Conversaciones LT: El debate entre Agustín Squella, Lucía Santa Cruz y Bernardo Larraín sobre el plebiscito y la “hoja en blanco” de la Constitución
Conversación se enmarca en el ciclo Organización y Constitución, organizado por La Tercera y la Sofofa, que dio espacio a múltiples actores a 23 días del proceso en que los chilenos votarán Apruebo o Rechazo.
En el último día del ciclo Organización y Constitución, organizado por La Tercera y la Sofofa, tendiente a la conversación sobre el plebiscito del 25 de octubre, el abogado y columnista Agustín Squella, la historiadora Lucía Santa Cruz y el timonel de la Sofofa, Bernardo Larraín, debatieron en torno a lo que será el referendo que decidirá si cambiar o no la actual Carta Magna.
Lucía Santa María comenzó el debate señalando que “no creo que el problema principal que Chile tiene hoy día sea su Constitución. Creo que esta Constitución ha sido un instrumento muy eficaz para producir bienes muy positivos, como es el caso de una transición muy exitosa, como es el caso de entregar la posibilidad de que gobiernen administraciones de distinto signo y puedan llevar a cabo sus programas”.
Sin embargo, dijo que la actual Carta Magna “tiene un problema, que es que una proporción importante y muy influyente de la población la considera ilegítima. En ese sentido más que por problemas de fondo o porque la Constitución misma sea el problema, yo creo que efectivamente hay que hacerle reformas a la constitución”.
“Pero hay que tener muy clara la diferencia que existen entre lo que son los problemas constitucionales y los problemas político. Hay una serie de problemas políticos graves que nosotros enfrentemos que no se van a resolver por la vía de una nueva constitución”, añadió.
Por su parte, Agustín Squella manifestó que “tengo el convencimiento de que sí debemos sustituir la actual Constitución, primero porque todas las constituciones tienen, querámoslo o no, una carga simbólica y la carga simbólica que arrastra la constitución del 80, a pesar de sus muchas reformas es tremendamente negativa y eso es un hecho que hay que asumir”.
Por su parte, Bernardo Larraín dijo que “uno puede repasar las razones por las cuales no habría que cambiar la constitución. Creo que si vamos a cambiar, hagámoslo por las razones correctas. De repente escucho decir que la constitución no permitiría que se expresen las mayorías. Bueno, es precisamente el sentido de la Constitución: concordar ciertas materias que no deben estar expuestas a las simples mayorías. Ese argumento es contradictorio en sí mismo. El sentido de una constitución es que no queden expuestas al ciclo político y gocen de cierta estabilidad”.
Sobre los cuestionamientos a la legitimidad de la actual Carta Magna, Larraín dijo: “No me convence del todo. Si uno piensa, esta Constitución ha tenido 50 reformas. Si uno piensa, en 2005 el Presidente Ricardo Lagos declaró que por fin teníamos una Constitución Democrática. El problema de la ilegitimidad no sería tal tampoco por la reformas y por los múltiples cambios que se hicieron en democracia”.
Sin embargo, dijo que “la razón puede estar en que estamos en una crisis profunda, que puede ser subjetiva o de percepciones, en que la ciudadanía no la representa este marco institucional, no se siente cercana, se siente desafectada”.
“Hoja en blanco”
Otra materia discutida en la sesión tuvo relación con lo que se ha denominado como “hoja en blanco”. Vale decir, de ser aprobada la nueva Constitución, cómo comenzaría a redactarse: si desde cero o desde una base anterior.
“Es curioso que quienes dan esa razón (de partir de una hoja en blanco) no tuvieron ninguna aprehensión cuando una dictadura no solo dictó una Constitución a partir de una hoja en blanco sino que trató de refundar el país. Esa vez no hubo hoja en blanco, hubo una constitución entre cuatro paredes”, comenzó señalando Squella.
“Eso me permite hacer una distinción entre hoja en blanco y partir desde cero. Yo creo que si se aprueba ir hacia una nueva Constitución es evidente que esa nueva Constitución va a partir de una hoja en blanco técnicamente. En el sentido de que no está vinculado el texto de una nueva Constitución al de una antigua. Que parta de una hoja en blanco no significa que parta desde cero, porque no estamos en 1810, no estamos en el momento fundacional de la República de Chile ni tampoco hay, creo yo, ninguna pretensión en los partidarios del apruebo, que sí la hubo en la Constitución del 80 de refundar la República de Chile. Chile tiene una historia Constitucional que va a estar sobre la mesa de la nueva convención constitucional”, agregó el abogado.
Por su parte, Santa Cruz manifestó que “espero que ahí esté presente la tradición constitucional, las instituciones que han servido para nuestra evolución política, pero eso no está garantizado. Porque no hay que olvidar que sí hay un sector de la población que quiere hacer una refundación. En la declaración que firmaron la totalidad de los partidos de oposición el 12 de noviembre, el día de mayor violencia, diciendo que el poder constituyente estaba ya radicado en la calle. Vale decir, abandonaron voluntariamente el rol constituyente que le compete el Congreso. No solamente eso, decía “porque necesitamos crear un modelo nuevo, político, económico y social”. Eso es una refundación”.
“Ojalá que se exprese tempranamente la traducción constitucional, no solamente histórica sino también reciente”, añadió por su parte Larraín.
En esa línea, Squella aseveró que “cómo no tener confianza en el país que habitamos, cómo no tener confianza en nosotros mismos, la nueva constitución no va a caer desde fuera de Chile ni del cielo, no va a emerger como la lava volcánica desde centro de la tierra. Va a ser obra de una convención constitucional y un plebiscito ratificatorio del que podremos participar todos (...). No debemos perder la confianza en nosotros mismos”.
Hechos de violencia y presión social
Además, Squella y Santa María debatieron sobre las manifestaciones y los hechos de violencia que se registraron a partir del 18 de octubre. Hechos, que luego, dieron pie al acuerdo suscrito por los partidos políticos para el referendo de octubre.
Sobre ello, Santa María emplazó a Squella. “Agustín ha hablado de presión social. Es muy distinta la presión a la violencia. El dilema el 12 de noviembre era entrar a un conflicto armado o ceder a algo que la derecha no había querido con anterioridad”.
“Yo prefiero quedarme con el millón doscientos que se reunió pacíficamente en la Plaza Baquedano y no dejarme impresionar por los 50 vándalos que protagonizaron actos de violencia y pillaje. ¿Por qué no puedo penar en positivo?", respondió Squella.
“Porque yo solo puedo pensar en honestidad intelectual. No son 50 muchachos que cometieron alguna felonía. Por supuesto que el millón de personas... pero eso no es lo nuevo, lo nuevo es esa violencia incontrolada que puso en jaque la permanencia del gobierno, que tenía como objetivo destituir al Presidente de la República”, dijo la historiadora.
“Tú tiendes a acusar a quienes penamos distinto que somos víctimas del miedo, pero ve que también puedes ser víctima de un optimismo infundado en la experiencia empírica”, remató Santa María.
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