María Cristina Greci, anestesióloga UCI del Instituto Nacional Enfermedades Infessionsas Lazzaro Spallanzani: “La situación en todo el mundo es excepcional. Hay miedo de un rebrote”
La experta fue parte de la primera línea romana frente a la primera oleada de la pandemia en Europa. Ahora está en Chile, compartiendo experiencia con sus pares.
María Cristina Greci es anestesióloga del Instituto Nacional Enfermedades Infessionsas Lazzaro Spallanzani, ubicado en Roma. Allí, desde su trabajo en la UCI, enfrentó la agresiva expansión del coronavirus que vivió Italia, especialmente en el norte. Ahora está en Chile, como parte de una delegación que compartirá su experiencia con médicos del Hospital Clínico de la U. de Chile.
Italia tuvo un fuerte brote a fines de febrero. ¿Qué se aprendió de esa experiencia?
Desde mi especialidad, que la infección pulmonar por coronavirus se puede presentar en un espectro muy amplio de manifestaciones clínicas, que van desde el paciente asintomático al que padece insuficiencia respiratoria severa, que requiere de terapias más intensivas, invasivas y distintos tipos de procedimientos. Y el principal problema es cómo dar una optimización a los recursos. En Italia hubo mucha responsabilidad por parte de las personas de adoptar las medidas de prevención, principalmente en los grandes focos que se produjeron en el norte de Italia, donde hay un número importante de población frágil, anciana.
El área norte vivió los episodios más complejos de la pandemia...
Esa zona, principalmente Lombardía, tiene una gran actividad comercial e industrial, con mucho intercambio con otros países, por eso se explica que haya tenido esta conexión tan directa con China, que llevó los contagios. Se juntaron dos condiciones: esta alta industrialización, hay más de 60 mil industrias que requieren de viajes constantes al exterior, y un alto nivel de población muy frágil, residentes de instituciones para adulto mayor, con una edad media de 80 años. Y eso llevó a que en personas con una plurimorbilidad existiera la alta tasa de muertes que se vio en imágenes, como en Bérgamo.
¿Qué funcionó más: la cuarentena estricta o ampliar la red hospitalaria, con más ventiladores?
Como en todas las enfermedades, la prevención es fundamental. Y en Italia, el efecto fundamental, más importante, lo produjo la cuarentena.
¿Tuvieron déficit de recursos?
En el norte, cuando se desconocía cómo se transmitía el virus, hubo problemas de asignación de recursos. Después de dos semanas en el peak de la pandemia ya pudimos organizarlos mejor. En Roma, donde el contagio llegó después, pudimos estar más preparados para enfrentar esta situación y no tuvimos escasez de ventiladores o de insumos hospitalarios.
¿Cómo se amplió la red?
De 5.200 camas UCI que teníamos pasamos a 9.000, prácticamente el doble de la dotación, de manera que prácticamente no tuvimos déficit. Nuestro instituto, como otros, fue convertido totalmente a un hospital Covid-19, dedicándose totalmente a esta infección, transformándose en un centro de referencia de la enfermedad. Ahora ya pasó la ola principal de contagios y muchos hospitales han vuelto a las actividades usuales. Nosotros mismos hemos vuelto a las cirugías, trasplantes, y hemos vuelto a resetear al hospital a su estado prepandemia.
A ustedes les tocó un momento muy duro, el dilema de la última cama. ¿Cómo lo vivieron?
Nosotros no nos vimos enfrentados a esta discrepancia de pacientes y recursos, sino más bien por edad o comorbilidad: a algunos simplemente no los podíamos someter a un tratamiento intensivo porque no lo habrían podido superar. Fue una pérdida durísima, una mortificación para nuestra profesión. Como sugerencia a los colegas chilenos: compartir, compartir con solidaridad esta impotencia a veces de tratar de atender algo que es tan anómalo y tan difícil. Pero lo importante es avanzar día a día, resolverlo, y al siguiente volver a empezar.
Chile está bajando de la primera gran oleada. ¿Qué recomienda para enfrentar esta etapa con seguridad?
En Italia tuvimos una cuarentena muy estricta y también una reapertura gradual a las actividades esenciales y eso implica elementos clave. Lo básico: uso de mascarilla, lavado de manos y distanciamiento social. Es fundamental la responsabilidad individual, la prevención y protección. Y es muy importante la red de rastreo de casos, una trama local que comprometa a las autoridades, médicos y dé un feedback de los casos existentes para ir limitando el avance de la enfermedad o la aparición de focos. En Italia tenemos un sistema de 20 variables epidemiológicas que se transmiten diariamente a las autoridades y a los institutos científicos.
¿Cómo funciona el rastreo de casos?
Si una persona presenta síntomas hoy, se infiere que hace dos semanas fue el contagio. Se consideran todos los contactos que tuvo esa persona esas dos semanas. Por eso, la reducción del contacto social reduce la dificultad de la búsqueda. Hay un equipo preparado para esto, estructuras de prevención territorial que hacen el control en toda la población. Son cientos de llamadas al día desde este departamento de búsqueda.
Gran parte de los chilenos siguen en cuarentena. ¿Qué les diría?
Fuerza, esto es como deshojar una margarita, pero al revés: es volver a poner los pétalos a la margarita.
¿Cuál es la situación actual en Europa? ¿Cómo sigue Italia?
La situación en todo el mundo es excepcional. Hay miedo de un nuevo rebrote. Italia mantiene una situación muy cuidadosa y eso nos mantiene más tranquilos. Las discotecas y lugares de reunión social están cerrados. Pero en el extranjero ya están abiertos y favorecen el paso de la transmisión del virus. Nosotros, de alguna manera, demostramos que podíamos actuar en fase crítica, sin saber mucho del virus. El objetivo es mantener esa condición en el cambio estacional: en Italia tenemos un clima bastante templado y está por verse si esta condición patológica tiene o no una estacionalidad.
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