El regalo que piden los venezolanos: ver a sus familias

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La familia y amigos de Gabriela Romero (de vestido floreado), quien llegó al país hace seis meses. Foto: Luis Sevilla

Con pernil, hallacas, pan de jamón y ponche crema. Y mucha música. Los ciudadanos de ese país, que llegaron hace pocos meses, intentan conservar sus tradiciones y celebrar el fin de año con compatriotas y amigos. Es su primera Navidad lejos de casa y de su gente.


Se juntaron una semana antes para preparar la tradicional cena venezolana de Nochebuena. Amigos y compatriotas organizados en torno a la Navidad, una de las tradiciones más potentes en el país caribeño. Y no solo por la velada del día 24, sino por todo el rito social que conlleva. Las comunidades migrantes, de hecho, también organizaron misas y conciertos de orquesta, con gaitas (música del estado de Zulia), villancicos y los famosos aguinaldos, como se le llama a aquel género del foclor venezolano.

Chile se ha convertido en su cuarto destino preferido de Sudamérica. En 2017 llegaron 177.347 personas de ese país, mientras que este año, según datos de la PDI, entre el 1 de enero y el 31 de octubre ingresaron 181.340 ciudadanos venezolanos. Los mismos que, por primera vez, pasan la Navidad lejos de su patria y su gente.

El médico Gustavo Guillén (45), por ejemplo, se reunió hace casi dos semanas con sus familiares que viven en Chile para cocinar hallacas. Es la preparación más importante del plato que en su tierra se come para Navidad. Consta de un pino de carne, pollo y cerdo, con aceitunas y pasas, envuelto en masa de arepa de maíz, recubierta con hojas de plátano.

"Requiere mucho, mucho trabajo", explicó Guillén. Por eso, dijo, en su país acostumbran a reunirse una o dos semanas antes. Además, lleva pernil, pan de jamón, ensalada de gallina y se lo complementa con un tradicional ponche de crema, licor dulce en base a huevo y leche condensada.

El médico está casado, tiene dos hijos y llegó el pasado 17 de marzo a Chile en busca de una oportunidad laboral más estable. Aún no ha podido traer a su familia, por lo que pasó las fiestas en casa de su prima, junto a dos amigos venezolanos, con quienes jugó al amigo secreto e intercambió regalos. "Realmente es muy difícil. La necesidad me obliga a estar acá, pero yo quisiera estar con ellos", contó, esperanzado en ver pronto a su gente.

Ciberinvestigación

Diosceline Camacaro (30) carga con una historia parecida. Es periodista y se vino a Chile en mayo, debido a que ganó un premio de la ONG Derechos Digitales para poder continuar acá, durante un mes, una investigación que está realizando sobre "Cibercrímenes cometidos por el Estado de Venezuela". Sin embargo, considerando la situación que estaba viviendo en su país, decidió solicitar la Visa Temporaria Profesional para establecerse en Santiago y traer a su familia. Así que se quedó.

Como su esposo está en Argentina, probando suerte igual que ella, y sus hijas (dos y cuatro años) esperan con su abuela en Venezuela, ella debió pasar la Navidad en casa de su primo, quien vive en Ñuñoa y llegó a Chile hace pocos años. "Esta va a ser mi primera Navidad sin mis hijas. No las he podido traer, porque a la pequeña aún no le aprueban el pasaporte, llevo más de un año tramitándolo", explicó. Y agregó que de todas maneras organizaron una cena. "Comeremos la comida típica y compartiremos un rato. Allá es muy importante esta fecha, no solo por el significado religioso, sino por todo el encuentro familiar que implica".

La abogada Gabriela Romero (29) coincide en que la Navidad es vital. Y no por los regalos. Ella, junto a su novio y su hermana, llegaron al país hace seis meses y acá ya se encontraban su padre y su otra hermana. "Era insostenible la calidad de vida que teníamos, la inseguridad, la delincuencia. Teníamos muchas limitaciones", explicó la joven.

Su hermano es el único que falta para que la familia completa se reúna en Chile. Se contactaron con él por videollamada para poder verlo y desearse una feliz Navidad. "Para el venezolano, en particular, esta es una celebración intocable, pero gracias a Dios la tecnología nos ayuda a estar conectados", relató Gabriela.

Yulimar Reinoso (42) no tuvo la misma suerte que sus compatriotas. Es enfermera, pero como aún no ha podido validar su título profesional, está trabajando como cuidadora en un hogar de ancianos, donde pasó la Nochebuena. "Me da mucha pena no poder estar con mi familia y amigos, pero yo vine a trabajar y eso es lo que estoy haciendo", contó.

La del año pasado, la última

La celebración del año pasado fue muy diferente para la mayoría de los venezolanos. Según cuentan todos los entrevistados, la crisis afectó mucho la Navidad en su país. Les era difícil comprar la comida y, más aún, los regalos.

"El 2017, y con mucho sacrificio, pudimos comprarles juguetes a las niñas, pero solo para ellas. Y también hicimos una cena pequeña, que fue más que todo simbólica. Y fuimos uno de los pocos que pudieron tenerla. Ahora, en Venezuela creo que nadie podrá celebrar así, está muy complicado todo", aseguró Diosceline.

Gabriela recordó algo parecido. Que esa vez no pudo comprarle obsequios a nadie, pero sí logró preparar una cena. Y como sabían que había personas sin alimentos, decidieron regalar parte de ella. "No era difícil, dabas una vuelta a la manzana y había alguien".

Anoche todo fue diferente. Para ella y los demás. Lejos. Y mejor.

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