Esperas y ansiedad: salas de urgencia entran a sus horas clave
Los hospitales Sótero del Río, del Salvador, Asistencia Pública y San José son algunos de los que están viendo crecer el volumen de pacientes. Pero hay diferencias. No todos parecen saturados ni al borde del colapso.
A un día de que la totalidad de las comunas del Gran Santiago y sus conurbaciones entren en cuarentena, los hospitales se preparan para entrar en una de las fases más complejas de la pandemia. La Tercera realizó un recorrido por algunas de las principales urgencias capitalinas para ver en terreno cómo se enfrentan al difícil panorama.
La primera parada es en la urgencia del Hospital Sótero del Río, en Puente Alto, una de las comunas con mayores contagios del país y con una de las más elevadas demandas de atención.
Para enfrentar mejor el virus, la urgencia se dividió en tres áreas. La primera, para cirugía, traumas y maxilofacial; la segunda, para urgencias no respiratorias; y la tercera, para Covid-19. No se ve mucha gente en estas dependencias, aunque sí un mayor tráfico hacia los otros sectores del centro asistencial.
“La preparación parte en el verano, tratando de formar la logística de conseguir los insumos y elementos que había y pensando en cómo organizar con máxima eficiencia y menos riesgos. Una de las primeras medidas para disminuir el miedo de personas que vinieran, cosa que los pacientes puedan ser atendidos con más espacio, permitiendo el distanciamiento social y que no se junten en salas de espera”, explica el doctor Gonzalo Menchaca, director del recinto.
El panorama para algunos trabajadores es complicado, pues afirman que en varias zonas del recinto se han registrado contagios. La máxima autoridad confirma esta situación, aunque con un tono más optimista. “Un 10% de los casos son funcionarios de salud porque, por más que uno se proteja, el virus igual entra, porque es una enfermedad contagiosa. Algunos se contagian en su casa; otros, en el hospital, y otro porcentaje se contagia entre los pacientes”, afirma
Y añade que “la mayoría de los funcionarios ya se ha recuperado, pero siempre hay casos de personas más graves, con ventilador, y eso preocupa”. De todos modos, señala que “cuando un funcionario se enferma, son pocos los que corren el riesgo de contagiarse”.
En el caso de los pacientes, el facultativo desglosa cuáles han sido los factores de mortalidad: “Por esta causa, solamente falleció una persona que estaba previamente sana, mientras que personas con otras patologías delicadas, a los que se les sumó el coronavirus hemos tenido bastantes más, pero todavía sigue habiendo más gente que se muere por otras patologías”.
Los turnos se dividen en un régimen de siete por siete. Es decir, siete días trabajados y siete días de descanso. Los funcionarios reciben dos mascarillas diarias o, bien, un escudo facial. En el recinto actualmente hay 42 camas UCI y se espera que esa capacidad pueda aumentar a 60.
Además, a un costado del recinto, se instaló un hospital de campaña, con 100 camas básicas. Menchaca, eso sí, advierte sobre el escenario que se vive: “Mirando hacia atrás, estamos en un peak, pero hacia adelante no sabemos qué va a pasar y hay que prepararse para lo peor”.
Flujo del norte
La situación en el San José, en Independencia, es crítica. El alto flujo de pacientes que proviene de toda la zona norte de la capital obligó a montar carpas especiales. Al ingresar, se ven hombres con overoles blancos resguardando la zona. A un costado, se encuentra una carpa para pacientes con problemas respiratorios. Hay gran cantidad de personas y algunos denuncian que no se les respeta, ni siquiera a los más graves.
Danitza Mendoza espera a un costado de la urgencia a su madre y a su pareja, este último con un delicado estado de salud.
“Mi pololo tiene un cáncer gástrico y ahora está con dolor de cuerpo, fiebre. Por eso vinimos. Nos dijeron que él iba a tener prioridad, pero no ha sido así. Llevamos más de una hora y media esperando y no pasa nada. Le dicen que espere adentro de la carpa, pero ahí hay mucha gente y queda muy expuesto, así que le dije que se pusiera afuera, mejor”.
Zona céntrica
En la ex Posta Central el panorama era un poco más tranquilo. Pasadas las 16.00, el flujo de gente no era alto. Existe un sector exclusivo para el ingreso de pacientes respiratorios y se ve una permanente sanitización. Una mujer de edad mayor, que se identifica como Gladys, cuenta que lleva más de cinco horas esperando a su esposo.
“Está con problemas respiratorios y creemos que puede tener coronavirus. Lo trajimos en ambulancia y la atención fue rápida. Lo que pasa es que las ambulancias privadas las miran distinto”, explica.
El grupo etario es diversos y también hay gente de varias nacionalidades. Colombianos y venezolanos son los que más se pueden apreciar en el recinto. La mayoría, esperando en las afueras del lugar para mantener el distanciamiento social.
En Avenida Rancagua, donde está la urgencia del Hospital del Salvador, también los pacientes prefieren esperar en la calle, aunque la sugerencia viene del mismo personal, pues en la sala de espera los potenciales casos de Covid-19 esperan junto con personas que pueden tener una gripe u otra enfermedad respiratoria no asociada al coronavirus.
“Mucha gente llega acompañada por varios familiares y todos quieren pasar. Nosotros les decimos que, entre solo uno, porque sabemos que el resto se expone innecesariamente”, cuenta un funcionario, que prefiere mantener en reserva su identidad. Apunta, además, que “hay una cantidad importante de adultos mayores que ingresa todos los días”.
En una semana crítica las urgencias, siempre cuestionadas, se alista para enfrentar una de las pruebas más duras, probablemente de su historia.
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