¡Adolescentes del mundo, uníos!: el reinado juvenil en el cine y los libros
Es el año de Divergente, Maze Runner y Los juegos del hambre, tres sagas quinceañeras.
La cita del sábado era a las seis de la tarde, pero ese dato era sólo para los no informados. O mejor dicho, para los que creían que se trataba de otra ordenada tarde de firma de libros y no un carnaval con chicas y chicos apostados desde las 12 del día afuera del recinto de La Rural. Acostumbrada a aguantar todo tipo de fanatismos y peregrinajes en su gigantesco espacio habitual, la Feria del Libro de Buenos Aires ya se había despeinado en 1997 con la presencia de Ray Bradbury. Aquella tarde del 10 de mayo pasado, sin embargo, el escritor estadounidense James Dashner superó los berrinches y las aglomeraciones desatadas por el autor de Crónicas marcianas. Lo hizo convocando una fila con más de seis mil seguidores que esperaban asistir a su gran conferencia en la Sala Jorge Luis Borges y luego firmando, en una mesa improvisada en la calle, cada uno de los ejemplares de su saga Maze runner: Correr o morir. Es probable que después de tal velada haya tenido pesadillas con firmas.
Fenómeno de ventas en más de 40 idiomas, Dashner es uno de los últimos eslabones en la cadena de autores exitosos de literatura juvenil que viene llenando estantes de librerías y cajas registradoras desde, por lo menos, la aparición del primer volumen de Harry Potter en 1997. Con 6,5 millones de copias de sus libros vendidos en todo el mundo y permanencia durante un año en la lista de best sellers de The New York Times, Dashner dice que sus principales inspiraciones vienen de la novela El señor de las moscas, de William Golding, la narración de ciencia ficción El juego de Ender, de Orson Scott Card, y la serie de TV Lost. Lo dijo en Buenos Aires, y en su serie Maze runner eso se nota: un grupo de muchachos debe sobrevivir a una serie de obstáculos mortales en una época indeterminada, muy seguramente un futuro posapocalíptico.
El primer volumen de la serie fue llevado al cine por el debutante Wes Ball y los resultados en la taquilla estadounidense fueron de primera línea, con 33 millones de dólares en su fin de semana inicial y el primer lugar en la taquilla estadounidense. El jueves, la película arribó a la cartelera chilena y en su primer día se ubicó al tope de la asistencia, con más de seis mil espectadores. Su llegada es a dos semanas de que se estrene en Chile otra cinta que juega en las mismas ligas: El dador de recuerdos, de Philip Noyce.
También inspirada en una novela, en este caso de la autora Lois Lowry (1937), la obra del australiano Noyce registra 12 años en la vida de Jonas (Brenton Thwaites), una suerte de elegido en un mundo del futuro donde se ha eliminado el dolor y el placer, reduciendo la existencia a una eterna monotonía. Jonas será el receptor de los recuerdos de "El Dador" (Jeff Bridges), el único hombre que alguna vez supo cómo era todo antes de la extirpación de las emociones. Tal experiencia lo transforma y Jonas se convierte en una especie de líder rebelde, que lucha contra las fuerzas del orden de este aburrido futuro. Busca volver a los buenos viejos tiempos de la emoción y una de sus principales oponentes es la líder de este Estado totalitario, encarnada por Meryl Streep.
Como se ve, el patrón de estas ficciones es casi el mismo: todo es posapocalíptico y terminal, los adultos suelen ser tiranuelos y los jóvenes son profetas que buscan algo mejor que la miserable agonía que les tocó enfrentar. Es un paisaje recurrente de la literatura y el cine contemporáneos, que el crítico de cine A.O. Scott denominó "la muerte de la madurez en la cultura americana" en un reciente y extenso artículo para The New York Times.
En este subgénero siempre el joven es el líder de una manada de forajidos en lucha contra un patriarcado dictatorial de mayores de 40 que, para mayor oprobio, tuvo la responsabilidad de llevar al planeta Tierra a un estado de semiapocalipsis. Los chicos, claro, son físicamente apuestos y llevan la palabra líder en la sangre. Así es, por ejemplo, Thomas, el protagonista de Maze runner, quien de un día para otro despierta en un territorio habitado por adolescentes que buscan la escapatoria al mundo exterior a través de un laberinto. Lo lograrán sólo si vencen los obstáculos que habitan las endiabladas murallas de la construcción.
