Papa confirma remociones y cambios en Iglesia chilena en dura carta a obispos
En un documento entregado a los religiosos chilenos, el Pontífice hizo un diagnóstico de la institución eclesiástica nacional por los casos de abusos en su interior.
"El pasado 8 de abril, domingo de la Misericordia, les envié una carta convocándolos a Roma para dialogar sobre las conclusiones de la visita realizada por la Misión especial, que tenía como cometido ayudar a encontrar luz para tratar adecuadamente una herida abierta, dolorosa y compleja, que desde hace mucho tiempo no deja de sangrar en la vida de tantas personas, y por tanto, en la vida del Pueblo de Dios".
Así parte el documento de 10 páginas que el Papa Francisco les leyó y entregó el martes pasado a los 34 obispos chilenos, en el inicio del encuentro que ayer culminó en el Vaticano. Este escrito, al cual accedió y divulgó Canal 13, contiene fuertes críticas al presente de la Iglesia chilena, en particular al desempeño de los obispos, y fue el material que todo el Episcopado tuvo que leer y analizar, para luego reflexionar con el Pontífice.
El texto, redactado por el propio Francisco, tiene su génesis en el informe que le entregó el arzobispo de Malta, Charles Scicluna, respecto de los abusos que han cometido algunos sacerdotes y los errores de las autoridades de la Iglesia criolla en el proceso de investigarlos y sancionarlos.
El documento advierte que la Iglesia chilena experimentó "una transformación en su centro". Y ese punto lo argumenta señalando que esta institución "se ensimismó de tal forma que las consecuencias de todo este proceso tuvieron un precio muy elevado: su pecado se volvió el centro de atención. La dolorosa y vergonzosa constatación de abusos sexuales a menores, de abusos de poder y de conciencia por parte de ministros de la Iglesia, así como la forma en que estas situaciones han sido abordadas, deja en evidencia este cambio de centro".
El Papa, en el escrito, apunta que "nunca un individuo o un grupo ilustrado puede pretender ser la totalidad del Pueblo de Dios y menos aún creerse la voz auténtica de su interpretación". Y alude, con el término "psicología de elite", a lo que vive la jerarquía de la Iglesia chilena: "Termina generando dinámicas de división, separación, círculos cerrados que desembocan en espiritualidades narcisistas y autoritarias, en las que, en lugar de evangelizar, lo importante es sentirse especial, diferente de los demás".
El Pontífice pide generar "dinámicas eclesiales" para "promover la participación y misión compartida de todos los integrantes de la comunidad".
También critica directamente "la actitud" de algunos obispos ante los "acontecimientos presentes y pasados", y aborda el tema de eventuales remociones apuntando al funcionamiento de la estructura: "Los problemas que hoy se viven dentro de la comunidad eclesial no se solucionan solamente abordando los casos concretos y reduciéndolos a remoción de personas; esto -y lo digo claramente-, hay que hacerlo, pero no es suficiente, hay que ir más allá".
Un punto relevante del documento se encuentra en una nota a pie de página, donde el Papa se refiere a los "males".
En este acápite, dice que sus enviados especiales (Scicluna y Bertomeu) confirmaron que a algunos religiosos expulsados de su orden "a causa de la inmoralidad de su conducta y tras haberse minimizado la absoluta gravedad de sus hechos delictivos (...) se les habrían confiado cargos diocesanos o parroquiales que implican un contacto cotidiano y directo con menores de edad".
Y se detiene en tres situaciones. Una son los defectos en el modo de recibir las denuncias. La segunda es que le causa "perplejidad y vergüenza" la existencia de presiones, incluso con quema de documentos, sobre quienes llevaban las investigaciones. Y la tercera es constatar que "en el caso de muchos abusadores, se detectaron ya graves problemas en ellos en su etapa de formación en el seminario o noviciado. Constan las actas de la Misión especial graves acusaciones contra algunos obispos o superiores, que habrían confiado dichas instituciones educativas a sacerdotes sospechosos de homosexualidad activa".
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