Theresa May: la arriesgada apuesta de una premier atípica
Al estar dispuesta a todo por su acuerdo sobre el Brexit, Theresa May ha puesto en juego su capital político y corre el riesgo de manchar su historial.
Decidida, por mandato, a sacar a Reino Unido de la Unión Europea pero con un acuerdo con ese bloque, Theresa May se jugó ayer probablemente su última carta, su último as bajo la manga: ofreció su cabeza para salvar lo que pactó con la UE. Desde que asumió como primera ministra en 2016 tras el referendo en el que los británicos aprobaron con un 52% el divorcio de la Unión Europa, May ha estado empeñada a cumplir lo dictado en las urnas, más allá de costos políticos o personales. "Brexit significa Brexit", dijo tras asumir.
Perseverante y con sus convicciones claras, May sufrió en enero y marzo dos duras derrotas en la Cámara de los Comunes, que rechazó el acuerdo que tanto le costó negociar con la UE. A partir de entonces, comenzó a sufrir una ola incontenible, incluso de algunos miembros de su gabinete, para que diera un paso al costado, aunque, fiel a su estilo, se adelantó a todos.
Descrita como diligente y trabajadora, la primera ministra enfrenta ahora dos caminos: lograr con la promesa de su renuncia la aprobación de un Brexit con acuerdo o bien pasar a la historia como la premier británica que rogó para aplazar el divorcio de la UE, poniendo en riesgo el parecer ciudadano por abandonar el bloque.
Quienes la conocen sostienen que una de las debilidades de Theresa May ha sido estirar el hilo hasta un límite que finalmente se le salió de control.
Pese a que durante la campaña del Brexit respaldó la permanencia de Londres en el bloque europeo, May tuvo que salir a defender el divorcio con la UE. Sin embargo, desde temprano comenzó a ser torpedeada por euroescépticos y proeuropeos de sus propios correligionarios del Partido Conservador.
Según los analistas, otro de los errores que cometió fue su estrategia de convocar elecciones legislativas anticipadas en 2017. Su gran apuesta era salir fortalecida de los comicios, aunque ocurrió todo lo contrario y terminó por perder la mayoría absoluta. Así, se fue quedando sola y dependiente del respaldo de partidos de muy pequeña magnitud. Hoy parece encerrada en su propio laberinto.
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