José Rodríguez Elizondo, abogado y diplomático: "Chile no puede jamás ganar, porque nunca ha sido un pleito jurídico"
El académico plantea que Bolivia tiene un objetivo mayor que solo conseguir una victoria en el tribunal internacional.
Pese al optimismo que han manifestado las autoridades chilenas ante a los alegatos orales en la Corte Internacional de Justicia de La Haya por la demanda marítima boliviana, el abogado y diplomático, José Rodríguez Elizondo, manifiesta ciertos grados de incertidumbre. Asegura que en cualquier escenario Chile perderá luego que termine todo el proceso en el tribunal y que faltó una estrategia integrar para enfrentar la arremetida del país vecino.
La postura chilena de basarse tanto en el Tratado de 1904, ¿pudiese transformarse en un error?
Creo que si hay un error, es previo: haber respondido una estrategia integral de Bolivia con una estrategia solamente jurídica. Porque, si entramos en una lógica jurídica "pura", no nos queda otra que asirnos al tratado de límites vigente que, como tal, tiene validez hasta siempre, salvo que ambas partes acuerden modificarlo. Sin embargo, Morales ya se había salido de esa lógica, al constitucionalizar la "obligación" de dejar ese tratado sin efecto. Desde ese momento, debimos asumir que había optado por una vía agresiva, con el derecho como simple cobertura. Por cierto, debimos protestar contra esa actitud, claramente y de manera muy audible. No lo hicimos y es culpa política nuestra. Sólo enviamos a Morales un documento secreto, diciéndole, al parecer, que esa parte de la Constitución boliviana no nos obliga.
¿Qué significa haber tenido una estrategia integral?
Si nosotros hubiésemos tenido una estrategia integral, comprendiendo lo político, lo geopolítico, lo histórico, lo comunicacional, la disuasión defensiva, habríamos planteado en conversaciones y negociaciones, que es inaceptable para Chile dividir su territorio. Segundo, habríamos dicho que ello sólo deja como territorio negociable y con contrapartidas, el de la frontera con Perú. Tercero, habríamos hecho recordar que para eso se requiere, obligatoriamente, "el previo acuerdo" del Perú, según el estatuto para Tacna y Arica del tratado chileno-peruano de 1929. Si Chile hubiera negociado siempre desde esa perspectiva, no se habría entrampado en el "bilateralismo" ni en la fe en la "santidad de los tratados".
En la práctica, ¿qué faltó?
Repito: en vez de estrategia integral tuvimos sólo estrategia jurídica. Bolivia, en cambio, nos asestó una estrategia integral en la cual su objetivo final es recuperar lo perdido durante la guerra, como quedó claro con el desafiante tweet de Evo Morales. A esa estrategia integral le puso una cobertura jurídica que es la demanda contra Chile, para que aceptemos negociar "de buena fe" una salida soberana al mar. Morales no quiso mencionar el tratado de 1904, para no dar mucha luz a su desconocimiento unilateral del mismo en la Constitución que él diseñó. Ante una estrategia de ese tipo, que soslayadamente quiere que un tribunal de la ONU ratifique el desconocimiento de un tratado de límites, elevando el umbral del conflicto, nosotros debimos ser más firmes.
Si la Corte obliga a Chile a conversar, ¿sería una gran derrota?
Hay tres opciones. La primera, que la Corte diga que Chile está obligado a negociar con Bolivia de buena fe. Sería un triunfo para Morales, quien sacaría una bandera de 400 kilómetros para festejarlo. Significaría que se puede obligar a un país soberano a negociar un tema de soberanía y que debe hacerlo de buena fe, porque -tácitamente- antes ha hecho pillerías. Segunda posibilidad, la Corte se limita a decir que sería bueno, razonable y oportuno que Chile se siente a negociar con Bolivia, lo cual significaría otro éxito, pero de menor nivel, para Evo Morales. Diría al mundo que Chile ha sido renuente a negociar, soslayando que lo hemos hecho recurrentemente y que lo que Morales llama negociación es la imposición de su voluntad. Tercera posibilidad, la Corte dice que Bolivia no tiene ningún título jurídico para obligarnos y esta sería la victoria jurídica para Chile. Pero, aquí la dificultad es que este eventual fallo afectaría a la Corte misma, en cuando aceptó a tramitación una demanda sin razón de ser. Los jueces estarían criticándose a sí mismos y sería algo rarísimo. Además, incluso si se produjera ese fallo, el conflicto no terminaría pues, tal como ya lo anunció Morales, buscaría otros medios para mantener vivo el conflicto. Una posición que, al parecer, es ampliamente compartida por el pueblo boliviano, como fruto de su docencia y liderazgo activo.
O sea, Chile puede perder más o menos, pero jamás ganar.
Chile no puede jamás ganar, en términos reales, porque asumió como jurídico lo que siempre ha sido un conflicto de poder.
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