Cambios de aforo, recreos diferidos y modificación de espacios: la fórmula con que los 197 internados del país preparan el retorno a clases
En noviembre de 2021, el Ministerio de Educación dictaminó que todos los colegios del país deben volver a clases presenciales. Esta decisión incluye los internados. Los directores revelan cómo han debido adaptarse a las nuevas exigencias sanitarias. A la vez, destacan la importancia de este tipo de instituciones para niños de zonas rurales.
Desde la llegada del Covid-19 a Chile, las clases no han vuelto a ser las mismas. En los momentos más duros de la pandemia -cuando el aislamiento era obligatorio- el proceso de aprendizaje fue completamente virtual en todo el sistema. Y cuando comenzó el descenso de los contagios, también se inició el retorno a los colegios.
Después de dos años de pandemia, en noviembre del año pasado el Ministerio de Educación emitió un oficio donde establecía como obligatorio el retorno a clases presenciales, en todo el país y para todos los establecimientos, a contar de este proceso 2022. Con el aumento de los contagios, hay quienes ponen en duda el regreso. Por ejemplo, el presidente del Colegio de Profesores, Carlos Díaz, señaló que no existían las condiciones necesarias para regresar al sistema anterior el próximo 2 de marzo. Sin embargo, el futuro ministro de Educación, Marco Ávila, aseguró que la presencialidad debe ser la regla.
Ahora, con el regreso de los colegios también vuelven los internados, recintos que cuentan con particularidades que los diferencian del resto de los establecimientos educacionales del país. Según datos del Mineduc, actualmente hay 297 de estos colegios en Chile. De ellos, 184 son municipales, 95 particulares subvencionados y 18 servicios locales.
Donde más hay este tipo de instituciones es en el sur. De hecho, La Araucanía es la región que más concentra, con 96. Después están Maule y Los Ríos, con 29 y 27, respectivamente.
En ese sentido, Gonzalo Muñoz, académico de la Facultad de Educación UDP, destaca que “aunque la conectividad y el transporte han mejorado mucho su cobertura en las últimas décadas, los internados siguen siendo indispensables para muchos niños y jóvenes de sectores rurales”.
La preparación para la presencialidad
Al igual que las clases, la vida en el internado tendrá cambios para adaptarse a los nuevos protocolos, que incluyen cambios de aforos, distanciamiento social y medidas de autocuidado. Estas restricciones ya habían sido aplicadas el año pasado, sin embargo, para este ciclo deben implementarse pensando en el regreso a la presencialidad en un 100%.
Víctor Reyes, director del Liceo Bicentenario San Nicolás, ubicado en la Región de Ñuble, relata que se debieron implementar medidas como la medición de la temperatura y alcohol gel en varios espacios, pero que la principal modificación que hicieron para este año es en el aforo de los dormitorios. Originalmente, la instalación estaba pensada para 160 alumnos -80 hombres y 80 mujeres-, pero ahora, con las restricciones, la capacidad se redujo a 80 estudiantes en total. También, explica que coordinar las medidas en el internado es más difícil que hacerlo en el liceo.
“Es tremenda responsabilidad, porque no hay ningún momento del día donde no se esté pendiente de lo que está ocurriendo en el internado, puede ser la hora que sea y lo que ocurra en el internado es responsabilidad del director, por lo tanto, es de máxima preocupación que los protocolos se cumplan y que el cuidado de los niños y niñas sea el óptimo, porque en ese instante su familia más cercana son las personas que están en el internado, por las distancias geográficas”, detalla Reyes.
Durante el segundo semestre de 2021 se quedaron 119 estudiantes en el internado, pero nunca de forma simultánea. Reyes destaca el funcionamiento de medidas y señala que durante todo ese tiempo no tuvieron brotes de Covid-19.
El director también añadió que mantendrán algunas medidas del año pasado: “Tendremos los mismos protocolos. Es decir, vamos a tener recreos diferidos, la colación igual, los espacios más separados, de una manera que podamos controlar estas instancias, que son los momentos donde más se pierde el control”.
Elías Fuentes (16) pasó a 3° medio y desde el año pasado es alumno de este liceo. Aunque es de Santiago, decidió matricularse en este internado, pues dentro de los planes de su familia está cambiarse al sur. Debido a la pandemia su experiencia fue corta, pero espera volver luego, pues ahí se siente seguro: “Estoy impaciente. En la casa paso la mayoría del tiempo encerrado, además, ahora con los casos no se puede ni salir. En cambio, en el internado uno está más tranquilo. Ahí nunca tuve miedo de contagiarme”.
Otro internado que prepara su regreso a la presencialidad es el Liceo Agrícola Puquereo de Freire, situado en Villarrica, en la Región de La Aruacanía. Ernesto Mickelsen, director del establecimiento, relata que “se supone que este año escolar viene presencial y nosotros ya modificamos los internados. Modificamos los dormitorios y como tenemos espacio, no hay problemas con los lugares compartidos, como el baño y los comedores. Dificultades no vamos a tener, pues hay cupo para 500 niños, pero inscritos son 200″.
Además, enfatiza en la importancia de asegurar el retorno de este tipo de instituciones, para así garantizar la educación de los alumnos que vienen de zonas más rurales: “En el caso nuestro, es mejor que vengan, porque aquí hay muchos niños que vienen de zonas rurales, donde casi ni llega la señal de colegio. En cuarentena, cada 15 días debíamos ir con guías”.
De hecho, un estudio realizado por la Universidad Católica en 2020 determinó que mientras un 61% de los alumnos de más altos recursos accedió a las clases online a través de computador propio, solo el 29% de los estudiantes de más bajos recursos pudo.
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