Enusc 2023: 52,5% de los hogares encuestados que fueron víctimas de delitos violentos, sus habitantes no lo denunciaron
La última Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (Enusc), reveló los principales índices de victimización e inseguridad recogidos durante el año pasado en el país. Además, detalló cómo perciben la seguridad los encuestados de 136 comunas urbanas, las cuales, incluso declaran, haber modificado sus rutinas por miedo a ser víctimas de un delito.
Un total de 49.813 hogares, a nivel nacional, son los que consideró en su última versión la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (Enusc). Estudio que corresponde al principal elemento para medir la percepción de inseguridad y la victimización en el país y que es desarrollado por la Subsecretaría de Prevención del Delito junto al Instituto Nacional de Estadística (INE).
Este martes ambos organismos presentaron los resultados de la encuesta, la cual fue realizada en 136 comunas urbanas del país entre los meses de julio y diciembre del 2023.
Esta edición de la Enusc, además, amplió la medición de ciertos delitos, algo que fue destacado por el subsecretario de Prevención del Delito, Eduardo Vergara.
“Por primera vez tenemos una representatividad a nivel nacional, es mayor la cantidad de hogares en la que esta encuesta se ha hecho y nos permitió además incluir una serie de delitos que no estaban siendo incluidos en las encuestas anteriores y que claramente hoy están presentes”, indicó.
El estudio entregó una serie de hallazgos, siendo el más destacado el que revela que más de la mitad de las personas consultadas, que fue víctima de un hecho delictual, decidieron no presentar denuncia una vez ocurridos los hechos.
La Enusc también dio cuenta que el porcentaje de victimización en la última medición, es decir, de personas que declaran haber sido víctimas de un hecho delictual asciende a 21,7%, lo que refleja una disminución de 0,1% respecto al año anterior. Por otro lado, y respecto a la percepción de inseguridad, el 87,6% de las personas declara que ha habido un aumento en la delincuencia del país, lo que demuestra una baja respecto al año pasado que llegó al 90,6%.
Jorge Araya, académico de la Universidad de Santiago y exdirector de Seguridad Pública del Ministerio del Interior, destaca que estas cifras aún son altas, sobre todo en el caso de la percepción de inseguridad, la cual se explica -a su juicio- “dado el contexto que estamos viviendo”.
“Las cifras en general confirman que estamos viviendo en un periodo bastante delicado, situación que se ha mantenido, que si bien no creo que se haya agravado respecto al año anterior, se ha mantenido en un nivel alto de criminalidad y de temor de la población”, afirma el experto.
La falta de denuncia
Una de las cifras que más destacan los expertos es que el 52,5% del total de los hogares que fueron víctimas de un delito, “no lo denunció formalmente”. Y es que el estudio demuestra que a nivel nacional, sólo el 47,5% de las personas consultadas realizó la denuncia.
Para Daniel Johnson, director ejecutivo de Paz Ciudadana, “es altamente preocupante el bajo nivel de denuncia que refleja la encuesta”, ya que “esto debilita la capacidad del Estado de hacer frente al delito por la desinformación que se genera”. Respecto a las razones, Johnson afirma que la no denuncia “se vincula normalmente a una baja expectativa de resultados positivos en la acción penal”.
Opinión que comparte Aldo Vidal, asesor técnico de ASEVA (Asociación de Empresas de Seguridad Privada y de Transporte de Valores) y exgeneral de Carabineros, quien apunta a que existe un desencanto de las personas, ya que “no hay resultados los resultados esperados”.
A eso, dice, se suma que también “la gente sabe que desde el momento que denuncia es muy difícil que pueda recuperar las especies, si es que la denuncia tiene que ver con un robo o un hurto”. Por otro lado, Vidal también agrega que las personas “sienten que la denuncia es burocrática”, por lo cual considera que esto es uno de los factores a tener en cuenta para revertir estas cifras.
Entre estos factores, señala Pía Greene, investigadora del Centro de Estudios en Seguridad y Crimen Organizado de la USS, está la falta de confianza de la ciudadanía en las instituciones. En ese sentido, afirma que “la gente no confía en las instituciones, las que no están llegando a un buen resultado para las personas”.
