"Yo no voy a salir vivo de aquí": Eduardo Frei Montalva y sus últimos 50 días relatados por su hija Carmen

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Ingresó por segunda y última vez a la clínica el 4 de diciembre de 1981. En esos días, relata la exsenadora en su libro "Magnicidio", el expresidente intuyó que algo raro estaba pasando, pues escribió secretamente en un papel: "Sáquenme de aquí. Quiero morir en casa".


"Todo fue, entonces, bastante privado. ¿Cómo íbamos a saber que (Luis) Becerra era informante de la Dina y de la CNI? Eso solo lo supimos demasiado tarde".

Esa es la primera pista que arroja el libro Magnicidio: la historia del crimen de mi padre, escrito por Carmen Frei, hija del expresidente de la República Eduardo Frei Montalva.

La exsenadora DC, en las cerca de 200 páginas que tiene el texto, va reconstruyendo casi minuto a minuto -sobre todo en la primera parte- cómo su padre pasó de tener que someterse a una "simple operación de hernia al hiato" un tener sinfín de infecciones que terminaron con su deceso el 22 de enero de 1982, que para ella fue un asesinato con todas sus letras.

Carmen Frei comienza la narración recordando que "por motivos de seguridad, y para que no se filtrara, todo se hizo muy discretamente; de la operación supo muy poca gente".

"Incluso -agrega-, cuando se fue a operar a la clínica (Santa María), quien lo llevó fue alguien de absoluta confianza: Luis Becerra, su chofer, quien prácticamente había llegado a ser parte de la familia. Becerra supo desde el comienzo el lugar, la fecha de la operación y el número de habitación en la clínica".

Relata que el exmandatario se operó por primera vez el 18 de noviembre de 1981 y volvió a la casa a los tres días "en muy buenas condiciones".

Pensaron que la dolencia que lo afectaba había quedado atrás, pero a los pocos días el expresidente presentó un cuadro persistente de vómitos y colitis que llevó a la familia a consultar nuevamente a su médico de cabecera, el doctor Alejandro Goic, quien consideró necesario internarlo por segunda vez.

Ese día Carmen Frei lo detalla así: "Era 4 de diciembre, había amanecido nublado, hacía un frío inusual para esa época del año. Llegó a la casa el doctor Valdivieso, que había sido ministro de Salud en el gobierno de mi papá, junto a Patricio Silva Garín, que había sido también el subsecretario de Salud, y ellos decidieron no internarlo, porque hacía mucho frío y podía resfriarse".

Eso provocó la molestia del doctor Goic, que en su calidad de médico de cabecera del expresidente pidió a la familia decidirse a quién le harían caso. Finalmente, "mi madre (María Teresa Ruiz- Tagle)" siguió la recomendación de Goic y partieron todos a la clínica.

Al llegar allá y hacerle los exámenes respectivos, los doctores diagnosticaron una obstrucción intestinal. Había que operar rápido, sentenciaron. Sin embargo, no se hizo ese día y se esperó hasta el 6 de diciembre.

En ese momento, el doctor Patricio Silva le dijo a la familia, textualmente, que la primera operación que el doctor Larraín le había practicado a mi padre había sido "una operación sucia" y pasó a ser el jefe del equipo médico de inmediato.

Una de las pocas referencias que Carmen Frei hace de su hermano Eduardo Frei Ruiz-Tagle es en la página 134.  Aquí cita lo que el también expresidente de la República declaró ante el juez sobre las cirugías practicadas a su padre en esos días de diciembre: "Inicialmente, los médicos nos explicaron que la operación había sido un éxito y que en tres días estaría en su casa. Cuando la cosa se complica y se estudia su reingreso a la clínica, se nos empezó a informar que la primera operación había sido 'sucia', que no se habían realizado ciertos lavados previos, etc. En ese momento se nos hace creer que la operación del doctor Larraín no había sido todo lo exitosa que creíamos. Con esto se genera un clima de gran desconfianza respecto del doctor Larraín".

Los mensajes desde la clínica

De ahí en adelante, según relata la exsenadora, la salud de Frei Montalva siguió empeorando. Escribe que "el día 8 de diciembre, después de la tercera operación, el doctor Sergio Bernal nos hizo llegar dos hojas de puño y letra de mi padre, en que decía: "Sáquenme de aquí. Quiero morir en casa".

Pero no fue considerada su petición. Desde el momento que fue trasladado a la UTI -8 de diciembre- hasta el 22 de enero, día de su muerte, nunca más salió de cuidados intensivos.

Es más, comenta Carmen Frei, entre los días 12 y 13 de diciembre, al visitar a su padre en la clínica lo encontró muy desanimado y para darle ánimo le insistió en que cuando se recuperara lo primero que harían sería ir a la casa que tenían en Algarrobo, que él mismo había comprado en la década del 50. Pero, describe en el libro, con un evidente decaimiento, el expresidente le respondió: "No vamos a ir, porque yo no voy a salir vivo de aquí".

Después de 17 años de investigación, afirma la exsenadora en su libro, "hemos llegado al convencimiento de que mi padre fue asesinado por una acción deliberada de la inteligencia militar, con participación de civiles y militares".

Así, después de un recorrido del rol que cumplió Frei Montalva en las convulsionadas décadas del 60, 70 y principios de los 80, el penúltimo capítulo parte con la descripción de los informes periciales de las doctoras Laura Börges y Carmen Cerda, donde dan cuenta de que el expresidente fue envenenado.

Afirman que "el expresidente Eduardo Frei Montalva fue expuesto a concentraciones diferentes de talio y también a cantidades de mostaza a lo menos durante tres episodios (…). Las dos peritas estimaron que el gas mostaza debió inocularse por vía indovenosa, mientras que el talio debe haber sido ingerido".

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