También, sobredotada física y mentalmente es Beatrice Prior, la protagonista de la saga Divergente de Veronica Roth, que este año ya llegó con su respectiva versión fílmica a los cines del mundo (incluido Chile) y se llevó una tajada de 288 millones de dólares en recaudación global. En aquella trama nada cambiaba demasiado de lo que se ha dicho sobre las películas anteriores: Beatrice es diferente al resto (de ahí el título de la serie literaria), representa un peligro para la sociedad y debe enfrentar varias pruebas de iniciación. Tal como en Maze runner y, por supuesto, como en Los juegos del hambre, algo así como la reina madre de todas estas ficciones adolescentes distópicas.
En esta última saga, Katnis Everdeen es una muchacha de 16 años que sobrevive a punta de instinto, perspicacia y fuerza física. Las cosas transcurren después de una guerra que dejó a Estados Unidos reducido a un miserable país donde una elite sojuzga a unos pocos que pagan tributos. La serie literaria y la trilogía de películas han sido éxitos absolutos y prueba de ello es que la última parte de la serie fílmica fue divida en dos para sacar más réditos financieros. Se llama Los juegos del hambre: Sinsajo Parte 1, llega a Chile el 20 de noviembre y es protagonizada por Jennifer Lawrence, Julianne Moore y Philip Seymour Hoffman.
A propósito de los libros de Suzanne Collins que originaron las versiones fílmicas y que datan del 2008, algún crítico norteamericano le adjudicó una explicación psicológica. Fue el caso de Laura Miller, que desde The New Yorker dijo: "Pueden ser considerados como la alegoría pesadillesca de la experiencia social adolescente. Los adultos arrojan a sus hijos a ese nido de serpientes que es la escuela secundaria con una perorata absurda sobre lo maravillosa que es la etapa de la vida en que se encuentran".
CINE JUVENIL, TV ADULTA
Más allá de las consideraciones sicológicas sobre el estado de la literatura adolescente o del cine hecho en Hollywood, los datos de consumo son prueba cabal de una realidad. Indican, por ejemplo, que los libros Maze runner de James Dashner han estado durante todo el año entrando o saliendo entre los 10 más vendidos en Chile. O que la cinta Divergente llevó 220 mil personas en el país (sin hablar del otro fenómeno adolescente, Bajo la misma estrella, con 670 mil espectadores y basado en un best seller de John Green).
En este escenario hay una curiosa paradoja: aquel cine y aquella literatura que predica la revolución juvenil contra una dictadura de adultos decadentes, se ha transformado a su vez en una curiosa invasión. Una invasión de la cartelera cinematográfica y los rankings de libros más vendidos. Por cada Maze runner o Los juegos del hambre que hay en salas existen dos o tres secuelas en preparación. De la primera, los estudios Fox ya dieron luz verde a una nueva película que llegará el próximo año. El caso de Los juegos del hambre es diferente: llega a su fin, pero aún así los estudios van a exprimir la última parte en dos, entre noviembre de este año y el próximo.
La moda del héroe juvenil hace pensar, como lo decía Oliver Lyttelton en el portal de cine Indiewire, que una película como El Padrino (1972) sería impensable en nuestros tiempos. La novela de Mario Puzo caería más bien en manos de un guionista de HBO, Netflix o AMC, y sería transformada en una serie de culto a lo Breaking Bad, Los Soprano o Mad Men. La multisala, como templo de peregrinación adolescente, es un espacio donde habitan mejor los hijos de Harry Potter que los de Vito Corleone.
Aquella idea, de la televisión de calidad como último refugio de los adultos, también era tratada por A.O. Scott en The New York Times, haciendo eco de la vieja idea de que las mentes brillantes se fueron a la TV y dejaron vacíos los puestos de trabajo en el cine. Hoy, aquellas labores creativas y ejecutivas son ocupadas en Hollywood por los prohombres de Marvel Studios y sus infinitas adaptaciones fílmicas de superhéroes, desde Spider-Man hasta Guardianes de la galaxia. O por los esforzados cazafortunas de siempre, que leen cada nueva novela de un autor que firma seis mil autógrafos en una tarde de domingo.
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