A nivel país, las regiones que presentan el mayor porcentaje de denuncias son las de Atacama con 64,7% de personas que realizó su denuncia tras ser víctima de un delito, seguida de la Región del Ñuble (57,9%), Magallanes 56,6%, Aysén 56,4% y Valparaíso con 52,5%. Caso contrario, las que presentan el menor índice son las de Maule con 42,8%, Biobío (43,7%) y La Araucanía (44,5%).
La falta de denuncia, sostiene Pilar Lizana, experta en seguridad e investigadora de Athena Lab “es muy grave porque, finalmente, afecta el trabajo del sistema, se pierde la credibilidad y, adicionalmente a eso, la denuncia es un insumo sumamente relevante también para poder trabajar las materias de seguridad”.
Al medir según los delitos denunciados, también existen diferencias.
El robo de vehículos es el que representan el mayor índice de denuncia, con un 91,4%. Le sigue las agresiones (50,2%), el robo con violencia (48,2%), robo con fuerza en la vivienda (37,6%), entre otros (Ver infografía).
Lo anterior, a juicio de Vidal, se explica porque “el robo de vehículos, particularmente, tiene un alto grado de denuncia porque primero es un bien preciado, segundo, porque normalmente cuando hay un hecho de connotación, a partir de ese delito Carabineros se constituye con prioridad y se denuncia”.
¿Cómo revertir la falta de denuncia? Johnson afirma que lo primero “es aumentar la efectividad del sistema penal; lo segundo es mejorar la comunicación con el ciudadano, aunque una causa no se resuelva, es importante que se mantenga permanentemente informado de las acciones emprendidas y de las decisiones que se toman y finalmente es necesario educar a la ciudadanía, haciendo entender que, aunque no se resuelva el caso que afectó a un ciudadano en particular, si este denuncia le entrega información al sistema, lo que puede ser usado para prevenir otro delito”.
Cambios de rutina por seguridad
Al detalle, quienes consideran que existe un aumento en la delincuencia son principalmente las mujeres, con un 89,7%; las personas de 60 o más años con 91,8% y aquellas personas que pertenecen a los estratos sociales bajos con el 90,2% que cree que la inseguridad ha aumentado.
Respecto a las incivilidades que existen en sus barrios, una taza de frecuencia del 23,6 de las personas declara que un su barrio se consume alcohol o droga en la vía pública, seguida de 18,1 que señala que existen sitios eriazos descuidados y 17,6 de que frecuentemente hay lanzamiento de fuegos artificiales. Respuestas que, según la Enusc, se entregan principalmente por personas de estrato social bajo.
La investigadora de la USS apunta también a que “los barrios más vulnerables están sujetos a mayores factores de riesgo, tienen mayor probabilidad de tener una mayor percepción de la inseguridad y generalmente también son los más victimizados para ciertos delitos”.
Vidal, explica que las personas que viven en sectores periféricos o en comunas con menos recursos tienen “evidentemente menos seguridad municipal y hoy día la seguridad municipal tiene un efecto importante en la percepción de seguridad”.
A su juicio, estas comunas “tienen menos capacidad de respuesta, tienen menos vehículos porque tienen menos recursos. Entonces aquí yo creo que hay que seguir perseverando, tratar de nivelar hacia arriba las capacidades de respuesta de las municipalidades en términos de seguridad”.
La percepción de inseguridad, afirma Lizana, genera un cambio en las rutinas de las personas, tal y como lo demuestra la misma encuesta.
Y es que según la última Enusc, el 66% de las personas dejó de sacar su teléfono en la calle por miedo a ser víctima de un delito, el 63,7% a salir de noche y el 65,5% a caminar por ciertos lugares. Algo que, concluye la experta en seguridad “quiere decir que el Estado no está entregando ese contexto libre de amenazas y riesgos, y las personas han tenido que hacerse cargo de ese déficit adecuando sus rutinas. Y eso también les va cambiando su percepción de inseguridad”.
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