Hogares con niños y adolescentes que perdieron una madre o un padre por el Covid-19 suman casi 2.800 y subieron 37% en dos meses

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19 de Marzo de 2020/VALPARAISO Fotografia temática de dos hermanas estudiando en su hogar vía internet mediante la plataforma que lanzo el Mineduc "Aprendo enLínea" después que se suspendieron las clases en todo el país por el COVID-19 FOTO:PABLO OVALLE/ISASMENDI/AGENCIAUNO

Según datos del Ministerio de Desarrollo Social, al 30 de septiembre de 2021 había 2.787 hogares en esa condición, lo que corresponde a 3.893 niños, niñas y adolescentes que se quedaron sin uno de sus progenitores, o ambos, a causa de la pandemia.


El 11 de mayo de 2020, Hellen Fábrega (22) junto a su hermana (14) y su hermano (6) perdieron a su madre a causa del Covid-19. Fue a inicios de la pandemia, cuando aún no había vacuna y gran parte del país estaba en cuarentena. “No hubo funeral, ni despedida, no la pude ver. A mí me entregaron un cajón sellado”, relata la joven.

No tienen contacto ni relación con su padre y, ahora, se siguen quedando en su casa ubicada en Cerro Barón, en la Región de Valparaíso, con sus abuelos maternos, ambos mayores de 80 años.

Fábrega y sus hermanos no son los únicos que perdieron a su progenitora a causa del virus. Según datos del Ministerio de Desarrollo Social, al 30 de septiembre de 2021 hay 2.787 hogares con niños, niñas y adolescentes (NNA) que tienen una madre o padre, o incluso ambos, fallecidos por Covid-19, lo que corresponde a 3.893 niños, niñas y adolescentes en esta situación.

Esto configura un aumento del 37% respecto a cifras de julio del año pasado, cuando 2.029 hogares habían sufrido una pérdida. Actualmente, según la Calificación Socioeconómica (CSE) del Registro Social de Hogares, un 77,3% de ellos está en el 40% del sector más vulnerable del país.

Blanquita Honorato, subsecretaria de la Niñez, sostiene que el número de NNA en esta situación es “es alto, de hecho, corresponde al 25% de los niños que se han quedado huérfanos en el último tiempo. Implica no solamente que quedan con marcas, sino que muchas veces terminan desprotegidos en lo económico y la mayoría de las veces a merced de otros familiares, que nunca es lo ideal”.

En efecto, junto con el fallecimiento de sus padres o alguno de ellos, muchos niños y adolescentes también han tenido que enfrentar los problemas socioeconómicos que conlleva esta situación. En este contexto, la Cámara de Diputados aprobó durante la semana pasada, de manera unánime, un proyecto de ley que le entregará un apoyo en dinero a cada uno de los menores que haya perdido a sus familiares más directos durante la crisis sanitaria.

La ministra de Desarrollo Social, Karla Rubilar, explica: “El objetivo de esta ley es, en primer lugar, resguardar que los niños, niñas y adolescentes puedan mantenerse en un ambiente familiar, y que ello no se vea obstaculizado por falta de recursos. Por otra parte, este proyecto pretende apoyar a las familias que quedan empobrecidas por la pérdida de un ingreso en la crianza”.

El apoyo

El proyecto de ayuda económica fue ingresado el 27 de julio de 2021 al Senado y terminó sus trámites en ambas cámaras el pasado miércoles.

La página web de la Cámara de Diputados aclara que el monto base será de $ 80 mil, pero puede aumentar dependiendo de las condiciones del grupo familiar. “La ley no determina un monto, depende de cada familia y lo define el Presidente de la República. Lo que en algún momento consideramos como estimación es un promedio de 80 mil pesos, que es lo que hoy día se le entrega a una familia de acogida, pero depende, porque hay familias que tienen más necesidades, otras menos, depende mucho del caso a caso. La pensión de gracia se solicita mediante una carta al Mandatario y él define cuánto, más o menos, será el monto”, explica la subsecretaria.

Para recibir el dinero, también se debe ser menor de edad, o tener menos de 24 años y estar estudiando. Sin embargo, este proyecto de ley es solo una pieza de un puzle más grande. “En junio del año pasado desarrollamos, en conjunto con Unicef, la Defensoría de la Niñez, organizaciones de la sociedad civil, y algunos parlamentarios y parlamentarias, una política integral para abordar esta situación en base a los estándares internacionales. Acordamos una serie de medidas, y dentro de ellas se encuentra esta ley, pero integra una política más integral”, agrega Honorato.

Dentro de dichas medidas se encuentran acciones que se han tomado en conjunto con el Poder Judicial, partiendo por no separar a los niños que son hermanos y dejarlos quedarse con sus familiares más cercanos. Luego, actualizar la oferta de ayuda social hacia ellos y sus familias; en el caso de que, por ejemplo, necesiten un subsidio habitacional o atención de salud mental, se les priorizará. Por último, acompañamiento desde las Oficinas Locales de la Niñez (OLN), ubicadas en las distintas comunas (todavía de forma piloto, a la espera de la aprobación del Proyecto de Ley que crea un Sistema de Garantías y Protección Integral de derechos de la niñez y adolescencia).

Uno de los parlamentarios que impulsaron estas iniciativas fue el diputado Alejandro Bernales, del Partido Liberal, quien indica que la aprobación de la ley “es una buena noticia. Es fundamental apoyar económicamente a los menores que han quedado huérfanos en pandemia y sus familias. El proyecto considera a los adolescentes hasta los 24 años que estén estudiando. De esta manera, se crea un apoyo para que continúen sus estudios. Sin embargo, quedan varios puntos pendientes que debemos abordar, como el acompañamiento emocional, impedir que algunos hermanos no sean separados o que algunos jóvenes sean trasladados a residencias infantiles”.

Este último punto lo aborda Hellen Fábrega, quien será beneficiada por el dinero del proyecto: “Encuentro que es bueno, porque los niños que quedaron sin papá, mamá, o ambos, muchos terminaron a la deriva. Quizás con estos pocos recursos evitan que los institucionalicen y terminen en el Sename. Ojalá que esto siga avanzando y se hagan otros proyectos también con ayuda psicológica, porque quedan muchas secuelas, varias heridas abiertas”.

Y esas lesiones se vuelven más complejas cuando se trata de niños más pequeños, pues ellos, generalmente, son más cercanos a sus padres. Ludmila Palazzo, especialista en protección del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), comenta que “el promedio en Chile de los niños que perdieron a sus padres es de 11 años y medio, una etapa muy delicada de transición a la adolescencia, entonces, es un grupo muy importante para pensar en la salud mental. Nosotros sabemos que la salud mental, en la niñez y la adolescencia, tiene una oferta hoy bastante limitada”.

Pensando en una atención psicológica, enfocada en apoyar a los niños, niñas y adolescentes a sobrellevar la pérdida, Palazzo agrega que también las familias de acogida o los familiares cercanos que se están haciendo cargo deben tener protagonismo: “Hay que priorizar ese grupo familiar como uno vulnerable y ver cómo alcanzar y dirigir una oferta de salud mental que aborde su situación. Además, expandir eso a la familia que está absorbiendo ese cuidado, porque no puede trabajar el niño de manera aislada”.

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