dejar el poder. Denunció fraude, una conspiración, y entonces la comunidad internacional amenazó con acciones militares y lo obligó a irse en un avión con sus millones y sus carros de lujo a otro lado... podría ser Cuba. Pero no somos Gambia, ir a elecciones en condiciones desventajosas tendría sentido si, como en Gambia, hubiese esa persona que reflejara la unidad democrática. Entonces si, aún peleando con las manos atadas, podríamos ganar arrolladoramente. Pero no tenemos a esa persona, ni esa unidad. A la oposición le toca un trabajo de estrategia, de planear cómo retomar la iniciativa, de unirse y, al mismo tiempo, evitar ir presos. Movilizar a la base será cada vez más difícil, costoso, peligroso. Nadie quisiera estar en sus zapatos.

La reciente gira de Rex Tillerson a la región tuvo como foco el sondeo de posibles sanciones petroleras a Venezuela. ¿Crees que Washington adopte esa medida, considerando el efecto que podría generar en el pueblo venezolano? ¿Esto podría doblegar a Maduro?

Washington ha mantenido una posición firme que ha encontrado eco en América Latina y eso lo agradecemos. Pero no va a tomar ninguna medida que afecte a sus intereses. Probablemente una sanción inicial no será tanto dejar de comprar petróleo como dejar de venderle petróleo a Venezuela. Que a ese punto tan precario ha llegado la situación.

El Parlamento Europeo también ha solicitado aumentar las sanciones contra Maduro. ¿La vía de las sanciones y la presión internacional tendrá efecto en algún momento?

Lo tiene hoy y mientras más países se junten mayor será el efecto.

¿Hasta dónde está dispuesto a llegar Maduro? ¿Crees que la división al interior de la oposición es su gran piedra de tope para convertirse en una alternativa de gobierno?

Maduro siente la presión internacional. Llegará aún a más extremos para dividir a la oposición y anular competidores. También ha dado todas las señales de que hará fraude, porque sabe que corre un riesgo si va a elecciones con una población motivada a votar. Pero tiene que contarse tarde o temprano, como ocurrió en Gambia, no se puede ser tan impopular, tener al país pasando hambre y no pagar el costo.

¿Qué evaluación hace de la presión regional al régimen de Maduro? ¿Le ha faltado coraje el grupo de Lima?

Creo que hay que estar agradecido con toda gestión internacional para recuperar la institucionalidad. Venezuela solía usar su poder petrolero para dividir y chantajear a la comunidad internacional. Hoy no tiene ese poder y América Latina enfrenta tres peligros enormes este año: primero, cientos de miles de personas morirán en sus narices, de hambre y enfermedades curables; segundo, en el nuevo período de Maduro, la diáspora venezolana se duplicará, pasando de 4 a 8 millones; tercero, un régimen forajido se atrinchera, como el cartel de Pablo Escobar, en su Catedral, pero en una cárcel de más de 900 mil kilómetros cuadrados, armado, con petróleo, minerales y millones de rehenes.

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