Adopciones registran baja en los últimos cuatro años

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Según Sename, desde 2012 han disminuido en 21,8%. Fenómeno se explica por la baja en el número de niños que los tribunales de familia determinan que pueden ser adoptados, cifra que cayó en 45% en el mismo período. La política privilegia hoy que los menores regresen con su familia.




En 2012, 605 niños fueron adoptados en Chile. Para 2016, la cifra cayó a 473, una disminución de 21,8%. Desde esa fecha, se viene registrando una progresiva baja en el número de niños adoptados, tendencia más marcada en las adopciones realizadas por personas del extranjero con residencia en Chile (ver infografía).

Una de las razones para explicar esa caída se vincula con la disminución del número de niños que los tribunales de familia determinan que pueden ser adoptados, o sea, declarados "susceptibles de adopción", cifra que bajó 45% entre 2012 y 2016, pasando de 680 a 376 menores.

Por ley, solo el Sename y organismos acreditados pueden realizar adopciones. Las instituciones acreditadas son Fundación Chilena de la Adopción, Fundación San José, Fundación Mi Casa y Fundación Padre Alceste Piergiovanni. En 2016, el 79% de las adopciones se realizaron a través del Sename.

Si las adopciones se realizan en las unidades de adopción del Sename, solo se deben pagar las evaluaciones sociales y psicológicas que hacen profesionales externos. El costo de esas evaluaciones es de 13 UF (unos $345.000), sin importar el resultado final de la solicitud.

Sin embargo, desde Sename explican que la mayoría de los niños que están en centros de protección o familias de acogida no están esperando ser adoptados. Mientras los niños en centros de protección suman unos siete mil, al 30 de junio de 2017, solo 160 han sido declarados "susceptibles de adopción".

De ellos, el 68% tiene 4 años o más y el 30% entre cero y tres años.

La susceptibilidad de adopción se da por varias razones. Ocurre cuando los niños son dados en adopción por sus familias, o luego de un trabajo de intervención con sus padres, pero en el que no logran asumir la crianza de sus hijos, y finalmente porque no existe familia extensa hasta tres generaciones (tíos, abuelos) que se hagan cargo del niño cuando los padres biológicos tampoco pueden.

Antes de que ese proceso ocurra, el Sename se asegura de dar todos los pasos que se requieren para que la familia de origen reciba nuevamente al niño, explica María Fernanda Galleguillos, jefa del Departamento de Adopciones de Sename. "Eso se hace hasta tener la certeza de que no existe un familiar hasta el tercer grado que pueda hacerse cargo de él. Ello explica la baja de los niños de ser susceptibles de ser adoptados", dice.

Restaurar vínculos

El trabajo que se hace para mantenerlos en su familia de origen, busca reforzar que hay fundamentos seguros para descartar una adopción. Pero al mismo tiempo, indica Galleguillos, busca dar oportunidades a la familia de origen para que se haga cargo de su hijo.

Si no pueden los padres, se busca a otros familiares. Así por ejemplo, indica Galleguillos, si hay una tía con un sistema familiar estable, sin consumo de drogas y alcohol, que va a permitir al niño tener seguridad en un ambiente protegido, se deja en ese espacio. "Muchas veces no es que los padres no quieran cuidarlo, pero ellos son fruto de la misma historia y se produce una cuestión intergeneracional que termina en que los niños llegan a esta situación. Lo que más afecta son las drogas y el alcohol que requieren un tiempo de rehabilitación largo", aclara.

Fabiola Latrohp, abogada y académica de Derecho Civil de la U. de Chile, explica que los procesos de susceptibilidad van encaminados a colocarlos en una familia, "pero que esta cifra haya bajado, no indica que estén con la familia de origen". Debe haber equilibrio, agrega, en volver a su familia de origen y la importancia de que se desarrolle y alcance el máximo de sus capacidades cognitivas y sociales en una familia.

Dar más posibilidades a las familias de origen, en algunos casos puede ser lo mejor para esos niños, "pero en otros será mejor buscar una nueva familia", destaca Josefina Escobar, investigadora del Centro de Neurociencia Cognitiva y Social de la U. Adolfo Ibáñez.

"Es importante no perder de vista que las segundas oportunidades las tenemos que pensar para el niño. Lo que no se debe permitir es dilatar indefinidamente los procesos manteniendo a los niños por períodos excesivos en instituciones, porque los mayores afectados son ellos", agrega.

Paz Valenzuela, psicóloga infanto juvenil y docente de la U. Diego Portales, rescata lo positivo de buscar que el niño retorne con su familia de origen, pero dice que es cuestionable el por qué abuelos, tíos, u otro familiar se tendrían que hacer cargo de un niño que no han recibido en una primera etapa. "El deseo de tener un niño es fundamental en la parentalidad y la crianza. En alguien que quiere adoptar eso es diferente, porque sí desea tener un hijo. En el primer caso es casi una imposición, es mucho más sana una adopción. En el cuidado de los derechos del niño, también debe estar presente el derecho del niño de vivir con alguien que lo quiera y lo proteja", señala Valenzuela.

Tiempos en infancia

Quienes buscan adoptar en promedio deben esperar un año, tras ser declaradas idóneos. El periodo se reduce si están dispuestos a adoptar a un niño de 4 años o más, pero aumenta para quienes desean adoptar a uno de pocos meses. Respecto del tiempo que los niños susceptibles de ser adoptados pasan en esa condición, en Sename indican que no existen tiempos promedios.

Pero Escobar dice que en todo este proceso lo más preocupante son los plazos. "Lo crítico acá no es si disminuyó el número de niños susceptibles de adopción, sino cuántos del total de niños del sistemas de protección, consiguieron una familia (sea adoptada o de origen) y el tiempo trascurrido para eso. Creo que esos son los indicadores correctos de cómo medir si avanzamos o no", dice.

"Hoy estamos apostando que la familia pueda asumir a sus hijos y la adopción surge como una idea de ser subsidiaria de la familia de origen, si no hay familia de origen, recién se puede pensar en una adopción", resalta Galleguillos.

Dar prioridad a las familias de origen o que los niños tengan pronto una nueva familia, dependerá de la particularidad de cada caso. "El bien superior debe ser el del niño. Los tiempos en la infancia valen oro. Porque está clarísimo, y la evidencia lo demuestra una y mil veces, que el tiempo de institucionalización impactará en el desarrollo a diferentes niveles (social-emocional-cognitivo), por lo tanto el paso por los sistemas de protección debe ser transitorio, breves y solo en caso que sean realmente necesarios", dice la psicóloga de la U. Adolfo Ibáñez.

A ello se suma el hecho, agrega, que a mayor edad de los niños se reducen cada vez más las posibilidades de encontrar familias para que puedan ser adoptados.

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