A la sombra de Alexis
Si Alexis Sánchez es transferido desde el Udinese al Barcelona, el Club Deportivo Arauco -lejos de Europa, enclavado en Tocopilla- recibirá unos 200 millones de pesos. Sin sede ni cancha propia, el primer club en la historia de Sánchez se las arregla como puede para sobrevivir. Su presidente es portero de un colegio. Su DT es auxiliar en la misma escuela. Y sus pequeños futbolistas sólo se juntan a jugar los fines de semana. Todos persiguiendo el sueño de Alexis.
En la entrada del Estadio Municipal de Tocopilla hay una estatua de Ascanio Cortés, un antiguo jugador tocopillano que llegó a jugar en River Plate a principios de los años 40 y que luego regresó a Chile, a Audax Italiano. Alexis Sánchez, igual de tocopillano, también jugó en River Plate, pero saltó a Europa. Y desde allá puede llegar la noticia que un equipo de esta ciudad nortina espera con los dedos cruzados.
Es sábado. Pasado el umbral del estadio, es día de fútbol. Los niños de la tercera infantil del Club Deportivo Arauco -el mismo donde jugó Sánchez en sus inicios y que ahora reza por una eventual transferencia- empiezan a llegar puntualmente a la cancha que lleva el nombre de Cortés. Están todos citados a las dos. Y el partido es a las tres.
La cancha es de pasto sintético. Alexis, en sus tiempos en el Arauco, nunca jugó sobre ella. Hasta hace poco, la mejor cancha de Tocopilla era de tierra. El pasto sintético sólo llegó hace tres años. Estos niños son unos privilegiados.
El DT del equipo, Wilson Piñones, habla fuerte en el camarín. Hace sentir a sus dirigidos que tienen que defender una historia. Dicen que el Arauco, junto al Caupolicán, es de los equipos más ganadores de Tocopilla. Aunque nadie parece saber a ciencia cierta cuántos títulos ha ganado en cada categoría, dirigentes y ex dirigentes aseguran que es un club acostumbrado a pelear en diferentes campeonatos. Por eso, aunque hoy no tenga sede ni cancha, es considerado un club grande.
Mientras Piñones habla, los niños están inquietos. Algunos patean una pelota dentro del oscuro y derruido camarín del estadio. Quieren salir luego a jugar y discuten sobre cuántos goles van a meter.
Todos asumen que el partido que jugarán contra el Club Deportivo Tortuga será un trámite. "Son leeentos", dice Frank Dee, el presidente del Arauco, para describir al rival. Luego pasa recolectando 200 pesos por jugador. "Es para pagar el árbitro -dice-. Es bueno que los chicos se vayan acostumbrando a contribuir con un poquito que sea, porque los grandes no quieren pagar y después uno los ve tomando cerveza afuera del estadio".
Se queda pensando. Luego agrega que si la suerte los acompaña y llega la plata por la transferencia de Alexis allá lejos en Europa, no les cobrará más.
Piñones sigue hablando golpeado. Arenga al equipo titular para que meta hartos goles de entrada. De esa forma pueden jugar los compañeros que estarán en la banca, los menos habilidosos. Desde la puerta del camarín, algunos padres escuchan la charla.
Joaquín Quiroz, el arquero del equipo, se acerca a conversar. Tiene 10 años. Es el más inquieto, el payaso del grupo. Cuenta que una vez le pasó una camiseta a una hermana de Alexis para que se la firmara. Quiroz esperó afuera de la casa para que se la entregara. Y llegó a sus manos firmada.
-¿Quién es tu ídolo?
-Meeessi -contesta alargando la e. Tengo todos los juegos donde sale él.
-Y de Chile, ¿quién te gusta?
Piensa un rato largo. Y contesta, sin mucho entusiasmo, que Alexis.
***
Frank Dee llegó al club Arauco alrededor del 98 ó 99, no recuerda bien, y se convirtió en su presidente el 2003. Dee trabaja de portero en el colegio Sagrada Familia, el único establecimiento particular subvencionado de Tocopilla. Cada vez que aparecen los reporteros por su lugar de trabajo, los personajes que pululan por el sector lo molestan. "Si a éste ni lo conoce el Alexis", dice un comerciante ambulante instalado a la salida del colegio.
Dee responde riendo: "El Alexis no me ha mandado ni una pelota que sea".
Más tarde, conversando con él en su caseta de portería, diría que la broma es más bien verdad. "Alexis nunca le ha dado nada al Arauco, salvo los tres millones de pesos que nos llegaron cuando lo compraron de Italia. Es raro, porque para las navidades pasa en un camión regalando pelotas a los niños, pero con su club nunca ha querido colaborar".
Según Dee, esos tres millones -recibidos en 2009- sirvieron para renovar los juegos de camisetas y comprar pelotas. Al no tener sede ni cancha propia, el Arauco puede mantenerse con lo mínimo. Pero salir campeón de alguna categoría significa un problema, porque supone viajar a campeonatos interprovinciales. Y muchas veces no está la plata para el traslado. Incluso, un equipo campeón puede darle su lugar al segundo para ahorrarse ese gasto.
