La multitudinaria ruta a Lo Vásquez: una policía, un cura y una devota
Cerca de un millón de fieles llegará hasta el santuario de Valparaíso. En todo Chile el catolicismo está de fiesta. Tres creyentes cuentan las historias que, en diferentes momentos de su vida, los llevaron hasta ese templo.
Natalia Gutiérrez tiene 29 años, es carabinera, vive en Santiago y cuenta que peregrina al Santuario de Lo Vásquez desde que tenía cuatro años. La tradición familiar solo la interrumpió cuando ingresó a la Escuela de Carabineros, hace cinco. Este viernes volvió a ponerse de pie frente al emblemático templo, pero esta vez bajo otra óptica: trabajando. Este es su primer servicio policial en la celebración religiosa, a cargo de la Patrulla de Menores.
"Gracias a Dios, hoy volví a este servicio", cuenta la joven, quien recuerda que "uno esperaba esta fecha para venir a agradecer que la familia siguiera unida".
En toda la festividad de la Inmaculada Concepción, y en un año de crisis para la Iglesia Católica, el rector del Santuario de Lo Vásquez, Andrés Valenzuela, espera que un millón de fieles llegue hasta este lugar a expresar su fe.
Este viernes, los fieles ya transitaban en masa por la Ruta 68. En medio de ellos, tres personas, con historias de vida disímiles, cuentan las razones que los vinculan al Santuario: una mujer, una subteniente de Carabineros y un sacerdote. Entre ellos tienen poco en común, pero sí hay una cosa que los une: la fe en la Virgen de Lo Vásquez.
La oficial de policía dice que su experiencia le ha servido para acercarse a la gente. "Se ve el esfuerzo, una lo vivió; entonces, el compromiso de cuidarlos es doble. Los carabineros tratamos de dar lo mejor, pero yo tengo un compromiso especial", reflexiona Natalia, quien cuenta que este año por primera vez su familia no pudo asistir, pues su padre falleció y su hermano está lejos. "A mi mamá le tuve que hacer una videollamada. Soy una especie de delegada de la familia y ella está muy orgullosa de mi trabajo", cuenta emocionada.
Unos metros más allá está Reinaldo Figueroa (53), presbítero que lleva 15 de sus 20 años de sacerdocio siendo confesor en Lo Vásquez. En este tiempo, asegura, ha escuchado cerca de 15 mil testimonios.
El religioso es oriundo de Concepción y se ha desempeñado como pastor en diferentes ciudades. Hoy es párroco en Viña del Mar y afirma que "no importa donde esté, siempre vengo a Lo Vásquez". Sus cercanos afirman que "es el primero en llegar y el último en irse" a la hora de confesar, actividad que mide en base a las estampitas que regala: "Las voy juntando en montoncitos de a diez y en una hojita las voy marcando. Deben ser unas mil confesiones por año", detalla el sacerdote.
Figueroa recuerda que una de las experiencias que más lo ha marcado fue "una abuelita de casi 90 años, muy compungida por no poder venir caminando, ya que le habían amputado un pie por la diabetes. Da pena, pero a la vez es una alegría por el testimonio de fe".
Por otro lado, Gloria Pacheco (57) es quizás el ejemplo vivo de que "la fe mueve montañas". Desde 1975 que peregrinó a Lo Vásquez. Lo hizo durante casi 30 años, hasta que en 2005 se fue a vivir a España en busca de mejores oportunidades. Hoy se encuentra de vuelta en Chile y espera retomar la tradición que comenzó cuando su padre la encomendó a la Virgen para sanar una displasia de cadera que tuvo al nacer.
En Europa asistía a misa para esta fecha. Allá decidió dejarse crecer el pelo, y cuando se lo cortó, lo envió a Chile para que en 2014 su hija Maronny lo fuese a dejar al Santuario como ofrenda.
"La Virgen siempre cumplió mis peticiones, así que asistía con mucho agradecimiento y emoción; hoy vuelvo a estar presente al retomar la tradición con mi hija", relata Gloria, en las cercanías del templo de la comuna de Casablanca.
Los fieles ya están allí. Y en todos los templos del país.
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