Muerte y venganza en el hampa chilena
Disparos al aire y fuegos artificiales son el sello de los ritos con que las bandas delictuales despiden a sus caídos. Las ceremonias, realizadas con virtual impunidad, exponen a las personas al azar de las balas y anuncian la revancha por el fallecido.
Aquella noche del 12 de mayo pasado, los vecinos de la población Santa Inés de Conchalí ya habían recibido la noticia de la muerte de Bastián "Pollito" López Reyes (19). No era la primera vez en el sector que un supuesto integrante de una banda fallecía a manos rivales, por lo que la ceremonia de despedida iba a ser historia conocida. Fue cuestión de horas para que se iniciaran la lluvia de balas y las noches de desvelo.
Vestido con polera blanca y gorro negro, un joven de no más de 14 años avanza hacia la casa del difunto, sentado en la puerta del copiloto de un automóvil verde. El muchacho hace ocho disparos al aire para advertir la llegada de la carroza. Detrás de él, dos vehículos repiten la escena.
El fallecido pertenecía a una familia ligada al narcotráfico, según antecedentes policiales. El martes, su féretro sería trasladado a la cárcel de Chillán para recibir el último adiós de su madre, quien permanece en prisión preventiva por eventual tráfico de drogas.
En calle Delfos con Bajos de Jiménez, los cercanos del "Pollito" le brindan sus respetos. Los disparos de armas de diferentes calibres, las bombas de estruendo, los fuegos artificiales y los cánticos en honor a López se extendieron las siguientes tres noches.
Para los vecinos no hay más opción que acostumbrarse a este escenario. Pese a que algunos intentaron denunciar los hechos, las amenazas y la falta de garantías por parte de las policías los llevaron a dar pie atrás.
Venganza
Según el fiscal antinarcóticos de la Fiscalía Metropolitana Sur, Álex Cortez, aunque sus inicios pueden ser relacionados con ceremonias propias de Colombia y México, en Chile los funerales de alto riesgo han tomado su propia identidad y se han convertido en una práctica que excede a los narcotraficantes: hoy es adoptada por todo tipo de bandas armadas.
Cortez explica que se trata de homenajes dedicados en su gran mayoría a delincuentes asesinados por grupos rivales. En este sentido, todos los elementos de esta "tradición" tienen un significado: "Demostrar al enemigo, al culpable del homicidio, que los amigos del muerto tienen fuerza para cobrar venganza. Y muchas veces esta se produce".
Acorde con los tiempos, las redes sociales también cumplen un rol relevante para difundir el mensaje y dar cuenta a los enemigos de que esto es "sangre por sangre".
"Ellos mismos se graban gritando e insultando a sus rivales. Es un mensaje para ellos, una amenaza", describe Cortez.
Impunidad
La alcaldesa de La Pintana, Claudia Pizarro, asegura que durante estos incidentes son los vecinos ajenos a esta actividad quienes corren los mayores riesgos. "Es muy frustrante escuchar a esta gente que llama pidiendo auxilio debajo de sus camas y protegiendo a sus niños que lloran. La gente que lo pasa mal es trabajadora y para ellos es una pesadilla vivir cerca de los narcos".
Para el alcalde de La Granja, Felipe Delpin, "el Estado chileno dejó durante mucho tiempo pasar estas situaciones. No hizo absolutamente nada, no tomó cartas en el asunto ni inició acciones legales, y así esto se transformó en una especie de tradición".
En este sentido, la subsecretaria de Prevención del Delito, Katherine Martorell, pretende lograr soluciones mediante una mesa de trabajo que se creó con instituciones que pueden tener incidencia en el control de este fenómeno, como las policías, Gendarmería, el Servicio Médico Legal (SML), los municipios y el Ministerio Público.
"Queremos que las policías actúen siempre y de manera enérgica. Por eso, la coordinación que establece el modelo será clave para el copamiento previo en los lugares donde se podrían realizar estos funerales de alto riesgo, para prevenirlos", recalca Martorell.
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La muerte del "Indio Juan" convocó a gran número de personas.[/caption]
Tradición
Las ceremonias de despedida a miembros del hampa criolla no son algo propio de los últimos años. Por ejemplo, en la población San Gregorio, en La Granja, el comienzo del nuevo siglo trajo consigo recordadas despedidas de este tipo.
En 2006 fue el turno de Juan Luis Mujica, más conocido como el "Indio Juan", quien fue uno de los antisociales más buscados de Chile. El 20 de septiembre de ese año, mientras cumplía una pena de cárcel por el asesinato de tres personas, recibió varias puñaladas que terminaron con su vida. Su despedida fue uno de los grandes hitos del hampa local. Hasta el Cementerio General lo acompañó un cortejo fúnebre de unos 250 vehículos y en la época se calculó una asistencia cercana a las 500 personas.
René Morales, conocido como el "Lauchón" o el "Señor de la San Gregorio", falleció en 2009 tras recibir 11 disparos a la salida de la discoteque Costa Varúa, en La Florida. La masividad de su velorio aún es recordada en la población, mientras persiste su recuerdo en un mural con su imagen rodeada de flores y velas.
Sin embargo, el velorio dedicado en 1999 a Carlos Mario Silva Leiva, alias el "Cabro Carrera", todavía se rememora. En un multitudinario cortejo, el narcotraficante chileno, quien habría colaborado con el Cartel de Medellín, fue acompañado por una masa de asistentes formada por representantes del hampa chilena y extranjera, además de cientos de comerciantes de los sectores de Santiago Centro, el Matadero, la Vega Central y Estación Central.
Sus restos recorrieron desde su residencia en calle Dávila Larraín, en el barrio Franklin, hasta el Cementerio General. Al más puro estilo de la película "El Padrino", los asistentes besaban el anillo en la mano exánime del "Cabro Carrera", como muestra de respeto.
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En 1999, cientos de personas despidieron al "Cabro Carrera".[/caption]
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