Alexis Sánchez llegó al Arauco a los seis años y se fue a los 14, cuando partió a Santiago, a las divisiones inferiores de Cobreloa. Pero los derechos de formación que la Fifa obliga a pagar cada vez que se transfiere un jugador menor de 23 años empiezan a contar a partir de los 12 años. Como Alexis estuvo en el club tocopillano hasta los 14, a éste le corresponde un 0,75% del total de la venta (un 0,25% por año jugado). Así, si Sánchez es finalmente vendido en 40 millones de euros a uno de los equipos grandes de Europa que quieren llevárselo, el club de Dee recibirá poco más de 200 millones de pesos.
El dinero les puede servir. Y mucho. El Arauco, un equipo que históricamente ha estado asentado en el centro de Tocopilla, perdió su sede de 21 de Mayo -la calle principal de Tocopilla- a principios de los 90, cuando la familia de un fallecido socio decidió vender el lugar de reunión del club. Por eso, Dee dice que la prioridad es comprar un terreno en algún sector del mismo centro para construir una sede -con camarines y sala para ver videos- y una multicancha.
Dee sabe que Sánchez puede ser lo más grande que le ha pasado al Arauco en su historia, pero no puede evitar hablar de él con algo de resentimiento. "Desde que se fue, lo vi sólo una vez. Fue en el estadio municipal, iba con sus amigos, me dijo 'Hola, tío', y pasó de largo. Ni siquiera me dio la mano".
Como presidente del club, Dee dice estar solo. El club ya no tiene socios. Existe una secretaria y una tesorera. Ambas están ahí porque son madres de jugadores, pero apenas se reúnen. La escuelita de fútbol no existe hace cuatro años: ahora los jugadores sólo se juntan para jugar los partidos el fin de semana. Dee los llama para citarlos, aunque trabajar como portero de un colegio le facilita las cosas: 12 jugadores de la tercera infantil del club son alumnos del establecimiento donde él trabaja. También lleva las camisetas a la cancha y se las trae de vuelta a su casa, sudadas y empolvadas por el polvo del desierto. A veces las lava él, otras las manda a lavar con una funcionaria del colegio.
Junto a él está el DT Wilson Piñones, quien se encarga de todas las divisiones menores. Y les habla fuerte en los camarines. Piñones es auxiliar en el mismo colegio donde trabaja Dee. "Le dicen el Pirulo", dice el presidente del club, con una sonrisa pícara.
-¿Por qué?
-Porque es gordo y chico.
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El sueño de Jeferson Pineda, de nueve años, es convertirse en futbolista profesional. Su padre, Bernardo, quiere lo mismo para él. Jeferson, quien juega en una categoría mayor para su edad, es el goleador del Arauco. Desde su abuelo hasta su madre, todos le tienen fe. Aunque juegue con evidente sobrepeso.
Tal como Alexis, Jeferson es hijo del esfuerzo. Luego del terremoto en Tocopilla vivió dos años en una mediagua, junto a sus padres y su hermano, Ian. Su actual casa en la población Diego Portales es un lujo: tiene pieza propia con televisor y en el living tiene instalado un playstation y un computador. Su cubrecama tiene la insignia de su equipo, Colo Colo.
"Ve todo el día fútbol, el CDF", dice su madre, Carmen Contreras. "Cuando le quitamos uno de los dos canales pagados, el Fox Premium, se nos enojó por varios días".
Jeferson sale a la calle vestido de futbolista, con el desierto, el mar y los cerros de Tocopilla como telón. Domina una pelota. Patea. Se sienta, acaricia el balón y le da un beso. Dice que su ídolo es Wayne Rooney, delantero del Manchester. Cuando le preguntan por un chileno, contesta que Esteban Paredes, de Colo Colo.
-¿Y Alexis?
-Sí, también -dice no muy convencido.
Alexis vive a ocho cuadras de su casa. Quizás, lo tiene demasiado cerca como para apreciarlo.
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Cuando Alexis Sánchez se fue a Cobreloa a los 14 años, Alberto Toledo, el entrenador que lo formó en el club Arauco, le regaló una camiseta del equipo. "Le pedí que la mostrara a la prensa, que dijera que venía del Arauco", dice. "Nunca lo hizo".
Toledo dejó de ser entrenador y dirigente del club en 2002. Ahora se dedica a ampliar su casa y a su trabajo de administrativo en la municipalidad. Vive en la calle Orella, la misma en la que creció Alexis Sánchez. Sus casas están separadas por cinco cuadras.
El mismo fin se semana del partido en el estadio municipal, salimos a recorrer el barrio. Calle abajo, en dirección al mar, está la casa familiar de los Sánchez y la de su hermana. Se distinguen a lo lejos, porque al frente de cada una están estacionadas dos grandes camionetas en una calle que prácticamente no tiene autos sobre sus veredas.
Un grupo de hombres toma cerveza en la calle. Saludan a Toledo y le dicen que Alexis está en Tocopilla, que le está comprando un jeep a su hermano. Toledo se complica. "Ojalá que no piensen que me estoy dando una vuelta por acá porque está él", dice una vez que dejamos a los hombres atrás.
En una esquina, Toledo apunta a una canchita a media cuadra. Dice que ahí jugaba Alexis cuando chico. En la misma esquina, hay una animita. "Ahí mataron a un tío de Alexis hace 20 años. Le decían el 'Loco' Sánchez".
Volvemos calle arriba. Un hombre sale al camino de Toledo. Lo saluda efusivamente y le comenta también que Alexis está en Tocopilla. "El Dilla fue a poner bencina y vuelve", dice. Toledo se ve incómodo, se desentiende y se despide.
"Ese era el 'Canica', primo del Alexis", comenta.
En su casa de dos pisos, Toledo guarda los recuerdos de más de 10 años dirigiendo al Arauco. Entre ellos, una foto enmarcada de Alexis y una camiseta de River Plate que el mismo Sánchez le regaló. Su casa es su refugio.
Y entre su refugio y la casa de Alexis Sánchez parece haber mucho más que cinco cuadras.
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Los partidos de la tercera infantil del Arauco duran 20 minutos por lado. Y este sábado no es la excepción. En la cancha está Jeferson Pineda. Apuntado por sus mayores como la figura del equipo, el chico hace su trabajo. A los 10 minutos de partido clava una pelota en un ángulo del arco del Club Deportivo Tortuga. Es bajito, gordito y tiene el pelo corto. Juega en la misma posición de Chupete Suazo. Se parece a Chupete y corre como Chupete. Cada vez que agarra la pelota, se escucha un griterío aún mayor en la pequeña barra del club, instalada en la tribuna justo detrás de la banca de reservas del equipo.
Pero el rival del Arauco tiene algo que decir. Casi al final del primer tiempo empata el partido. Hay sorpresa, pero también hay confianza de que el partido se gana en la segunda fracción.
En eso aparece Milton Leyton, el último entrenador de Alexis Sánchez en el Arauco. Lo entrenó los últimos dos años que estuvo en el equipo, cuando jugaba junto a su hijo, Paulo Leyton, el "Chipi". "Acá en Tocopilla hay mucho cabro bueno que se pierde", dice. "Se van, pero luego se devuelven porque extrañan a las familias o a la polola. O llega un momento en que empiezan las malas juntas. Alexis siempre fue independiente. No le importaba estar lejos. Varias veces le ofreció al 'Chipi' llevárselo con él, pero nunca quiso. Me habría encantado tener las oportunidades que se le dieron a él".
Leyton sigue mirando el partido. Un par de veces dice que el Arauco lo va a ganar de todas formas, aunque no vea ahora un jugador como el "Dilla". "El Alexis volaba en la cancha".
En la gradería se oye el tremendo y agudo grito de una mujer: "¡Guatón puro pan no más!". Se refieren a Jeferson, el "Chupete" chico que pierde una pelota en ataque. El primer tiempo era la figura, ahora es "puro pan". El empate es una derrota para los padres de los niños.
El DT del Arauco, el "Pirulo" Pineda, le grita a un jugador: "Rojitas, vos soy el cinco. ¡Y andái metido de 9!". No hay tiempo ni espacio para las sutilezas. No se puede perder con los "leeentos" del Tortuga.
A Leyton, con los ojos en la cancha, no sólo le preocupa el partido. También el destino de los dineros que pueden llegar al Arauco. Piensa que Frank Dee está demasiado solo en la directiva, que hay que ayudarlo a tomar las mejores decisiones. "Ya hablamos sobre algunas ideas. El terreno, la sede y la cancha son lo principal". Leyton estuvo en el Arauco hasta el 2007, cuando fue llamado a entrenar el Club Deportes Tocopilla, en ese entonces en Tercera División.
Aunque el dinero puede cambiar completamente el destino del Arauco, no parece existir tanto temor de que la suma finalmente no llegue. De no ser traspasado Sánchez en este receso futbolístico europeo, el Arauco no recibirá nada. Para la próxima ocasión en que el jugador pueda ser transferido, tendrá más de 23 años -los cumple en diciembre. Y arriba de esa edad, los derechos de formación a los clubes ya no se pagan.
"Si eso pasa, seguiríamos tal como estamos", dice Dee. "Siempre me dicen que Alexis nos va a dar 200 millones. Pero yo les digo que no, que Alexis nunca nos ha dado nada. Si esa plata llega es porque nos corresponde legalmente, no por Alexis".
En la cancha, la goleada pronosticada por Dee y los jugadores del Arauco nunca fue. El enorme árbitro del encuentro, al que se le pagan tres mil pesos por partido, sale jadeando, al borde del infarto. Debe medir 1,90 y pesar 120 kilos.
Más tarde y como siempre, Frank Dee reuniría las camisetas. Y las volvería a traer al partido del día siguiente.
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